35. El camarero

124 11 7
                                    

Me levanté, no tenía ganas de estar encerrada en casa. Castiel seguía durmiendo. No quería despertarlo, salí de su habitación y me dirigí hacía la mía para vestirme y peinarme.

Rosalya me había enviado un whatsapp, quedaríamos para hablar.

Me puse unos vaqueros, y una camiseta cualquiera. Entré al baño, me peine y maquille un poco.

Baje las escaleras, y salí de mí casa.

-Hola- Sonreí- Cuánto tiempo.

Rosalya me abrazo.

-Vamos a tomar algo?

-Vale.

Mientras caminamos, Rosalya iba hablandome.

-Sabes, mi novio me dejo. Le conté lo que paso entre nosotras.

-Rosalya, sabes que yo no...

-Lo se- Me interrumpió.- He descubierto que lo soy por otra persona, una de mis mejores amigas. Siempre he sentido mucho cariño por ella, y la quiero, es con la persona que mejor me siento.

-Ah, sí? Eso es genial Rosalya, me alegro michisimo- La abracé.

-Sí, pero hay un problema.

Rosalya se calló, antes de contarme aquel problema entramos a un pequeño bar que había por allí.

Nos sentamos en una mesa para esperar a que nos atendieran.

-Qué problema hay?

-Ella tiene novio...

No sabía que decir, la verdad era incómodo.

-Tú qué harías si te pasará eso?

-Creó que no debes de rendirte, ves a por ella.

-La verdad que no me rindo, se que ella también siente algo por mí, sabes? Pero no está segura, esta bien con ese tal Alexy.

-Alexy?

-Sí, su novio.

Me quedé sorprendida, estaba hablando de Violetta?

Mis pensamientos se esfumaron cuándo un chico alto, rubio se nos acercó.

Me miró y me ofreció una de sus mejores sonrisas.

-Buenos días, que os pongo?- Preguntó sin dejar de sonreír.

-A-A mi m-me pones una cocacola- Dije cortada.

-A mí me pones un café con leche Nath.

Al parecer Rosalya ya sabía que aquel chico trabajaba aquí. No lo conocía muy bien.

Lo miré mientras se iba a por las bebidas.

-Uh, esa mirada...-rio- Te gusta?

-Q-Que? No!

Nathaniel regreso, con una bandeja, nuestras bebidas, y algunas otras más.

Sirvió dos o tres mesas más, y desapareció durante un rato.

-No está mal que te guste, por que no se lo dices?

-Rosalya, no me gusta. Ya tengo bastante.- Le conté todo lo que me había pasado con los chicos.

-Creó que no tienes que apurarte, es normal que tardes en decidirte, tendrás que conocerlos antes. No conocías a ninguno hasta que llegaste, menos a Kentin. Debes de conocer a gente, salir y divertirte. Es lo que pienso.

Iba a hablar cuando Nathaniel se acercó.

-He acabado mi turno, puedo sentarme?

-Sí, claro. Te dejo con Sucrette, acabo de acordarme que he quedado.

Miré a Rosalya, la mataría allí mismo.

Rosalya salió del local mientras yo me acababa mi bebida.

-Sucrette, te apetece ir a dar una vuelta esta noche? Eres la única persona que no conozco de por aquí.

No estaba muy convencida, pero aquel rubio me parecía simpático.

-Vale-acepte.

-Genial.

Intercambiamos los números, y después cada uno fue para un lado.

A lo mejor no estaba mal tener un amigo, el entendería mejor los pensamientos de Castiel, y los demás. A lo mejor, y con suerte los conocía.

Caminé hacía mí casa, cuándo enfrente de la puerta, estaba Castiel y Debrah.

Que hacían ellos juntos?

Esa chica tocaba todo lo que me importaba, pero ya estaba, Castiel sabía que lo que escuche ayer me dolió.

Pasé por delante de ellos, mientras me miraban, abrí la puerta y cerré de un portazo.

-Qué coño le pasa a esta?

Escuché que decía Debrah.

Me dirigí hacía la cocina, cogí un huevo de la nevera, subí a mí habitación, me asomé a la ventana y, le tire el huevo a la cabeza a Debrah. Sin esconderme.

-Hija de puta.

-Perdona, se me ha caído.

La vida de SucretteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora