Capítulo 23 : Del vacío a la tensión

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—Sunwoo no es que quiera interrumpir este momento.

—Pues no lo hagas.

—Pero a lo mejor, sería buena idea ir al apartamento o al menos al portal y no estar abrazados aquí en medio ¿no crees? —saca su rostro de mi hombro mirándome relativamente mal.

—Odio cuando eres la voz de la razón.

—Venga, que se nos hará tarde aquí parados —levanta su comisura izquierda y comenzamos a caminar bastante juntos hacia el bloque.

Abre la puerta y me deja pasar primera a lo que le miro alzando mi ceja y el responde con un guiño. Dios mío va a ser una cena extremadamente larga.

Entramos en el ascensor y me coloco lo más alejada de él haciéndole reír.

—Estás muy lejos.

—Pues fíjate que un par de centímetros más al ascensor no le hubiese venido mal —se recuesta en la pared cruzando sus brazos observándome de arriba abajo hasta que algo llama su atención, veo ese brillo malicioso en sus ojos y una expresión que no augura nada bueno.

—No sabía que tenías un piercing en el ombligo.

—Me lo hice hace muchos años, antes tenía muchos más, pero me los tuve que quitar.

—¿Infección?

—Queloides.

—Uff.

—Sí, la operación fue horrible, pero bueno se tuvo que hacer. Lo peor es que sigo con ganas de hacerme más, pero me da miedo tener que operarme otra vez. Además, que no es nada barato.

—Me encantaría ver alguna foto tuya con piercings.

—Si encuentro te la envío —asiente antes de darme paso cuando las puertas se abren—. Por cierto ¿cómo has conseguido que se vayan todos?

—Últimamente he estado en varios programas de variedades, en París, la subunidad y muchas cosas. Pero el resto de los miembros no, por lo que convencí al jefe para que se los llevara también para mantener la popularidad de ellos también y así mantenernos activos a pesar de haber terminado las promociones.

—Vaya, mentalidad tiburón sin duda.

—Se intenta, bienvenida a mi humilde morada.

Me sorprende lo limpio y blanco que se ve todo, el recibidor es pequeño y nada más entrar te encuentras con un amplio salón con una televisión rodeada de consolas y un mueble con videojuegos. La cocina está abierta y me gusta mucho la combinación del blanco de los muebles con el mármol grisáceo.

—Ven —saca unas zapatillas rojas con lacitos bastante pequeñas para sus pies, por no hablar del diseño —. El otro día las vi y me recordaron a ti.

—¿Me has comprado unas zapatillas?

—Tenía esperanza de que esto saliera bien y vinieras. Siendo sincero —se rasca la nunca mirando fijamente como me las coloco—. No quería que te pusieras las zapatillas de algún miembro o que tuvieras que usar las mías, así que las compré.

Se encoje de hombros quitándole importancia al gesto cuando mi corazón aletea como las alas de un maldito colibrí.

—Además siempre llevas algo rojo y vas con lazos al trabajo, era imposible no comprarlas —sonrío alternando mi vista entre las zapatillas y él—. ¿Te gustan?

—Me encantan —suspira ruidosamente.

—Menos mal, ven vamos a ver si también he acertado con la cena.

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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Entre notas y silencios | Kim SunwooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora