Después de la fiesta (I)

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Me levanté a las 10 de la mañana con muchas ganas de empezar el día.

Sofía aún seguía dormida y no me extrañaba.

De repente sonó mi móvil y me asusté ya que estaba intentando no despertar a Sofía. Pero ella siguió durmiendo yo creo que ni un terremoto la hubiese despertado.

Fui a mirar el móvil y era un número desconocido. Seguramente era Marco.

Me sorprendió y sin darme cuenta tenía una sonrisa en mi cara.

Número desconocido: Hola, ¿Quieres que desayunemos juntos?

Yo: ¿Quién eres? ¿Un acosador?

Me reí. Aprovecharía un poco la situación.

Número desconocido: ¿Qué? ¡No!

Yo: Entonces ¿Quién eres?

Número desconocido: Soy Marco... ya sabes...el chico de la fiesta.

Yo: ¿Marco? No conozco ningún Marco.

No pude contener la risa. Seguro que estaba muy nervioso.

Número desconocido: Sabes perfectamente quién soy, Isabella.

Yo: Creo que te dieron un número equivocado, aquí no hay ninguna Isabella.

Número desconocido: ¿Qué? Pero ella...

Ya me empezaba a dar pena, pero fue una buena broma.

Yo: Tranquilo, es una broma.

Número desconocido: Uff, menos mal, pensaba que le estaba hablando a una señora o a algo peor.

Yo: JAJAJAJAJA

Número desconocido: No tiene gracia T-T

Yo: Si que la tiene, chico solitario.

Número desconocido: Bueno chica bromista, ¿vendrás a desayunar conmigo?

Yo: Si, me encantaría.

Número desconocido: A las 10:30 en la cafetería de la universidad.

Yo: Vale, hasta luego, inocente

Número desconocido: Hasta luego, bromista

Me puse el vestido de flores, el que no me puse anoche y me alisé el pelo ya que las ondulaciones de ayer se me habían destrozado.

No sabía por qué pero estaba nerviosa.

Llegué a la cafetería y lo primero que pude ver fueron los preciosos ojos azules de Marco, el chico solitario.

No me había dado cuenta de lo bonitos que son sus ojos.

-Hola, Marco- le dije

-Hola, Isabella. Que guapa estás -dijo dándome su mejor sonrisa

Me sonrojé, en ese momento sentí como mi corazón iba a mil por hora.

No sabía que era lo que me pasaba. Pocas veces había recibido cumplidos

-Muchas gracias, tu también estás guapo- dije sonriendo

Él se sonrojó al igual que yo

-De nada y gracias ¿Qué quieres tomar? - dijo

-Me gustaría tomar un café con leche

-Dos cafés con leche, por favor- le dijo al camarero

-¿A ti también te gusta el café con leche? - le pregunté

-Pues sí, es una de las cosas que tenemos en común- dijo mirándome a los ojos

Cuando me mira y veo ese azul en sus ojos es como si subiera al cielo.
Aún no entendía esa sensación, pero pronto lo haría.

El camarero vino y dejó nuestros cafés en la mesa, sacándome de mi trance.

-Isabella me gustaría saber más sobre ti- dijo él

-¿Qué quieres saber? - le dije

-¿Por qué viniste a esta universidad?

-Porque siempre ha sido mi sueño venir a estudiar al extranjero- le contesté mientras echaba tres sobres de azúcar al café.

-Ya sé otra cosa sobre ti- dijo

-¿El qué? - le dije

-Que te gusta echarle mucho azúcar al café- dijo riéndose

-Es que no me gusta lo amargo, me gusta lo dulce, mira ya sabes otra cosa sobre mí - le dije riéndome

-Estoy aprendiendo mucho- dijo

-Hemos hablado mucho sobre mi ahora te toca a ti- le dije

-Vale-me contestó

-¿Por qué y desde cuándo estas en Londres? - le pregunté

-Hace tres años vine a vivir a Londres, me fui a vivir con mis tíos porque mis padres murieron y me quede huérfano- dijo con la mirada perdida

-Lo siento mucho no lo sabía, yo perdí a mi madre con tan solo 5 años y mi padre está siempre trabajando y nunca me hace caso- le dije con una mirada triste

-Veo que tenemos más cosas en común de las que esperaba- dijo

-Pues sí- contesté

Seguimos hablando 1 hora más sobre cosas graciosas que nos habían pasado en la infancia. Estuvimos todo el rato riendo.

Sentí que Marco era un chico al que le podía contar cualquier cosa.

Cuando dieron las doce salimos de la cafetería y sin esperármelo Marco me tomó de la mano.

Cuando lo hizo me puse roja como un tomate y gracias a Dios creo que no se dió cuenta.

Caminamos hasta el jardín de la universidad y nos sentamos. Quería saber más sobre él.

-Si tuvieras que elegir entre el amor y el dinero ¿cuál elegirías? -le pregunté

-El amor porque el dinero no te sirve de nada si no tienes con quien compartirlo-me contestó

-Es lo mismo que pienso yo-le dije sonriendo

-Me encanta tu sonrisa-me dijo

-Y a mí tus ojos -le dije

Ambos nos reímos y nos miramos a los ojos y era como si solo estuviéramos él y yo en el universo. En ese entonces no entendía ese sentimiento, no sabía lo que era el amor ya que nunca lo había experimentado por mí misma.Creo que esa fue una de las mejores mañanas de mi vida.

Eran las 12:30 y quería quedarme más tiempo con él pero tenía que volver para irme con Sofía a comer a las 13:00.

-Me ha gustado mucho estar contigo pero me tengo que ir -le dije

-A mí también me ha gustado mucho. Hasta pronto Isabella- me dijo

-Hasta pronto Marco - dije mientras caminaba deprisa con una sonrisa en la cara.

Llegué a la puerta de mi habitación y había algo que desprendía una luz como mágica. Me sorprendí al ver aquella luz, era cálida y te hacía sentir bien. Lo cogí y era un colgante de diamantes.

La leyenda del colganteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora