Ethan es de mi estatura, con brazos musculosos. Tiene el cabello blanco, liso y con veinte kilos de laca para que se le mantenga hacia arriba. Parece tener esmeraldas en los ojos. Es engreído y le gusta fardar de ropa cara.
-Pensé que reconocerías mi olor, primito.- suelta entre carcajadas.
-Hace años que no te veo, imbécil. La última vez que te vi tenias nueve años y ni si quiera eras un licántropo.
-Un tigre blanco para ser concreto.
-Ya, tu tufo a gato te delata.
-Estaba paso cuando reconocí tu fragancia, no sabía que te habías mudado y que tenias una novia tan guapa.
-Mi novia. Mía. No te atrevas a ponerle una zarpa encima.
-Vamos, invítame a pasar, quiero ver a la abuela.
Entramos a mi casa y aviso de que hay visita. Yo voy a mi cuarto chorreando. Allí encuentro a Kate, con la taza de té entre las manos y tomando pequeños sorbos. Le sonrío y me voy al baño, donde me pongo ropa seca. Me siento en la cama, al lado de mi rubia. Ella me ofrece mi bebida y la cojo.
-Te oí gritar en la calle. ¿Encontraste al gato?
-Sí. Es Ethan, mi primo. Y está en el salón, hablando con la abuela.
-¿Y por qué me buscaba a mi?
-Porque llevas mi olor. Además, le gustan las chicas como tú.
Entonces escucho pasos.
-Aquí huele a perro y a tía buena.- dice Ethan entrando a la habitación.
-Ni te acerques.- le advierto.
-¿Has olvidado los modales, Júpiter?
-Te arrancaré el cuello de un mordisco.
Siento una mano tibia en la nuca. Ella sabe como relajarme.
-No quiero ser maleducada, pero -habla Kate y hace una pausa- largo.
-Oh, chica ruda.
-Largo.-repite insistente.
-Rubia tenías que ser... niñata inmadura, las chicas se pelean por estar conmigo.-suelta por esa bocaza el muy creído.
Me levanto y, en cuestión de segundos, le encajo un puñetazo en la mandíbula. El golpe hace que retroceda. Sonríe y se limpia la sangre del labio. Cómo si estuviera orgulloso de que le fuera a partir la cara.
-Fuera de mi cas...
No consigo terminar la frase porque el gatito saca las uñas y me las deja grabadas en la cara de un zarpazo. Presto atención a su mano y encuentro la pata de un tigre blanco. ¿Cómo consigue transformar tan sólo una parte de su cuerpo? Me duelen los tres arañazos. Me acerco a él y lo agarro de la sudadera, con la mano libre consigo impactar en su nariz.
-Ya te puedes ir.
Lo suelto y casi pierde el equilibrio. Es lo que tienen los gatos, si les cortas los bigotes se tambalean.
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El delirio de la luna
RomanceTroy Jupiter es un chico de 17 años con una cualidad especial: es un lobo. Acaba de mudarse a un pequeño pueblo del norte de Estados Unidos y ahí, por fin descubrirá lo que lleva esperando toda su vida. -TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS-