Cada día tiene la misma tonalidad gris que se extiende sobre el firmamento, como si fuera una gran nube estática que vigila la tierra hasta que cae la noche, al apoyar mi vista sobre el horizonte la brisa un tanto helada acaricia mi rostro con un fino roce de ternura; desde mi ventana, puedo ver todo el cementerio de árboles cubrir el panorama hasta llegar a ciudad Belén, sus frágiles ramas se alzan como manos en busca de la esperanza que perdió el mundo hace mucho tiempo.
–Tengo hambre. – Dice Rex.
–Deja y busco algo de comer en la alacena.
–¿Me cuentas esa historia de nuevo?
Sus ojos oscuros llenos de impaciencia siguen cada uno de mis pasos mientras saco el último pan de nuestra improvisada alacena, lo divido a la mitad y mientras comemos me preparo para contar la historia que tanto le gusta a Rex, aunque no sé por qué le gusta... es un tanto desalentadora.
–Antes... hace muchos años, siglos para ser más exactos, el cielo era de color azul, las aves volaban libres y habían millares de árboles, el agua de los ríos no era ácida y en el mar habían millones de peces y corales, en la tierra habían muchísimos animales y el aire era puro y limpio, pero ese paraíso terrenal acabó cuando las personas pelearon entre sí, la avaricia y el odio dominó sus corazones, separando el mundo en naciones y poco a poco fueron destruyendo la naturaleza, creando enormes ciudades y monumentos a su ego, envenenando nuestro planeta; un día el odio era tanto que las personas entraron en una terrible guerra que casi destruye el mundo. La contaminación de esa guerra fue tanta que creó esa capa de nubes que ves en el cielo, haciendo que muchos árboles, plantas, corales y animales murieran por aire tóxico que emanaba; pero a los humanos les fue peor, muchas naciones sucumbieron y muchas más crearon nuevas guerras, los alimentos y los recursos se fueron agotando hasta generar una hambruna mundial que acabó con decenas de países, solo los más ricos se salvaron y huyeron al único sitio que aún no había sido tocado por la crisis... Suramérica.
–¿Y qué pasó en Suramérica? – Pregunta Rex.
–Eso ya lo sabes, te lo he dicho más de mil veces, cariño.
–Vamos, Anee, cuéntame la historia, quiero escucharla una vez más.
–Está bien pequeño. Como te decía, las personas más ricas se mudaron a Suramérica, y al pasar el tiempo los países sobrevivientes se unieron en una súper potencia llamada "Continental" que tuvo un gran avance tecnológico, crearon miles de aparatos para revivir la tierra y descontaminar el agua y adaptarse al aire, también para el transporte y lo que más les importaba a ellos, las armas.
El continental era el único que no tenía crisis, a pesar de que la tierra era ácida, la comida no escaseaba para las personas, y se vivía bien, pero al pasar el tiempo muchos se fueron empobreciendo, solo una élite tenía acceso a la comida y a las nuevas tecnologías, y la tierra se fue envenenando más y más, las personas no aprendían; pronto los productos escasearon, en las nuevas ciudades faltaba la comida y el agua, el gobierno trató de llevarla pero no pudo complacer a las personas, hasta que una nueva guerra se creó, un grupo de personas desconocidas le declararon la guerra a los ricos, en busca de que los pobres pudieran tener lo mismo que ellos y esa guerra todavía sigue en pie, se hacen llamar los Separatistas y ya dominan parte de nuestro continente.
–¿Y qué pasó con el planeta?
–Bueno Rex, la contaminación mató a la mayoría de plantas y animales, muchas fuentes de agua están envenenadas, la mayoría de las especies se extinguieron en la caza masiva para alimentar a las personas, las que quedan son resguardadas por el gobierno en lugares especiales, y ya sabes el aire es malo y tenemos que usar estas máscaras la mayoría del tiempo.

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El Nuevo Edén
Science FictionEn un futuro no muy lejano la humanidad está al borde de la extinción, la crisis ambiental desatada por las constantes guerras nucleares destruyó gran parte del planeta, dotándolo de un aire tóxico que eliminó la mayoría de plantas y animales, dejan...