Capítulo 23

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Ya estábamos en casa, llegamos dos horas después de salir de la comisaria ya que fuimos a llevar a Eric a su casa pues estábamos usando el auto de Theo para resolver el problema de la cárcel y luego pasamos por la casa de Max para buscar algunas cosas que Theo había dejado alli.

Theo se fue directo a bañar, pues la verdad no estaba muy limpio, traía sangre en la camisa y algunas heridas en el cuerpo. Mientras se duchaba yo le estaba preparando algo de comer y de pronto escuche un gemido desde su recámara. Fue corriendo hasta allá para saber a que se debía esa queja.
-Theo... -entré lentamente a su recámara - ¿Puedo pasar?
-si, entra -dijo quejándose.
-¿Qué pasa?
Estaba de pie junto a la cama, de espalda a la puerta. Se dio la vuelta y tenía un golpe en el costado.
-Por Dios ¿Qué te han hecho? -dije acercándome.
-Ese mal nacido de Christian, me dio una patada aquí y la verdad es que me arde y duele a la vez... -dijo sentándose en su cama.
-Voy por el botiquín, debo curarte esas heridas, mira como estas... -le dije acariciando su rostro.
Busqué alcohol, algodón y otras cosas para curar las heridas de Theo.
Con cuidado me dispuse a limpiar bien los rastros de sangre que había en su piel, pero cuando llegué a su costado, Theo gimió fuerte, al parecer le dolía más de lo normal, supuse que tendría uno de los tendones rasgados por lo que le puse un poco de ungüento y lo rodeé con una venda para que apretara su piel. Sus gemidos eran cada vez mas abundantes provocando que mi corazón se rompiera al verlo en ese estado, le di unos calmantes, no quiso cenar nada, iba a dejarlo descansar pero me detuvo:
-No te vayas por favor -dijo con los ojos cristalizados.
-Debes descansar -le dije mientras besaba su frente.
-Quédate, no me dejes -dijo como un niño que se aferraba a su madre. Sentí tanta ternura que no pude negarme a sus brillantes ojos cafés que despedían tanta inocencia, con el brillo de un niño de cinco años.
-Esta bien -dije resignada.
Me senté a su lado en la cama, el acerco su cabeza mi lado, la apoyó en mis piernas y empezó a cerrar sus ojos en un vano esfuerzo por mantenerlos abiertos.
-Shai... -susurró.
-¿Sí?
-Nunca me has dicho me me amas -dijo con una voz aniñada.
Acerqué mis labios a los suyos y en suspiro le dije:
-Te amo...
El acaricio mis mejillas, acomodó un mechón de mi cabello y unió sus labios a los míos.
Retiró su cabeza de mis piernas y tratando de ser fuerte y evitar el dolor se sentó frente a mi, con una de sus manos agarraba su costado y con la otra sostenía mi cara. Se fue acercando lentamente a mi y volvió a besar mis labios tiernamente. El beso fue un tanto largo pero lleno de amor, nos separamos para tomar un poco de aire y volvimos a fusionar nuestros labios siendo los besos un poco mas apasionados. Theo separó sus labios de los míos bajando hasta mi cuello y posarlos allí haciendo que me ruborizara toda, estaba a punto de pasar algo entre aquellas sabanas y escasa luz que entraba por la ventana, cuando Theo se lastimó el golpe del costado.
-Theo, es mejor que te duermas, estas mal... -le dije suavemente.
-No quiero dormir, quiero amarte, estando junto a ti no me dolerá nada, estoy bien -dijo posando sus ojos adormilados en los míos.
-Te vas a lastimar, Theo por favor trata de dormir -diciendo esto hubiera deseado que hubiera desobedecido mis ordenes y me hubiese hecho suya como tanto lo deseaba, quería olvidarme del mundo y solo sentirlo a el, sus besos, sus caricias, sus sentidos en mi, pero los calmantes que le di empezaron a hacer efecto y se fue quedando dormido lentamente.

Olvidar que eres tu. #SheoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora