Capítulo 25

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Ethan es de mi estatura, con brazos musculosos. Tiene el cabello blanco, liso y con veinte kilos de laca para que se le mantenga hacia arriba. Parece tener esmeraldas en los ojos. Es engreído y le gusta fardar de ropa cara. 

-Pensé que reconocerías mi olor, primito.- suelta entre carcajadas.

-Hace años que no te veo, imbécil. La última vez que te vi tenias nueve años y ni si quiera eras un licántropo.

-Un tigre blanco para ser concreto.

-Ya, tu tufo a gato te delata.

-Estaba paso cuando reconocí tu fragancia, no sabía que te habías mudado y que tenias una novia tan guapa.

-Mi novia. Mía. No te atrevas a ponerle una zarpa encima.

-Vamos, invítame a pasar, quiero ver a la abuela.

Entramos a mi casa y aviso de que hay visita. Yo voy a mi cuarto chorreando. Allí encuentro a Kate, con la taza de té entre las manos y tomando pequeños sorbos. Le sonrío y me voy al baño, donde me pongo ropa seca. Me siento en la cama, al lado de mi rubia. Ella me ofrece mi bebida y la cojo.

-Te oí gritar en la calle. ¿Encontraste al gato?

-Sí. Es Ethan, mi primo. Y está en el salón, hablando con la abuela.

-¿Y por qué me buscaba a mi?

-Porque llevas mi olor. Además, le gustan las chicas como tú.

Entonces escucho pasos.

-Aquí huele a perro y a tía buena.- dice Ethan entrando a la habitación.

-Ni te acerques.- le advierto.

-¿Has olvidado los modales, Júpiter? 

-Te arrancaré el cuello de un mordisco.

Siento una mano tibia en la nuca. Ella sabe como relajarme. 

-No quiero ser maleducada, pero -habla Kate y hace una pausa- largo.

-Oh, chica ruda.

-Largo.-repite insistente.

-Rubia tenías que ser... niñata inmadura, las chicas se pelean por estar conmigo.-suelta por esa bocaza el muy creído.

Me levanto y, en cuestión de segundos, le encajo un puñetazo en la mandíbula. El golpe hace que retroceda. Sonríe y se limpia la sangre del labio. Cómo si estuviera orgulloso de que le fuera a partir la cara.

-Fuera de mi cas...

No consigo terminar la frase porque el gatito saca las uñas y me las deja grabadas en la cara de un zarpazo. Presto atención a su mano y encuentro la pata de un tigre blanco. ¿Cómo consigue transformar tan sólo una parte de su cuerpo? Me duelen los tres arañazos. Me acerco a él y lo agarro de la sudadera, con la mano libre consigo impactar en su nariz. 

-Ya te puedes ir.

Lo suelto y casi pierde el equilibrio. Es lo que tienen los gatos, si les cortas los bigotes se tambalean.


El delirio de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora