Para mi desgracia, ella no está. Aunque me paso hasta el amanecer convocándola con cada uno de mis aullidos. Finalmente, me doy por vencido, estoy muy cansado. Con las pocas fuerzas que me quedan, me adentro en el bosque y me tumbo en el lecho mohoso de un árbol.
Me despierto porque tengo frío. Yo nunca tengo frío. Abro los ojos y estoy cubierto de nieve. El pequeño búho está conmigo, me ha estado cuidando. Me levanto entumecido, mi temperatura corporal ha bajado unos tres grados, ¿cuánto tiempo he paso arropado por el hielo? Estoy temblando y no siento los dedos. Intento entrar en fase, aunque resulta inútil, el frío me lo impide.
Cuando llego a casa sigo estando helado. Pongo a llenar la bañera con agua hirviendo.
-Troy, ¿donde has estado?- me pregunta la abuela, preocupada.
-Me la pasé aullando hasta al amanecer y luego acabé tan cansado que me tumbé bajo un árbol. Me desperté cubierto por la nieve.
-¿Pero tú sabes que hora es? ¡Son las cuatro de la tarde!
-¿Bromeas?
-Ah, y una chica, muy guapa por cierto, me ha dicho que la llames.- me tiende un papel con un número de teléfono.
-Primero necesito entrar en calor.
Me meto en la bañera, y en seguida, mi temperatura vuelve a la normalidad. Me seco, me visto y voy a por el teléfono. Marco el número de Kate.
-¿Troy?- su voz se escucha por el auricular.
-Sí, soy yo.
-¿Podemos salir a dar una vuelta? O lo que quieras.
-Claro, ahora mismo voy.
-Vale, te espero, no tardes.
Corro hasta el final de la calle. Ella está en la puerta. Va muy guapa vestida con unas botas de cuero marrón, pantalón vaquero y un abrigo del mismo color que las botas.
Me paro a unos metros de su posición. Sonríe sutilmente y corre hacia mi. Me abraza y la correspondo.
-Tenía muchas ganas de verte.
-¿Sí?, yo también.
Nos adentramos en el bosque. Kate me cuenta que es un pequeño ratón de biblioteca, que su pasión son los libros. Me dice que anoche escuchó a un lobo aullar, y el corazón se me quiere salir del pecho. Ojalá, ojalá, pudiera decírtelo.
-Este es mi lugar favorito desde que era una cría.
Miro a mi alrededor. Estamos en el cañón, sin embargo ahora está bañado por la luz del atardecer.
-Hace unas semanas vine al oscurecer y vi un lobo, se acercó a mi lado y me dejó que le acariciara. Luego aulló a la luna. Fue la cosa mas bonita de la que he sido testigo. Y los ojos del lobo... algo sobrenatural, son ámbar.
Me agacho en el borde del cañón, quito la nieve buscando tierra y encuentro lo que buscaba. Mi huella lobuna. Pongo la mano encima y es bastante más grande. Kate se une a mi.
-¡Es la huella de mi lobo!
Su lobo. La frase se repite una y otra vez en mi cabeza. ¡Es la huella de mi lobo! Soy su lobo. Siempre, Kate, siempre lo seré, sin embargo tu nunca lo sabrás. ¡Es la huella de mi lobo! Su voz vuelve a hacer eco. Me hace recordar a uno de los e-mails que Anastasia Steele le escribe a Christian Grey en alguno de los libros de 50 sombras. "Forever yours". Siempre tuyo, Kate.
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El delirio de la luna
RomanceTroy Jupiter es un chico de 17 años con una cualidad especial: es un lobo. Acaba de mudarse a un pequeño pueblo del norte de Estados Unidos y ahí, por fin descubrirá lo que lleva esperando toda su vida. -TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS-