De fiesta

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Alex



Cuando la vi correr hacia mi y preguntar si aún podía acompañarme, tengo que reconocer que me sobresalte de la emoción. Sin querer, ya se había convertido en una amiga para mi, en una bastante importante. Nunca me había pasado esto con nadie, conectar a este nivel en tan poco tiempo.

Su expresión tenía algo extraño, no sabría decir qué era. Su boca mostraba un sonrisa pero, en sus ojos podía reconocer un brillo distinto. Sus ojos. Esos increíbles ojos verdes que miraban directamente a los míos.

Le pregunté si quería cambiarse pero me dijo que prefería no volver a casa, no me reveló la razón, tampoco quise atosigarla preguntando. Ambas estábamos suficientemente decentes como para ir así, por lo que yo tampoco quise hacerlo. Simplemente llegamos a mi casa, cogimos el coche y nos fuimos.

Tras conducir un rato, llegamos a casa de mi amigo Derek. Lo cierto es que él si era de mis buenos amigos de cuando vivía aquí, por lo que me daba pena decirle que no a su fiesta, habría tenido que venir aunque Sam no me acompañara.

Aparcamos, toque el timbre y él nos recibió con una sonrisa. Me dio un gran abrazo efusivo de los suyos.

-¡Que pasa Lex!, me alegro de que al final hayas podido venir. Hace tanto que no te veía tía...-. La verdad es que había extrañado que me llamara así, era el único que lo hacia.

Lo que no había extrañado era lo mujeriego que era. A mi se había alegrado de verme pero, no tanto como se había alegrado de ver a Sam. La estudio de arriba a bajo con la mirada sin ningún tipo de reparo. No sabría decir por qué, pero me molesto.

-Hola a ti también guapa-. Le dijo a ella. Sam sonrió incómoda.

No era de extrañar que le entrara de aquella manera, Samantha era una chica preciosa, y con el historial de él lo raro hubiera sido que no lo intentara.

-La verdad es que hay cosas que no cambian ¿eh Dek?-. Respondí yo al ver que ella no decía nada. Pase un brazo por los hombros de Sam, que me miro con una media sonrisa y nos dispusimos a entrar.

Derek la tomo por el brazo suavemente para que se detuviera. Ella miro hacia atrás a la espera de lo que iba a decir. Él puso una de sus sonrisas pícaras.

-Si quieres... luego, cuando te deshagas de la pesada de Lex-. Le dijo mirándome con una mueca burlona. -Podríamos ir a dar una vuelta por ahí nosotros solos...

Me dispuse a abrir la boca para responder pero ella se me adelantó.

-Gracias por la invitación pero lo que menos me apetece es deshacerme de Alex-. Respondió con una sonrisa, que se tornó en más amplia cuando me miro y tomo mi mano para tirar de mi y entrar de una vez a la casa.

Me quede un instante como en shock. Vamos, que si, la respuesta había estado bien, claramente se quería deshacer de él pero... Pero yo, no se realmente como me sentí. ¿Ilusionada?. ¿De verdad me gusto tanto que prefiriera estar conmigo?... Es que su manera de decirlo "Lo que menos me apetece es deshacerme de Alex...". Sus palabras se repetían en mi cabeza. No termine de entender aquellos sentimientos, "debo de tener el día tonto, más sensible de lo normal", pensé. Me pego fuerte con esta amistad la verdad. Cuando mis amigas ligaban pues me daba igual, y que se fueran con ellos y me dejarán sola, tres cuartos de lo mismo. Sin embargo, comprendí en ese momento que de ella no me habría dado igual.

Una vez dentro decidimos ir a la cocina a por algo de beber.

-Siento que hayas tenido que aguantar a Derek-. Le dije de camino. Ella rió.

-No te preocupes, no es culpa tuya.

-Claro que si, tendría que haberlo previsto. Era obvio que iba a intentarlo. Nunca puedo presentarle a una chica guapa...-. Lo último era más un pensamiento que algo que quisiera decir en voz alta pero, se escapó de entre mis labios sin poder contenerlo.

La mire un poco esperando su reacción. No se por qué me alteraba tanto decirle algo así. Tan solo era decir la verdad.

-Lo que me extraña es que no intente ligar contigo... Si le gustan las chicas guapas...-. Me dijo en un hilo de voz.

-Supongo que es porque soy su amiga...-. Comencé a contestar sin darme cuenta si quiera de lo que me había dicho. No pude evitar sonreír como una tonta. De nuevo sin saber por qué.

Estar con ella significaba siempre hacer o decir cosas, que le diría a cualquiera otra persona tranquilamente, como si fuera algo del otro mundo. Yo estaba acostumbrada a ser impulsiva, a intentar no comerme mucho la cabeza pensando diez mil veces lo mismo. Sin embargo, con ella terminaba pensando las cosas demasiado.

-...D-de hecho por eso me llama Lex, casi me ve como un chico, por mis aficiones y eso...-. Por favor como odiaba comportarme como una niña tonta y tímida. Yo no era así normalmente.

La fiesta estuvo bien la verdad. Nos sentamos un rato a charlar tranquilamente en el sofá, bailamos también varias veces y tomamos un par de copas. No nos libramos de la visita de algún pesado con burdos intentos de galantería, pero de resto nos reímos bastante.

Ya se hacía tarde por lo que decidimos irnos. Caminamos hacia el coche y cuando me dirigía a abrir la puerta del conductor Sam me detuvo. Le interrogue con la mirada.

-Se que es tu coche, pero no vas a conducir así. Déjame conducir a mi-. Me reí un poco.

-Pero si tu también has bebido. Además yo estoy perfectamente-. Creo que el hecho de que se me escapara la risa de nuevo tras decir esto me hizo perder cierta credibilidad.

Quiso mirarme con cara sería pero no pudo, a ella también le había afectado algo lo que había tomado, aunque es cierto que bebió menos que yo.

Al final accedí, después de mucha insistencia por su parte. Ella parecía estar bien, conducía sin problema. Me quede un instante mirándola, sin pensar en nada realmente, hasta que el sueño pudo conmigo, lo que para mi fue un minuto, que en realidad fue todo el trayecto a casa.

Me despertó el cese del movimiento del coche. Aún así, no abrí los ojos. Sentí una caricia en el hombro y escuche en un susurro mi nombre. Un escalofrío recorrió mi espalda. No reaccione aún, pensé que sería divertido asustarla. Me percate de que comenzaba a impacientarse y que cada vez se iba elevando el tono de su voz y la fuerza con la que me agitaba al llamarme.

Ya comenzaba a darme pena, parecía muy nerviosa, había empezado a moverse sin saber que hacer y a casi gritar mi nombre. Comencé a reírme, abrí los ojos y ella me miro con cara de incredulidad.

-¡No puedo creer que me hayas hecho esto!-. Me dijo casi a gritos, yo me reí y ella empezó a darme pequeños golpes a modo de venganza.

-¿Es que estas loca, sabes el susto que me has dado?-. Me puso cara de indignada. Le pedí disculpas, pero parecía igual de enfadada. Coloque mi mano encima de la suya, que descansaba a un lado de su asiento y la acaricie.

-De verdad, lo siento... No sabía que te ibas a asustar tanto. He bebido pero no tanto como para morir-. Le dije con una sonrisa apenada. Ella suspiro.

-Idiota...-. Susurro.

Entonces, sin que yo lo esperara en absoluto, me abrazó. No pude más que responder a su abrazo con una sonrisa. Luego me soltó y miro hacia el frente.

-Bueno creo que es mejor que me vaya poniendo en marcha-. Yo asentí, hasta que miré confusa a mi alrededor.

-Un momento, ¿Qué hacemos en mi casa?-. Le dije extrañada. -Teníamos que ir a la tuya.

-Ya claro, y luego dejarte conducir como estabas hasta tu casa desde ahí. No importa ahora voy caminando a mi casa. Sabes que esta cerca-. Me dijo en tono práctico.

-Si pero no pretenderás que te deje ir sola a casa desde aquí a esta hora. Son más de las cinco-. En su cara apareció una expresión de sorpresa.

-¿Qué dices?, mi madre va a matarme-. Parecía preocupada.

-Si quieres te puedes quedar en mi casa-. Respondí simplemente, sin pensarlo demasiado.

-¿Por qué crees que es mejor no aparecer por casa que llegar tarde?-. Me dijo riendo. - Creo que ya no le esta llegando bien el riego a tu cerebro-. Solté una carcajada irónica.

-Listilla, te quedas en mi casa y así le puedes decir a tu madre que llegaste a la hora que tu quieras.

Lo pensó un instante, hasta que la convencí. Salimos del coche y entramos a mi casa. Ambas estábamos agotadas, subimos directamente a mi cuarto y le deje algo de mi ropa para que se cambiara. Ya vestidas para dormir, nos metimos en la cama, suerte que la mía era más grande de lo habitual, por lo que era muy cómoda.

Nos acostamos de lado, una en frente de la otra, mirándonos. Hacía un poco de frío, la sentí temblar y pose mi mano en su costado, por debajo de las sábanas. Le roce intentando hacerle entrar en calor. Al principio lo hice dudosa pero, mis dudas se esfumaron cuando la vi sonreír.

-Buenas noches-. Le dije en un susurro. Ella me respondió del mismo modo y cerro los ojos tras soltar un pequeño suspiro.

No se cuanto tiempo, pero pasé un buen rato mirando su rostro, mientras dormía de forma apacible, hasta que me venció el sueño.

Irresistible... tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora