Irresistible... Tú y yo

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Alex

Me quedé en silencio impresionada por lo que acababa de pasar. Sin más, me dirigí a mi casa mirando todo el camino mis pies. Me sentía mal, desanimada, desilusionada... No esperaba que le pareciera lo mejor del mundo pero si que al menos no se lo tomara tan a mal. Ni siquiera me dejo darle otras opciones, aunque sinceramente una relación a la distancia no entraba dentro de mis expectativas, nunca fue algo en lo que estuviera de acuerdo pero por ella... Por ella dejaría todos esos pensamientos a un lado sin duda. Sin embargo, no me dio tiempo si quiera a proponerlo. Quizá es mejor así. La amo, de eso no hay duda, pero no se sí quiero hacerle esto a ella, ponerla a esperar por alguien que a saber cuando podría volver a tener a su lado. Sin duda quería algo mejor para ella, alguien que esté a su lado, que la cuidé y siempre esté para ella.

Llegué a mi casa sintiéndome muy mal, después de todo, ella era lo mejor que yo tenía y ya no estaría a mi lado. Ahora dolía pero dentro de tres días sería aún peor, porque sin duda en ese momento es cuando la habría perdido del todo. Pasé esos días encerrada en casa, sin hablar con nadie, sin saber de nadie y cuando digo de "nadie" me refiero a ella, a Sam. Ni una llamada ni un mensaje, aunque supongo que yo tampoco he intentado ponerme en contacto con ella así que por qué iba a hacerlo Sam... Debo admitirlo, lloré cada noche y cada vez que el recuerdo de lo nuestro llegaba a mi mente, intentaba consolarme repitiéndome una y otra vez que esto era lo mejor, pero no se sentía así. Las lágrimas recorrían mis mejillas mientras terminaba de llenar la maleta, si es verdad que no nos íbamos definitivo, sin embargo tampoco sabía cuando iba a volver y debía meter todo lo posible. Nos montamos en el coche a eso de las 6 de la mañana, el vuelo salía a las 7.45 y quedaba un poco lejos el aeropuerto. Miré por última vez mi casa para volver la vista hacia mi móvil. Ni una simple señal de vida de Sam. Decidí apagar el móvil y ponerme los auriculares para escuchar música a todo volumen, no necesitaba ni oír mis propios pensamientos o me echaría a llorar de nuevo.

Llegamos al aeropuerto y aparcamos el coche para entrar. Con todo ya listo y las maletas embarcadas, nos sentamos a esperar nuestra llamada, que no se hizo mucho de rogar. El número de nuestro vuelo se escucho por la megafonía y sentí mi corazón detenerse, supongo que en el fondo deseaba o mejor dicho, tenía la esperanza de que algo pasara de que no se quedara todo así. Pero nada de lo que yo quería iba a pasar, ya no había marcha atrás, todo lo que yo podía esperar que sucediera no paso y me resigne a simplemente seguir a mi padre hacia la pista, hacia el avión. Nos subimos al avión y buscamos nuestros asientos. Justo en los asientos anteriores de los baños y la zona de azafatas. Yo me sentaría con mi padre y Bianca con Kate, mi padre sabe que no estaba preparada para estar tanto tiempo con Bianca aún, a pesar de que ahora ella parecía tan preocupada por su padre que no me prestaba tanta atención. Mi padre se sentó a mi lado después de guardar su equipaje de mano en el compartimento, aunque yo ni le miré. No es que estuviera enfadada con él, es sólo que no me sentía demasiado bien como para querer hablar. Cosa que como siempre mi padre ignoraba a propósito, para ser un hombre hablaba mucho de los sentimientos, a veces deseaba que fuera algo más simple como los demás, sin embargo rápidamente me arrepentía de haberlo siquiera pensado.

-¿Estas bien Alex?-. Me preguntó con cara de preocupación. Yo solo le miré. -es verdad perdona, es una pregunta estúpida...-. Bajó la mirada y yo me alegre de que mi padre no necesitara palabras para entenderme. -hija... Todo en la vida pasa por algo.

Fue lo último que dijo, para luego concederme el favor que le había pedido en silencio, simplemente eso, que no lo habláramos más. Los minutos comenzaron a pasar y cuando el piloto y las azafatas empezaron con las típicas instrucciones y parecía que estábamos a punto de despegar, el piloto informa de un contratiempo que retrasa la salida del vuelo. Entre los murmullos cada vez más altos de la gente, escucho como una de las azafatas más cercanas habla con otra sobré un obstáculo en la pista, miro a la pista esperando encontrarme con el problema, cuando escucho un revuelo detrás de mi. Se ha vuelto ha abrir la puerta del avión y ha entrado lo que parecía un trabajador del aeropuerto, por su chaleco reflectante. Le dice algo a las azafatas y estas miran hacia mi. Miro a mi padre confundida cuando me piden que salga un momento del avión. Bajo las escaleras del avión seguida por mi padre y al pasar el último escalón y llegar a la pista me quedo paralizada por lo que veo.

Sam

La veo bajar las escaleras con una auténtica expresión de confusión en su cara. ¿Cómo puede ser tan hermosa? Pienso mientras la veo posar sus pies en la pista. Me mira, y lo hace como sí fuera la primera vez que lo hace, con ese brillo especial en sus ojos, de curiosidad, expectativa y, a pesar de todo, tranquilidad y familiaridad. Se acerca a mi deprisa, a pasos gigantes pero algo vacilantes. Llega hasta mi y me mira, esperando una explicación supongo, una explicación que de verdad me gustaría tener, pero no tengo. No se qué me llevó hasta allí, ni a armar todo ese revuelo para que pararan el avión, como tampoco por qué estoy ahora frente a ella cuando me prometí a mi misma dejarla ir sin el lastre de tener a alguien aquí esperándola. Y a pesar de todo eso aquí estoy, mirándola fijamente sin saber que decir. Sé qué hay más gente al rededor, sé que nos miran pero yo sólo puedo verla a ella. Sus ojos se clavan en los míos y soy incapaz de decir nada y cuando pienso que me ahogaré en mis propias palabras, sin más, me toma de la mano y tira tan fuerte de mi que acabo apoyada contra su pecho sintiendo sus brazos a mi al rededor. Superada la sorpresa, la abrazo con fuerza y por fin se liberan mis lágrimas contenidas del momento y, con ellas, todo mi ser.

-¿Qué haces aquí?-. Me pregunta con voz temblorosa al oído. -creí que...

-Iba a dejarte ir...-. La interrumpí. -sólo quería despedirme pero...

-Pero..-. Me insta a seguir. Me separo un poco del abrazo y la miro a los ojos, esos ojos azules que tanto me encantan.

-Pero... Ni quiero, ni puedo...-. Ni había terminado de decir aquellas palabras cuando sentí los labios de Alex pegados a los míos. Puedo jurar por lo que sea que amo sus labios, como cada parte de ella.

-Esperaré por ti lo que haga falta, si es lo que también tú deseas-. Le dije al final de nuestro beso, con las frentes apoyadas la una en la otra y sus ojos aún cerrados. Los abre ante mis palabras.

-No creo que sea necesario-. Entonces ella mira hacia atrás y su padre sonríe.

-Volveré lo antes posible hija-. Siento que mi pecho va a explotar con tanta felicidad, Alex me mira con la sonrisa más maravillosa que haya visto en mi vida y siento que me tiemblan las piernas de lo que provoca en mi, toma mi mano y caminamos rumbo a la salida de la pista.

Entonces me doy cuenta, apreto su mano con fuerza y la idea se refleja clara en mi mente. Sostengo la mano de una de las personas más importantes en mi vida y lo demás ya no importa. No importa lo que vaya a pasar, sólo importa este momento y este sentimiento de amor que cada día crece más y más por ella. Sólo importa este presente que por siempre, sea lo que sea que dure eso, será sólo nuestro. Por qué siempre lo hemos sabido y al recordar todo lo pasado lo repetimos... Para nosotras, la idea de estar juntas era irresistible, porque para nosotras era irresistible ese "tú y yo".

FIN

Irresistible... tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora