Capítulo 2

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Voy tres pasos detrás de ella, contemplando, deleitado por sus curvas. Sólo me falta babear.

Aún no me lo creo, ¡es ella! Me gustaría decirle que su lobo soy yo, pero no se lo creería, pensaría que estoy loco. Dentro de cinco días volverá a ser luna llena y aullaré para que me escuche. ¡Seguro que así va al cañón de la luna! ¿Te lo imaginas? Ojalá mis plegarias sean escuchadas.

-Troy. ¿Troy?- su dulce voz me despierta de mi ensoñación.- ¿Entramos a clase o prefieres quedarte fuera?

Agito la cabeza para volver a la realidad.

-Sí, entremos.

El profesor me mira con mala cara y yo levanto las manos a modo de derrota. Me siento al fondo y empiezo a apuntar todo lo que ha escrito en la pizarra. ¿Esto es cálculo o filosofía? Solo lleva diez minutos y, ¡madre del amor hermoso! Este hombre tiene que ser un vampiro, son los únicos que escriben tan rápido. De mala gana copio todo con letra casi ilegible. El resto de la clase se la pasa hablando de los números naturales y de las raíces cuadradas. ¡Vete al cuerno, viejo!

La clase se me hace eterna. Recojo mis cosas y cuando salgo Kate me está esperando. 

-Esto...-tartamudea.- Troy.

-Dime.- contesto divertido.

-Me acabo de dar cuenta de que tenemos el mismo horario y no sé, ¿te importaría si nos hacemos amigos? En fin, mi grupo social no es muy amplio y tú no pareces conocer a mucha gente.

Coloco una mano en su hombro y le regalo una sonrisa.

-Claro que no me importaría, Kate.- su nombre acaricia mi lengua.

Desde la cercanía percibo su aroma que me embriaga y me vuelve loco.

Ella ríe. ¡Su risa es la melodía celestial de los ángeles!

***

Hasta la próxima semana no abren el comedor escolar así que debemos volver a nuestras respectivas casas. 

Me paro por fuera de mi nueva casa.

-Aquí vivo yo ahora.- le digo a Kate.

-¿En serio? Somos prácticamente vecinos. Yo vivo al final de la calle.

-Vaya, va a ser interesante tenerte tan cerca.- esto la hace ruborizar.- Nos vemos luego.

-Claro, hasta luego.- me dedica una sonrisa y sigue caminando.

Entro a casa como una tromba. Subo corriendo las escaleras y me tiro a mi cama. Estoy  muy contento. Quizá esta noche salga y aúlle, me encantaría que me viera de nuevo. No puedo esperar cinco días. Soy incapaz.

La abuela no está. Busco algo de comer, estoy hambriento. Abro el horno y el olor delicioso de una pizza me sorprende. ¡La abuela siempre pensando en todo! Me la como y luego me doy una ducha para relajarme. 

El resto de la tarde me la paso escuchando música clásica, mi favorita Claro de Luna de Beethoven, y leyendo Cumbres Borrascosas. La noche cae con rapidez y me vuelvo a quedar enterrado con mi soledad. Debería dar un paseo. Voy a dar un paseo.

Salgo por la puerta de atrás, vestido apenas con unos pantalones cortos, nadie va a verme en mi forma humana. Miro hacia el cielo, estrellado, con una luna casi llena, y contraigo cada músculo de mi cuerpo para entrar en fase. En un abrir y cerrar de ojos me encuentro a cuatro patas y gruñendo. Corro por el bosque, me encanta correr por este bosque, está vacío, me pertenece. Me paro y observo a un búho blanco, es encantador. Aúllo. Vamos, Kate, escúchame, estoy aquí. Cambio mi rumbo y voy al cañón. 


El delirio de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora