Llega la vida

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Estoy asustada, mentiría si dijera que no lo estoy.

Voy tumbada en la camilla a donde Dios sabe.

Llegamos a una habitación, donde no hay nadie. Y veo a Kentin discutir con alguien por no dejarle pasar.

Respiro fuertemente.

-Relájese.- Me dice uno de los médicos.

Lo intento, cierro los ojos y cuento de 1 al 10 una y otra vez.

Intento no abrir los ojos en el rato que me espera.

Voy con una bata blanca que me pusieron, me abren las piernas. Veo a una enfermera con una toalla blanca, muchas luces a mi alrededor.

-Empuja- Me grita uno de los médicos. Parece él más nervioso que yo.

Empiezo a empujar y a llorar a la vez.

-Me duele- Digo llorando.

Había negado la epidural, ya que quería sentir que mi hijo llegaría, que hay dolores bonitos también.

Seguía empujando, pero notaba que nunca saldría. Me estaba muriendo del dolor.

-Su cabezita asoma- Dijo la enfermera.

Sigo haciendo fuerza.

-Ya falta poco.

Justo en ese momento veo a Kentin entrar que al parecer se deshizo de el hombre que no le dejaba entrar.

-Es precioso- Miro a la enfermera. Sostiene algo en sus manos. Me lo entrega. Y comienzo a llorar.

Kentin se acerca a mi emocionado.

-Es mi hijo...-Comienza a acariciarle la cabeza con delicadeza. Después me mira.

-No sabes cuanto lo estado deseando- Me besa, con mi hijo entre los brazos.

-Hacía tanto tiempo que quería besarte.

Yo le sonrio y miro a mi hijo.

-Como le va a llamar?- Me pregunta la enfermera sonriendo.

La miro.

-Se llamará Ken.

La enfermera sonríe.

Kentin me mira.

-Lo dices enserio?- Dice emocionado.

-Sí. Creo que mereces después de todo esto.

Kentin me vuelve a besar, se le ve feliz.

Ninguno de los dos esperábamos esto.

Uno de los enfermeros se acerca a mi y coge a mi hijo en brazos.

-Lo voy a dejar en la cuna. En dos días podrá salir.

-Perfecto.

2 horas después.

Me levanto de la cama, aunque me duele todo el cuerpo.

Voy hacía la cuna de Ken. Esta dormido. No me puedo creer que haya tenido un hijo de Kentin. Estoy feliz. Voy de nuevo hacia la cama. Kentin se quedó dormido en el sofá. Cojo una manta y lo tapo.

Mi móvil suena alarmandome.

1 WhatsApp.

Lo abro.

Nathaniel: Cariño, esta noche no iré a dormir. Siento mucho lo que a pasado esta mañana. El jefe me tiene hasta los cojones.

Cabrón, aun sigue mintiendo. Debería de ir y decirle que hablé con su jefe. Pero ya no vale la pena nada de esto, es hora de ser feliz.

Dejo mi móvil en el momento de que alguien me abraza por detrás, me giro y allí está Kentin. Al que abrazo con fuerzas.

-Hoy es el día soñado.

Kentin me besa y después se dirige hacia nuestro hijo, al que besa y coge en brazos. Se que será un buen padre.

La vida de SucretteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora