Su vocecilla se cuela en mi sueño. Le habla a mis pensamientos...
Mírale dormir. ¡Es tan tierno! ¿Debería despertarle? No, ni hablar. ¡Pero mírale la boca! Los labios tienen la separación exacta para besarle y colar la lengua entre ellos. Por Dios Kate, ¡controla la dirección de tus pensamientos!
Abro los ojos y se sorprende. Río para mis adentros.
-Tienes que aprender a controlar tus poderes.- le digo animado.
-No me digas que lo estabas oyendo todo...- parece disgustada.
-En efecto.- suelto una carcajada- Con que quieres colar tu lengua entre mis labios mientras duermo... qué traviesa.
-Bueno, cada loco con su tema.
Se cruza de brazos, intentando parecer enfadada. Juguemos a ser traviesos entonces. Me deslizo hasta ella por el suelo. La sujeto firmemente por la espalda con una mano y, con la otra, busco el rubor de sus mejillas. Le coloco el pelo detrás de la oreja y saboreo la vista de unos ojos como los suyos. Acuno su cara entre mis dedos. Estoy apunto de besarla cuando un carraspeo nos interrumpe. ¡Joder!
-Por lo que veo estáis muy bien.
¡Es el profesor de gimnasia! Siempre estorbando. Maldito viejo.
-Seguidme, os guiaré con el resto del grupo.
Me pongo en pie con agilidad y le tiendo mi mano a Kate. En cuanto posa su mano en la mía noto una ligera hinchazón. Trata de ocultarlo. Me agacho y, enfadado, la levanto tomándola de la cintura.
-Vamos, necesitas a un médico.- hablo con voz seca, cortante.
Sigo con pasos largos y firmes al profesor hasta que nos encontramos en un claro con el resto de compañeros. La mayoría tienen ojeras, parece que no han pasado una buena noche. Consigo un botiquín y vendo con cuidado la muñeca de mi compañera. Gimotea un poco, está resentida porque hablarse así. Oigo sus pensamientos en un susurro.
-Te estoy salvando la vida, deja de quejarte.
-Joder, Troy, ¿qué hago si me duele?
Mi enfado aumenta por momentos. Me muerdo la lengua y opto por terminar el vendaje, como me descontrole le podría hacer mucho más daño. Esta mujer es mi perdición, casi me tiro por un acantilado por ella.
-Esta bien, -el viejo arrogante toma la palabra- ya que todos estáis bien, podemos volver a casa.
***
En el bus Kate se aleja de mi y se sienta sola durante todo el viaje. ¿Me haces esto para que tome mi propia medicina? Qué infantil. Una patada en el estómago me hubiera dolido menos. El enfado que tenía en un principio se esfuma durante el trayecto.
Llegar al pueblo es una bendición. Soy el primero en poner los pies en el suelo y espero a que ella se baje, sin embargo, lo que hace me deja fuera de juego. Baja del bus y me ignora totalmente. ¿En serio? Camino detrás de ella y la detengo.
-Kate.
-No tengo ganas de discutir, estoy cansada. Quiero llegar a casa, darme una ducha y dormir.
-¿Quién ha dicho nada de discutir? Tú y yo hemos estado bien hasta antes, cuando nos cortaron el rollo. Es cierto que me enfadé un poco cuando gimoteabas pero fue algo momentáneo.
Suspira y me acaricia la mejilla. Cierro los ojos rindiéndome a su tacto.
-Está bien, Troy, olvídalo. Vayamos a casa a descansar.
El alivio me inunda y beso su frente. ¡Cuánto la quiero!
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El delirio de la luna
RomanceTroy Jupiter es un chico de 17 años con una cualidad especial: es un lobo. Acaba de mudarse a un pequeño pueblo del norte de Estados Unidos y ahí, por fin descubrirá lo que lleva esperando toda su vida. -TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS-