Capítulo 20

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Llevamos un par de horas en el bus y Kate duerme placenteramente sobre mi. Me encanta verla dormir. Sin embargo, yo no he pegado ojo en toda la noche, y, aunque no me siento cansado, por debajo de mis ojos hay dos manchas oscuras que delatan mi falta de sueño. El profesor anunció que iba a hacer frío en la montaña. Lo que puede ser frío para él esta bien para mi, no obstante, Kate me preocupa ya que solo lleva una  camisa de manga baja y un abrigo que no parece ser muy calentito. Yo he cogido una chaqueta por si acaso, aunque dudo que la vaya a usar. En la mochila llevo un termo con té de limón caliente, sándwiches de crema de avellanas y galletas para picar. Creo que será suficiente. 

El amanecer se empieza a dibujar en el cielo con tonos malvas. Adoro los amaneceres. Acaricio el pelo de Kate, la estrecho contra mi y beso su frente. Se despereza un poco.

-Eh, mira qué espectáculo de la naturaleza.- le susurro.

Abre los ojos y observa, disfrutando de la vista. Un momento después me distrae acariciándome con los nudillos el mentón. Pasa suavemente los dedos por mi cara, su piel fresca contrarresta la mía, que ha vuelto de subir de temperatura, ahora permanezco en los 42 grados. 

El bus se para y tenemos que bajar. Nos ponemos el abrigo antes de tocar tierra. El ambiente es seco y el cielo está muy nublado. Hace un poco de viento y tenemos niebla, lo que no ayuda. 

-Bien, chicos- comienza el profesor una vez que todos estamos fuera.- Hemos hecho dos grupos porque un camino es de mayor dificultad que el otro. Así que estos son los grupos... 

Nombra dos listas y me doy cuenta de que Kate y yo estamos en grupos diferentes. Mierda.

-Yo tengo que estar en el otro grupo.- exijo.

-Troy, tienes que permanecer en el grupo que se ha asignado.- me dice el de gimnasia.

-No quiero.

-No depende de lo que tu quieras o no, depende de tu potencial.- exhalo.

-Esta bien, esta bien. - levanto las manos en señal de derrota.

Me acerco a Kate que permanece a unos metros de mi. La abrazo con fuerza. Me separo un poco para mirarla.

-Ten cuidado, ¿vale?- asiente.- Si tienes algún problema, grita e iré a por ti.

Todos los ojos están puestos en nosotros pero lo ignoro. Tapo su boca con la mía, y saboreo el frío en sus labios.

-Hasta luego, Luna.- me despido y nos vamos por caminos opuestos. 

***

La niebla dificulta la vista para los mundanos haciendo que se choquen una y otra vez con árboles. Me río para mis adentros, gracias a mi vista privilegiada controlo la dilatación de la pupila y veo lo que tengo delante a pesar de la niebla.

-Tío, ¿como haces para no chocarte?- pregunta un chico. Me encojo de hombros.

-Sigue tu instinto.

-Bien, voy a seguir mi instinto.

Aumenta la velocidad de sus pasos y a unos metros delante veo un árbol. Se lo va a comer. Él sigue andando con frescura hasta que se lo come. Suelto una sonora carcajada. Pobre muchacho.

De repente, mis sentidos se ponen alerta. Me paro en seco y cierro los ojos para concentrarme en los sonidos. Su grito me hiela la sangre. Lo que escucho no se encuentra a mi alrededor. Está dentro de mi cabeza.

-Ayúdame, por favor, ayúdame.

Su preciosa voz. Está en peligro. 

-Troy, si puedes oírme, ven a por mi.- suplica y me parte el alma.


El delirio de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora