Amor a un escenario; nalu

» CAPITULO CUATRO

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Mi habitación - normalmente - era ordenada, limpia, y la más cómoda en todo el mundo para mi, mi lugar secreto, donde nadie me molestaba jamás.

¿En este momento? El infierno se levantaba para llevarme lo mas abajo que se conociera.

— Oye, Lucy – me llamo Natsu a mis espaldas al rededor de cajas de cartón — ¿Que debo hacer con esto? – preguntó sosteniendo varias de mis blusas de diferentes colores y formas entre sus manos.

Definitivamente, el infierno.

— Déjala en la caja a tu derecha – le apunte la tercera caja volteándome de nuevo a ver los numerables libros de acción y fantasía que conservaba desde que era una adolescente.

Los abría, los olía, les daba una pequeña leída, recordaba cuando lo terminaba y furiosa los regresaba a una caja.

— Bien – me contesto.

Había pensado un millón de veces en cosas como estas cuando tenía dieciséis años.

Me imaginaba con Levy empacando para ir a la universidad juntas, tener nuestra propia casa y no depender de nadie nada mas que de nosotras.

Todo eso se desvaneció en una simple noche.

Solo hace menos de cuarenta y ocho horas estaba empacando para vivir en la casa de un integrante de una banda que conosco solo hace veintiocho horas.

— Luce.

— Lucy – le corregí. ¿Qué traía cambiándome el nombre?

— ¿Y estos? – escuche su voz burlona y rodee los ojos antes de mirarlo — ¿Donde quieres que los ponga?

Para mi sorpresa, cuando voltee me encontré con un Natsu sosteniendo mi ropa interior en sus manos libremente. Me levante de golpe del suelo a dirección a la cama con intención de arrebatarle mi ropa interior.

— ¡¿No te dije que ese cajón no!? – le grite y el sonrió ampliamente al ver mi cara roja de vergüenza.

— ¡Luce, no es nada de qué avergonzarse! – me exclamó el sinvergüenza — Este no es el primero que veo – Hizo una pausa y su sonrisa se hizo mas grande mientras sus ojos brillaban con malicia — Tuyo, claro.

Abrí mis ojos como platos al escuchar su declaración y me lancé a golpearlo en el rostro, uno por atrevido y dos por pervertido.

— ¡Eres un sinvergüenza! – le grite y me subí arriba de él como pude para golpearlo.

El sujeto mis muñecas delicadamente soltando una risa encantadora; comencé a reír con él mientras trataba de golpéalo.

Reímos unos minutos mas y parecía muy feliz, mas feliz que cuando se dio cuenta que había ganado la apuesta.

Pare de reír al recordar la apuesta y mi rostro de volvió serio.

— Suéltame – solté secamente y su rostro se volvió serio, soltó mis muñecas lentamente y me levante de la cama para regresar al suelo a ordenar mis libros en la caja.

— Estabas muy bien – me hablo Natsu — Te veías muy feliz jugando, ¿qué sucedió? – su voz era estable pero parecía confundido — ¿Hice algo mal? – preguntó temeroso. ¿Quería empezar con el pie correcto? — ¿Te lastime? si fue así lo lamen...

— No fue eso – Solté un suspiro cansada — Solo... no es nada, sigue ayúdandome a a guardar las cosas en las cajas – voltee a verlo esperando a que no hiciera mas preguntas.

Para mi suerte estuvo callado por un buen rato hasta recargar mi cabeza en el mueble que tenía enfrente con los ojos cerrados.

¿Qué carajos estaba haciendo?