38. Un nuevo Nath

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Después de acabar cada uno nuestra cerveza, decidí irme a casa.

Está vez decidí ir sola.

-Tranquilo, no hace falta que me acompañes, hoy iré yo sola- Le dí dos besos para despedirme.

Nathaniel se despidió, y se fue por el lado contrario al mío.

Estaba un poco de lejos.

-Oh, mi bolso.

Volví al lugar en el que estaba.

-Mierda...

-Buscabas esto?

Alguien me hablo por detrás, era Nathaniel que sostenía mi bolso.

-Oh, gracias. Pensé que te habías ido.

-Y lo he hecho- Me sonrió.

No lo entendí muy bien, pero decidí no decir nada.

-Te acompañó a casa.

-No, yo puedo ir sola.

-Insisto.

No parecía el Nathaniel de siempre, parecía un Nathaniel nuevo.

Nathaniel me acompañó, íbamos andando por las calles sin decir nada. Esto era un poco incómodo, Nathaniel y yo siempre hablábamos de algo, nos llevábamos bien, y estábamos agusto. Sin embargo esta vez era diferente, hasta hace unas horas estaba bien con él, y ahora...

-Sucrette, no sientes nada por mí?

-Qué? No, sabes que somos amigos Nath, no sé a que viene esta pregunta.

El chico parecía divertirse.

-Qué es tan divertido?

-No, nada.- Volvió a reir.

Me estaba cansando de aquella situación.

Vi unos tatuajes que nunca había visto en él.

Pero preferí no decirle nada.

Nathaniel paró y sonrió,

Yo me acerqué a él.

-Qué es lo que pasa?

Nathaniel se acercó a mí, me cogió por detrás del cuello, y me dijo..

-Tú no sabes quién soy en realidad, y él tampoco.

-A que te refieres?

Nathaniel no me dijo nada, simplemente sonrió, y volvió a andar dejándome atrás.

-Vienes?- Me pregunto desde delante.

Corrí, poniéndome al lado de él.

-Qué es lo que has querido decir?

-Ya lo entenderás.

Ya estábamos enfrente de la puerta de mi casa, y Nathaniel seguía sin decirme lo que pasaba.

Nath se me acercó, de nuevo. Era la primera vez que me ponía tan nerviosa con él, por que me pasaba esto? Él sólo era un amigo.

Nathaniel rozó mis labios, pero sin besarme. Después se distanció y me dijo:

-No lo vas a tener tan fácil.

Nathaniel se giró y empezó a caminar, mientras yo miraba como él se marchaba.

La vida de SucretteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora