Buenas de nuevo.
Whoa....ni yo me esperaba publicar tan pronto.
Y este inicia hot, ¡Doble sorpresa!
¡Que lo disfruten!
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No supo cuan flexible era Killua, sino hasta verlo arquear la espalda en un ángulo anormalmente perfecto, ni tampoco que fuera a verse tan sublime con esa cara sonrojada, la boca abierta y el sudor empapándole el cabello que se le pegaba por todos lados.
Conocer esta faceta suya lo hacía sentir soberbio, impaciente por conocer más. El orgasmo fue más potente esta vez, dejándose ir dentro y sobre Killua al mismo tiempo que el niño abrazaba su cuello y besaba sus labios durante el último gemido de éxtasis.
Su mente se perdió en esta sensación única de felicidad satisfecha en lo que Killua se afloja cuál plastilina una vez el calor termino por llenarle las entrañas.
Abrumado por la enloquecedora sensación, que se sintió a dos horas alucinantes, trato de enfocar a Killua para ver su estado. Fue un error mirarlo fijamente, porque le encantaría besarlo de nuevo.
Con cuidado, su miembro salió del interior del chico y se echó al otro lado de la cama, tratando de apaciguar su respiración.
— Kurapika, tramposo.
Su cabeza aún estaba llena de chispas con la imagen de su compañero que le costó entender lo que acababa de oír.
— ¿Qué? ¿Tramposo porque?
— Prometiste que no serías brusco.
— ¿Te lastimé?
— Mi orgullo está herido porque me deje engañar por tu cara de pasivo y tu poesía extranjera. Al final, fui atacado por una bestia hambrienta y reprimida de lujuria, es tan injusto.
— Por Kami, ¿Ni estando así dejarás tus comentarios maliciosos?
— ¿Qué otra cosa quieres que diga? ¿Apuntar tu desempeño?
— No...— Se fijó como los pies del niño salían de la cama, inquietos— Deja de moverte tanto.
— Tengo calor. Por fuera y por dentro.
— Ya vas, otra vez— Kurapika miro hacia al techo, dando un suspiro cansino— Me pregunto que sigue.
— ¿"Sigue", que vas a seguir? — Killua ladeo su mirada hacia él, perplejo— No queda ni una esquina en mi cuerpo que no hayas tocado hoy, ¿Y quieres seguir?
— ¡Eso no! Estaba pensando en voz alta... Sobre que debería decir, o hacer, a partir de ahora.
— Ah, eso.
— No te lo tomes a la ligera.
Killua lo tomo de la mano y apoyo la cabeza bajo su cuello.
— No lo pienses tanto, a veces no tienes que decir o hacer nada. Quédate aquí, es todo.
— ¿Solo eso?
— Sí, no te apures. Esto es suficiente.
Los ojos de Killua resplandecían como zafiro, reflejándolo antes de cerrarse como si quisiera dormir sin discutir nada más.
— Si eso quieres.
Los hoyuelos de Killua siempre fueron pálidos y casi huecos, pero ahora tenían color y la ligera sonrisa que le ofrecía le daba más volumen a sus mejillas. Por otra parte, los labios casi blancos y secos del niño eran especialmente dulces, de cuya dentadura sabia que tenia algunas marcas en carne.
Nunca considero que las orejas de Killua fueran más diminutas de cerca, que su nariz fuera un puente simétrico, que sus cejas estaban bien perfiladas, los hombros rectos que solía ver rígidos y que de vez en cuando vez eran flojos le daban un perfil despreocupado. Ni siquiera pensó en los pequeños y tiernos que lucían sus pies rebeldes, o sus uñas casi siempre largas.
Para nada esperaba que Killua Zoldyck pudiera ser más hermoso que ayer, antes de conocer lo que cubría la ropa.
Esto era un cambio de paradigma y se preguntó si el ojiazul tenía una impresión similar sobre él.
— Deja de mirarme.
— ¿No tienes los ojos cerrados?
— Puedo sentir el peso de tu mirada, me incomoda.
— Quiero verte.
— ¿Más?
— Quiero verte porque luces como un tesoro a mi alcance. Sé que sonara absurdo, pero suelo pensar que si dejo de mirarte, te perderé de vista.
— No lo harás, me quedaré. Y tú, conmigo. Aquí.
El albino lo cogió de la mano y la estrecho, intentando que no se le notara el sonrojo bochornoso en su rostro, esperando que el rubio lo confundiera con la temperatura.
— Mañana, sería la primera vez que despertaría al lado de alguien.
— La mía, no.
— Killua...
— ¿Qué? Suelo compartir la cama con Alluka cuando tiene pesadillas.
De un tirón, Kurapika jala al niño a su lado y lo abraza para recordarse la tibieza de su piel, la realidad de su tacto, quiere memorizarlo por si el día de mañana todo lo que paso resultase ser un sueño u otra de sus fantasías muy explicitas.
— Será nuestra primera vez juntos, no hagas un chiste sobre eso.
— Te lo tomas muy en serio.
— Killua, tú sabes...
— Sí, yo igual.
Kurapika parpadeo, esperando más.
— Cuando despierte, también quiero que seas lo primero que vea. Así que quédate.
— Eso será difícil... Duermes hasta el mediodía.
— Cierto, deja hecho el desayuno y el almuerzo, cuando me despierte comamos juntos.
— Te estás aprovechando del momento y no, en todo caso te prepararé ensalada de merienda.
Killua se rio con ganas contra su pecho y ese fue quizás el sonido más agradable que le gustaba oír de sus labios, aparte de los gemidos con su nombre y el maravilloso momento que le oía decir aquellas palabras mágicas. Te quiero.
Pero no hacía falta decir eso, no ahora, no cuando el abrazo le da más sentido a lo que sienten el uno por el otro que cualquier palabra antes de dormir.
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Notas finales
Sí, a veces no necesitas decir nada si con tu pareja están en sintonía.
Kurapika, no lo pienses demasiado y solo di lo que el gato quiere escuchar, nada más.
¡Gracias por leer!
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Extrañas fijaciones
RomanceDrabbles de momentos secretos donde se sienten en plena libertad el uno con el otro. (HunterXHunter) (Kurapika Kuruta x Killua Zoldyck)