Capítulo 1 ~ Un inesperado compromiso

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Capítulo 1 ~ Un inesperado compromiso

- Papa? – grito entrando en casa. Es inusual que mi padre esté, normalmente a estas horas estaría trabajando.

- Estoy aquí cielo – me contesta des del comedor.

Vivimos en el segundo piso de un bloque de apartamentos al oeste de la ciudad; si separáramos la ciudad en dos mitades me situaríais en la parte de los pobretones, pero yo no lo exageraría tanto, tampoco me chupo los dedos a la hora de comer. El año pasado pintaron la fachada y ha mejorado mucho, hasta tal punto de que han llegado nuevos vecinos hace poco.

Me dirijo hacia dónde sale la voz de mi padre y me lo encuentro sentado en el sillón del comedor viendo la tele.

- No deberías estar trabajando? – le cuestiono mientras dejo la bolsa de la playa y el libro.

- Tengo que hablar contigo – me contesta apagando la tele y enfocando su mirada marrón en mí.

- Estas embarazado? – le pregunto con mi cara seria

- Pero que... ja, ja... muy graciosa, esto es serio Alex.

- De acuerdo, que pasa?

- Verás... es difícil de explicar...

- Hay madre, que has hecho esta vez – le pregunto, cada vez más nerviosa mientras empiezo a dar vueltas a la habitación.

- No he hecho nada! – me responde indignado. – Además lo otro ya te dije que fue mi culpa.

- Pues claro que fue tu culpa! A quien se le ocurriría hacer toples en la azotea!

- Me dijeron que se podía tomar el sol allí! No especificaron!

- Si papa pero no completamente desnudo!

- Es que sino me quedan marcas!

- Da igual papa, dejemoslo, eso ya es pasado, que querías decirme? – le digo, cortando la conversación anterior porque ya estábamos empezando a alterarnos.

- Ah... eso, verás...

- Suéltalo ya, me estas poniendo nerviosa.

- Estas prometida, en un año te casas.

- Qu...Queeee!!

*

- Que estas qué? – me pregunta Alice, mi mejor amiga des de la infancia. Hace unas semanas que no nos vemos ya que son las vacaciones de verano y ella se ha ido a casa de sus abuelos a pasar lo que queda de ellas.

- Prometida – le repito por tercera vez al teléfono.

- No lo entiendo, tu te vas a casar? Pero si apenas tienes 17 años! Por cierto como se llama?

- Si...  – comento sarcástica. – Y no tengo ni idea de cómo se llama ni de quien es.

- Pero como ha podido pasar esto? Aún está permitido eso?

- Por lo visto mi padre y el padre de él han llegado a ese acuerdo y como aún no soy mayor de edad y estoy bajo su supuesta tutela... - resoplo, cansada de hablar de esto.

- Menudo lío, ojalá pudiera estar ahí.

- Bueno, dentro de una semana ya estás aquí, menos mal.

- Y dentro de una semana vuelta al instituto, tienes ganas de empezar ya?

- Tengo ganas de acabarlo de una vez por todas

- Si yo también, hablamos después.

- Adiós, te quiero.- colgó.

No había pasado ni un día des de la noticia de mi padre y ya me estaba estresando con todo esta situación. Ni siquiera había tenido un novio formal y ya estoy prometida para casarme con un chico que no sabía ni como se llamaba, ni la edad que tenía, ni su carácter, ni sus aficiones... ni siquiera sabía si yo le iba a gustar.

No me considero ni muy fea ni muy guapa, se podría decir que soy normal. Tengo el pelo castaño, en invierno es más oscuro pero como estamos a finales de verano y he estado en la playa casi cada día lo tengo más claro. No soy baja ni especialmente alta, me faltan unos centímetros para llegar al metro setenta y mi cuerpo es normal, con curvas en los lugares correctos y una talla de sujetador normal.

En mi vida solo me ha gustado un chico, Will, un chico de intercambio que estuvo en nuestro instituto en primer año, después de cuatro meses hablando y llevándonos genial, me había pedido una cita en la que nos lo pasamos genial y en la que al final hubo beso pero la relación no fue más allá de ahí, en resumen, soy bastante inexperta con el tema chicos.

*

Faltan dos días para que vuelva a empezar el instituto y va a hacer casi una semana desde que no veo a mi padre, esto es lo usual, trabaja como guardaespaldas para un hombre muy rico, no sé para quien exactamente ya que nunca dice nada relacionado con el trabajo. Es por eso que cuando me lo encontré en casa tan temprano la otra vez me extraño tanto... y con razón.

Estoy en casa acabando de leer un libro cuando suena el teléfono.

- Sí? – contesto

- Cielo, soy papá, podrías preparar una maleta? Te paso a buscar en un cuarto de hora – me contesta, se nota que está sonriendo al otro lado del teléfono.

- Como que prepare una maleta? Dónde vamos?

- Vas tu cielo, te vas a vivir con tu prometido

- Cómo? Estás loco? Papa!

- Un cuarto de hora – me canturrea mientras me cuelga.

Definitivamente se le ha ido la cabeza.

15 minutos después

Ni siquiera sé porque he preparado la maleta con mis cosas, supongo que porque aún no me acabo de creer toda esta locura.

Si todo se tuerce, tengo un plan. Hablaré con el chico y romperemos el compromiso, no creo que el quiera casarse con una completa desconocida!

Tan puntual como un reloj mi padre pasa a buscarme en un coche negro con cristales tintados, supongo que debe de ser uno de los del trabajo.

Me subo y automáticamente tengo la certeza de que no volveré a mi hogar en mucho tiempo.

No pasan más de cinco minutos para que me dé cuenta de que dejamos la parte pobre de la ciudad y nos dirigimos a la rica, dónde se ven un montón de mansiones y casas con jardín más grandes que todo mi bloque de apartamentos.

Dos minutos después estamos atravesando unas rejas que dan paso a un camino rodeado de árboles y al final de este se encuentra la casa más grande que he visto en mi vida, encabezada por unas escaleras que dan paso a la puerta de entrada.

- Baja aquí, enseguida viene alguien – me despacha mi padre dejándome delante de las escaleras, con las maletas a un lado y sin tener ni idea de que va a pasar a continuación.

- ¡¿Esto va en serio?!

¿Y por qué no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora