Capítulo 12 ~ Un baile de compromiso. [Parte II]
- Ya puedes mirar querida – me dice la señora Peterson una vez acaba de arreglarme el cabello.
- No es demasiado exagerado todo esto? Nunca me he arreglado tanto para nada.
- Es que esto no es nada, cielín, es la fiesta de tu compromiso y debes estar radiante para el señorito James.
La imagen que me devolvía el espejo era completamente diferente a la que estaba acostumbrada. La señora Peterson me había traído un vestido entallado y hasta las rodillas que hacia resaltar mi figura sin que fuera demasiado perturbador; atado por unos botones que me recorrían toda la espalda, con mangas hasta los codos y de un color verde azulado que hacía resaltar mis ojos.
- Toma querida – me dio el último retoque con unos pendientes en forma de flor que llevan en el centro una piedra que muy sospechosamente podría ser un diamante.
Sin ningún tipo de accesorio más que eso, y todo coronado con una trenza con volumen hacia un lado.
La señora Peterson había conseguido darle volumen sin parecer excesivo y que se viera bien.
- Estás preciosa – me dice colocándome las manos en los hombros mientras me mira a través del espejo.
No he podido articular palabra desde que me vi por primera vez. Salgo de mi ensoñación pasajera y le contesto.
- Mu...muchas gracias
- No hay que darlas querida, me lo he pasado muy bien preparándote, y ahora, disfruta de la fiesta, eres una de las protagonistas – acaba sonriendo.
Me siento muy bien con ella, me hace extrañar más que nunca el no haber tenido nunca una madre. No haber recibido su ternura ni sus consejos, sus enseñanzas, su experiencia. Aunque mi padre siempre intentó ser las dos figuras paternas es difícil no extrañar algo más.
- Señorita, la están esperando – nos dice Henry a través de la puerta.
Venga Alex, tú puedes, sólo es tu fiesta de compromiso, donde habrá un montón de personas desconocidas y asquerosamente ricas.
*
- ... Mis nietos son unos desagradecidos, les compré un coche y todavía no han venido ni a darme las gracias... - me sigue diciendo la señora Debbie.
Bien Alex, utiliza esa cabecita loca que tienes y a ver si consigues salir de esta.
Media hora, media hora llevo escuchando las quejas de esta señora que me ha pillado por banda nada más bajar al salón.
- Señora... - comienzo a decirle siendo cortada de golpe por una imagen impactante.
James, al final del salón, vestido con un traje, está hablando con unos señores que no conozco de nada, está guapísimo, elegante, le hace ver muy sexy. No puedo dejar de mirarle, seguramente estaré con la boca abierta de lo sorprendida que me he quedado.
No puedo evitar notar como, a pesar de nuestra distancia, nota mi mirada en él y su cara va adquiriendo un tímido sonrojo. Es entonces cuando conecta su mirada grisácea en la mía, y ya definitivamente no puedo ni podría apartarla.
La señora Debbie debe de seguir hablando pero no me estoy enterando de nada; a pesar de la cantidad de personas que hay en el salón con solo conectar las miradas me siento la mujer más hermosa que hay, me siento femenina.
No ha dado ni dos pasos en mi dirección cuando noto como una rubia se le acerca y le coge por el brazo con actitud de posesividad.
Abigail Brington
Noto como se empiezan a desatar de mi un montón de celos; celos de lo bien que le queda el vestido, del contacto al tocarle el brazo, la elegancia y soltura con la que se mueve entre la marea de gente.
Basta Alex, celos? Y una mierda.
Me voy, salgo caminando del salón en busca de un rincón que me pueda dar paz y tranquilidad, algo que deseo en estos momentos con ansias.
Voy mirando al suelo de tal manera de que acabo chocando con un muro de músculos.
- Lo siento – murmuro mientras me palpo la nariz, me duele tanto que podría estar rota, pero de que está hecha esta persona.
- ¿Estás bien? – pregunta una voz suave muy por encima de mi cabeza.
- Sí – le digo sin mirarlo y huyendo de allí.
No se me ocurre un sitio más tranquilo que la biblioteca, así que es allí donde me dirijo.
*
- Sabía que te encontraría aquí, te estaba buscando sabes? – me pregunta James entrando por la puerta.
- Se nota, hace poco que he dejado la fiesta – digo irónica pues llevo un buen rato aquí. – Si sabias que estaba aquí habrías tardado menos.
- Me interceptaron un par de personas y mi padre me hizo quedarme para charlar.
No contesto, ahora mismo estoy más concentrada en mirar como una mosca intenta colarse a través de la ventana que en él.
- Qué te pasa? – me pregunta instantes después mientras se sienta en la silla enfrente de mí.
Pienso en decirle que no me pasa nada pero antes de poder decir eso ya estoy diciendo lo que mi corazón verdaderamente quiere decir.
- Te tocó
- Cómo?
- Dejaste que te tocara.
- Quien?
- Abigail! – alzo la voz, exasperada por sus cortas respuestas.
- Ah, ya.
- Ah, ya? – exclamo sorprendida sin poder entender nada.
- Si, que pasa?
- Cómo que qué pasa? A mí no me dejas tocarte, te apartas como si tuviera la lepra y viene otra y puede hacerte lo que te dé la gana? – digo exasperada, no me esperaba eso de James.
Baja la cabeza.
- Es diferente – comienza diciendo con un tono más bajo y suave.
- Cómo diferente?
Se empieza a sonrojar.
- Oh dios mío! – medio grito. – La amas – afirmo mientras la voz se me entrecorta y me empiezan a entrar unas ganas de llorar terribles.
- Eso.... – comienza diciendo pero le interrumpo.
- No hace falta que me digas nada más, no te preocupes, yo se lo explicaré a tu padre, seguro que se alegra por ti, después de todo es rica y bonita – empiezo a hablar con una sonrisa tensa y sin poder remediarlo se me escapan lágrimas silenciosas que acompañan a mis palabras.
Estoy caminando hacia la puerta cuando de repente se levanta como un resorte, con la cara desencajada pero aun completamente rojo.
- Es porque eres tú! El sonrojo, la timidez, todo! Es porque eres tú! Contigo me siento diferente, vivo, real.
- N-no puede s-ser.
- ¿Y por qué no?
Muda, me quedo viendo como poco a poco va acercándose a mí.
ESTÁS LEYENDO
¿Y por qué no?
Novela JuvenilUn niño rico, una chica pobre y un compromiso de por medio. Típica historia? Ni de coña Alexa es una chica alegre y positiva de 17 años que a temprana edad perdió a su madre y desde entonces vive sola con su padre. James no es el típico snob, con un...