Salgo corriendo, su voz me guía a través del laberinto de árboles. Llevo mis músculos al límite y lo sobrepaso. Me siento tentado a entrar en fase, pero no me puedo arriesgar a que me vean. La siento cerca, muy cerca. Llego a lo que parece ser un claro y freno en seco levantando una columna de tierra. Tomo aire, sintiéndome exhausto de correr por primera vez en una década. Adapto los ojos a la niebla y veo un acantilado.
-¡KATE!- grito.
Un millar de pensamientos me vienen a la cabeza.
-¡Troy! ¡Ayúdame!
Corro hasta el borde y veo su mano aferrada a una roca. Sin dudarlo me agacho y la agarro. Tiro de su brazo hasta que la saco de ahí. Me abraza entre lágrimas.
-Cariño, ¿estás bien?
-Pensé que iba a morir.- me dice en un sollozo.- Pensé que iba a morir sin decirte una vez más que te amo.
Le limpio las lágrimas. Está congelada. Me quito mi abrigo y se lo pongo. La mano le sangra, tiene un corte no muy profundo producido por las rocas. Rompo una tira de mi camisa y le vendo la herida, no quiero que se le infecte. Tras unos minutos su llanto cesa y se tranquiliza.
-Gracias a dios que estás bien.
-Yo me perdí por la niebla y como no veía me caí... ¿cómo llegaste tan rápido?
-Me pediste ayuda, me hablaste y me diste tu situación. Solo salí corriendo a donde tu me decías. Tienes un don.
-Pues no sé como lo hice...
-No tengas prisa por aprender, todo poder requiere un entrenamiento.
Ahora que estoy junto a ella mis sentidos se han ido al traste, y por la pinta que tiene, vamos a pasar algún tiempo aquí. Miro a mi alrededor. Quizá pueda hacer una cabaña para protegernos del frío y de la lluvia. Me fijo mejor, y encuentro un refugio natural debajo de las raíces de un árbol. Me meto y no está mal. Con algo de madera hago una pequeña hoguera para que Kate entre en calor más rápido.
Se sienta en mi regazo y se acurruca en mi pecho. La acuno suavemente. Saco el termo de la mochila y sirvo un poco para que beba. Lo toma a pequeños sorbos.
***
Llevamos horas aquí. Kate ha dormido y yo he permanecido despierto controlando el fuego. La noche ha caído y no hay rastro de nadie. Sus padres estarán preocupados y mi abuela también, y, para empeorar las cosas, estamos bastante lejos del pueblo. Toco su frente, ha entrado en calor. Por fin.
Tengo que pasarme la noche en vela para que el fuego no se apague. Miro el reloj. Marca las 03:53 de la madrugada. Esto de llevar más de veinticuatro horas despierto nunca se me dio bien. Pero no puedo dejar que se apague para que ella no se muera de frío. La temperatura rondará los dos, puede que tres grados. Kate se da la vuelta en el suelo y se despierta.
-¿No has dormido?
Lo niego.
-Tienes que dormir. Mira que ojeras tienes.
-No puedo.
-¿No puedes o no quieres?
-Ambas. Tengo que mantener ese fuego a raya para mantener viva la cosa más importante de mi vida, o sea, tú.
-No, mi amor, no. Si el fuego se apaga el calor de tu cuerpo me mantendrá caliente.
Hundo el rostro en su pecho. Me siento tan cansado.
-Venga, túmbate a mi lado y descansemos juntos.- es como un súplica a la que, al final, accedo.
Deposito un pequeño beso en sus labios antes de caer en el profundo vacío de los sueños.
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El delirio de la luna
RomantiekTroy Jupiter es un chico de 17 años con una cualidad especial: es un lobo. Acaba de mudarse a un pequeño pueblo del norte de Estados Unidos y ahí, por fin descubrirá lo que lleva esperando toda su vida. -TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS-