tic-tac....

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 Siempre pensé que mi vida no iba a cambiar, que lo que estaba en mi mente era lo que iba a suceder. Del colegio a la casa, del colegio a la universidad y posteriormente, de esta a un trabajo. Quizás pasarían algunas eventualidades de por medio, pero todo eso lo tenía previsto. Sabía que era un reloj, me movía por tiempo y algún día iba a parar, porque era un reloj sin relojero.

 Pensándolo así, todos podíamos llegar a ser relojes, todos acabaríamos dejando de funcionar. Pero sabía que no era así como pensaba, los demás no eran relojes, los demás tenían sentimientos, mientras que yo no  contaba con ese pequeño detalle. Era literalmente un reloj, funcionaba a la hora y casi nada podía hacer lo contrario. Era un reloj, un reloj defectuoso...

 Mi vida era fácil. No contaba con grandes cosas, pero vivía bien, estudiaba y tenía amigos, cosas que para todos es normal, solo cambiaba el hecho de que tenía que fingir mis emociones cuando hacía todo con alguien más. Ya sea dentro del colegio, conversando con mis amigos, donde podía reír y casi llorar por tanta risa, sabiendo que era una completa actuación. Nunca supe el porqué de esto, pero no me impidió  seguir adelante, lo único que siempre me preguntaba era el como se sentiría reír de verdad y sonreír, como decían algunos, desde el corazón. Algo tan común era lo que no podía entender, sabía que era por alguna reacción en el cuerpo, ocupar músculos faciales y eso, sabía la teoría, sin embargo, seguía sin comprender. A esto no le di mucha importancia, con aparentar bastaba, nadie se daba cuenta y nunca resalté en nada, así que, no tenía problema alguno o eso es lo que creía. Dicen que tu vida puede dar giros tremendos, estar arriba y de repente encontrarte en lo más bajo de todo. Bueno, eso es lo que un día pasó, sin saberlo alguien lo descubrió y lo dijo. 

No me había dado cuenta de que algo así me iba a pasar hasta que encontré entre mis libros una nota. Decía que esperara hasta que todos se fueran del salón, terminandola con un "señor mentiroso".


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