_LA PRIMERA CENA FAMILIAR_
La tensión y la emoción eran palpables mientras Alexandra y Andrea se preparaban para la cena que uniría a las familias Montoya y Navarro. Para ambas, era una ocasión crucial, pero también una oportunidad para demostrar que su relación no solo era fuerte, sino también respaldada por sus respectivos mundos familiares.
La cena se llevaría a cabo en la elegante residencia de los Navarro, decorada para la ocasión con un toque acogedor y sofisticado. Andrea había pasado todo el día coordinando detalles con su madre, mientras que Alexandra estaba nerviosa, repasando mentalmente las posibles respuestas a cualquier pregunta difícil.
—Por favor, que mi papá no diga nada inapropiado... —rezó en voz baja.
Cuando los Montoya llegaron, el ambiente se llenó de cortesías exageradas. El padre de Alexandra, Martín Montoya, estrechó la mano de Jorge Navarro con demasiada firmeza.
—¡Un placer conocerlo! —dijo Martín con una sonrisa tensa.
—El placer es mío ¡pero cuidado con la mano, no quiero que me la rompa antes de la cena! —bromeó Jorge con un toque de sarcasmo.
El comentario fue el detonante de una competencia velada entre ambos patriarcas, que continuó durante los aperitivos. Jorge presumía de sus logros como empresario, mientras que Martín respondía con historias de sus viajes internacionales y conexiones de alto nivel. Carolina Montoya y Laura Navarro, en cambio, intercambiaban miradas de vergüenza ajena, intentando desviar la conversación a temas más relajados.
Andrea y Alexandra, mientras tanto, trataban de mediar sin éxito. En un momento, Laura decidió enfocarse en las chicas.
—Entonces, Alexandra querida ¿cuándo piensan darnos nietos? —preguntó con una sonrisa traviesa.
Alexandra casi escupió el sorbo de vino que había tomado. Andrea, roja como un tomate, interrumpió rápidamente.
—Mami, apenas estamos enfocadas en nuestros proyectos, no nos pongas tanta presión.
Pero Carolina se unió al ataque.
—¡Oh, pero eso no es excusa! ¡Ustedes son jóvenes, tienen energía! Y, además, quiero ver si el bebé hereda los ojos de Andrea o la determinación de Alexandra.
Ambas chicas rieron nerviosamente mientras sus padres seguían intercambiando comentarios sarcásticos.
Todo escaló cuando Martín criticó el vino que había elegido Jorge.
—Este vino está... bien, pero podría ser mejor. En Francia probé uno que...
—¡Por favor! —interrumpió Jorge —Este es un vino local, de alta calidad. Quizá no tiene la etiqueta francesa, pero al menos tiene alma.
Ambos hombres se pusieron de pie, elevando la voz mientras discutían sobre marcas y estilos. Carolina y Laura intentaron calmarlos, pero no pudieron evitar lanzarles miradas asesinas.
Finalmente, Laura tomó el control.
—¡Basta ya, los dos! Estamos aquí para disfrutar una cena en familia, no para decidir qué vino es mejor. ¡Si quieren competir, que sea lavando los platos después de la cena!
La reprimenda fue suficiente para calmar los ánimos. Los dos hombres murmuraron disculpas y se sentaron, mientras Alexandra y Andrea contenían las risas. A partir de ese momento, la velada transcurrió con mayor armonía. Entre anécdotas graciosas de la niñez de ambas y planes para futuras reuniones, las dos familias comenzaron a encontrar puntos en común.
Al final de la noche, en lugar de despedirse apresuradamente, ambas familias decidieron quedarse conversando en la sala, acompañados de una segunda botella de vino. Jorge y Martín, ya menos tensos, compartieron historias de su juventud mientras Carolina y Laura reían a carcajadas recordando anécdotas embarazosas de sus hijas. Las chicas, sentadas juntas en un rincón, observaron con cariño cómo sus mundos finalmente comenzaban a unirse.
Andrea se inclinó hacia Alexandra y le susurró al oído:
—Bueno, no fue tan mal. Mira, ¡nuestros padres están hasta divirtiéndose! Por lo menos esta vez nadie te persiguió con un zapato Alex —dijo Andrea con una pequeña risita burlona.
Alexandra sonrió, rodeándola con un brazo mientras sus familias reían juntas al fondo. Había sido una noche caótica, pero también había dejado en claro que el amor y la paciencia podían construir puentes incluso entre las personalidades más diferentes.
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La Parada de Autobús Incorrecta | Un Encuentro Inesperado
Teen FictionA veces, conocer a alguien en el lugar menos esperado puede cambiar tu vida de manera inesperada. Ese día, en la parada de bus equivocada, conocí a la chica más linda y tierna que jamás podría imaginar. Lo que empezó como un simple encuentro se conv...