Cinco

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Castiel sacó un preservativo, me levantó del sofá y me quitó los pantalones, seguido la camiseta. Me tiró de nuevo en el sofá y me abrio las piernas, acerco su rostro a mi clitoris y lo lamió.

-Aah, Castiel.

Castiel me miró, sonrió.

-Por lo que me dice tu vagina es que te pongo mucho, no?

No me dió tiempo a contestar, Castiel me cogió en brazos y me estampó contra la pared, me miró y me besó. Mientrás nos besabamos, él se bajaba los pantalones, me miró y ahí iba, sentí en la entrada de mi vagina su pene, que entraba lentamente haciendo que disfrutará cada movimiento. Cuándo la tenía completamente dentro de mí empezó a darme fuerte contra la pared. Me bajó de sus brazos, y me pusó a cuatro patas sobre el sofá, metió sus dedos índice y corazón dentro de mí. Me estaba haciendo rebosar de placer. Castiel me dejó encima del sofá, mientrás él se ponía el preservativo. Volvió a meterla y seguidó la saco, así varias veces, volvió a bajar su rostro hacía mi vagina, volvió a lamerlo.

-Esto no tiene comparación con lo de antes, me estas volviendo loco.

Castiel me dió la vuelta y me miró. Me agarró de el cuello sin hacer fuerza para que lo mirara.

-Dime que quieres que sea tuyo.

-Q-Quiero que seas mío.

-Más fuerte, que se enteren los vecinos.

-Q-Quiero que me hagas tuya- Grité.

En ese momento la cerradura de la puerta de casa sonó.

La vida de SucretteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora