La tarde se me hace eterna. No paro de dar vueltas por toda la casa, y cada minuto que pasa, el corazón galopa con más fuerza. Decido encerrarme a ordenar la habitación, está hecha un asco. Pongo ¿Y qué? de Axel y Vanesa Martín. Acabo sacando una bolsa de basura. ¿Soy un lobo o un cerdo que se ahoga en su mugre? Si la abuela viera esto me mataría. Salgo por la puerta de atrás y la deposito dentro de uno de los cubos de hojalata. Al lado de estos hay una caja de zapatos viejos, y dentro, hay algo que se mueve. La abro y son dos pequeños gatos de pelaje grisáceo. ¿Quién fue el mal nacido que le hizo esto a estas dos pequeñas criaturitas del señor? El corazón se me ablanda y decido llevarlos a casa, a la abuela siempre le gustaron los gatos. En cuanto se los enseño se pone como loca y los alimenta con algo de leche. Disfruto viéndolos. Se nos ocurren nombres rápido, Pixie y Jasper.
Para cuando me vuelvo a fijar en la hora, ya son las diez. ¡Vaya!, estos gatos son milagrosos. Uf, ¿Luna estás lista para descubrir toda la verdad? Salgo fuera y e manto sideral brilla sobre mi cabeza, acompañado de una media luna estupenda. Contraigo todos mis músculos y, en un instante, ya estoy sobre mis cuatro patas. Intento andar despacio y estar tranquilo, pero resulta imposible.
Permanezco al borde del bosque intentando relajar a mi desbocado corazón. ¡Troy, tranquilízate! Veo su figura de cabello rubio al viento, tez apenas sonrosada, unos pechos que no llamarían la atención de nadie, excepto a mi, que me he enamorado de dentro hacia fuera, y, por último, pero no menos importante, sus piernas, delgadas y esbeltas.
Salgo de las sombras. Ella sonríe y me acaricia.
-Hola, grandullón.- está feliz.
Me agacho. Llega la hora. Oh. Tengo tanto miedo...
-¿Qué pasa, lobito?
Doy un pequeño aullido. Su cara cambia, se preocupa. Una vez en el suelo, voy relajando mis músculos hasta que vuelvo a mi forma humana. Estoy hecho un ovillo en el suelo.
-¿Lobito?
Me levanto nervioso, las piernas me tiemblan. Me muestro a la luz lunar, para que lo descubra.
-¿Troy? ¿Eres tú de verdad?
-Sí.- soy incapaz de articular alguna palabra más.
-¿Eres un lobo?
Entra en estado de shock. ¡Joder! Y se cae, se desmaya. La cojo al vuelo. Mierda, mierda, mierda.
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El delirio de la luna
RomanceTroy Jupiter es un chico de 17 años con una cualidad especial: es un lobo. Acaba de mudarse a un pequeño pueblo del norte de Estados Unidos y ahí, por fin descubrirá lo que lleva esperando toda su vida. -TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS-