Prefazione

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La melodía suave y tranquilizante flotaba en el aire, mezclándose con el susurro del viento fresco que acaricia suavemente mi rostro

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La melodía suave y tranquilizante flotaba en el aire, mezclándose con el susurro del viento fresco que acaricia suavemente mi rostro. Las puertas del balcón de la habitación de Tae, mi mejor amigo, estaban abiertas de par en par, invitando a cualquiera a contemplar el espléndido panorama que se extendía más allá del balcón.

El gran patio, un oasis de verdor, relucía bajo los rayos del sol que danzaban sobre la superficie cristalina de la piscina, creando un juego de luces y sombras que hipnotizaba los sentidos. El canto de los pájaros y el murmullo de la fuente se unían a la melodía, creando una sinfonía de paz y serenidad.

Tae recostó la barbilla en la barandilla del balcón, su mirada perdida en el horizonte, mientras lo observo desde la cama —oh por lo menos intentaba divisar la figura difusa— entre las lágrimas.

—Estamos acabados, Tae —expreso con la voz temblorosa—. papá dice que no podrán pagar la colegiatura de este mes. La universidad es demasiado cara y… Mamá está empecinada en que no debo dejar la universidad, incluso propuso vender sus joyas y bolsas de diseñador, para pagar. Todo con tal de que sus “amicis” no se enteren de que estamos en bancarrota —las lágrimas se acumulan detras de mis ojos hinchados, y me esfuerzo por contenerlas.  —«Facciamo tutti dei sacrifici, figliolo. Se que lo entiendes, porque eres el mejor figlio que pudimos tener» —imito la voz chillona de mi madre. Sus palabras seguían frescas, taladrando mi mente como si la culpa fuera mía. 

Se que la  situación económica de la empresa no tiene nada que ver conmigo, si no la vida, con sus giros inesperados y golpes injustos que nos joden a todos. Podría culpar por las malas decisiones de mi padre en los negocios, pero no puedo. Porque a sus ojos soy el hijo perfecto, el hijo trofeo, el hijo modelo que mis padres quieren que sea, y jamás podría culparlos por sus errores. 

—Sabes que puedo ayudarte, tengo mis ahorros, incluso puedo hablar con mis padres para… 

—¡No! —exclamó rápidamente —Nadie se puede enterar —mordisqueo mis labios, negando—. Si se enteran que estamos por perder la empresa madre me mata y después se muere.

El silencio nos invade, como película de terror, (justo antes de que muera el actor rubio, porque si, por mas turbio que parece Hollywood así lo prefiere) Tae se queda callado buscando una solución viable, puedo ver los engranajes de su cerebro trabajar a toda velocidad. 

—Jimin… ¿Sigues siendo virgen? —Pregunta de la nada Auron el hermano mayor de Tae, —a quien habíamos olvidado que estaba trabajando en su computador— rompiendo el silencio que me asfixiaba. Sus ojos castaños risueños mirándome fijamente y de manera fugaz ya que vuelve la vista al computador donde se muestran diversas fotos de paisajes y personas que no conozco. 

Me siento como si estuviera bajo un microscopio, con las mejillas ardiendo de vergüenza. Auron me mira con una sonrisa traviesa, sus ojos castaños brillaban con diversión. Me siento como si fuera un objeto de burla, un ser puro e inocente que no entiende el mundo de la adultez. Cuando hablo de nuevo para responderle, mi voz suena débil y nerviosa. 

virginidad en subastaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora