Te creo

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Sam

Caminé por aquellas calles grises de forma automática, sin necesidad de pensar en nada, mis pies me llevaban camino a casa. Me sentía realmente mal, desanimada... Mi ropa estaba empapada y no sabría decir que era peor, si el frío de la lluvia o el de mi interior. Sin duda el de mi corazón. Después de aquel incidente parecía que toda la sangre había desaparecido de mis venas, que sin más había perdido todo el calor de mi cuerpo. Sin embargo, aun había algo, una pequeña luz que asomaba tímidamente en mi corazón. Supongo que como dicen, la esperanza es lo último que se pierde.

Llegué a mi casa sintiendo que había caminado kilómetros, estaba agotada, deseando simplemente llegar a casa, ducharme y acostarme para dormir el resto de mi vida. Lo sé, eso es ser muy dramática, pero solo quería poder hacer eso.

Dejé la acera para entrar en el camino que da a mi casa cuando, a mitad, me di cuenta de que había alguien en el porche. Debido a la poca luz, pues ya estábamos bien entrada la noche, no lograba diferenciar la silueta de mi acompañante. Me acerqué con cierto temor, no era muy habitual tener a alguien a esa hora en mi porche sin ser invitado. Entonces, cuando por fin estaba a escasos metros de aquella sombra, la vi. La vi, y juro que tuve tal subidón de adrenalina y felicidad que tuve que hacer mi mejor esfuerzo por no caerme, ya que ahora mis rodillas temblaban. No sabía por qué había venido, pero eso ahora no importaba. Alex estaba aquí.

Recorrí la escasa distancia que nos separaba y a cada paso que daba sentía como mi miedo se incrementaba. "¿Y si no me creía, y si estaba enfadada y solo venia a que termináramos con todo lo nuestro?". Todos esos pensamientos rondaban mi cabeza y me consumían poco a poco.

Alex

Tras las palabras de mi padre no pude más que rendirme  a lo que decía mi corazón, al fin y al cabo, si me estaba equivocando poco importaba, necesitaba saber la verdad, al menos me debía eso a mi misma. La vi llegar, creo que aun no me había reconocido. Yo estaba calada hasta los huesos y, aún así, no sentía el frió. La incertidumbre y los nervios me estaban matando. No la creía capaz de haberme hecho aquello, pero en esta vida uno nunca sabe.

A medida que se acercaba, mi corazón aumentaba sus pulsaciones, si no se daba prisa en venir juro que se me saldría por la boca. Me miró y, pasada la sorpresa, pude ver el brillo de familiaridad en sus hermosos ojos verdes, eso y otro matiz. Estaba triste, la conocía lo suficiente como para saberlo. Y mientras más se acercaba, más se quebraba mi corazón, habría que fingir demasiado bien como para engañarme de esa manera y yo sabía que ella no lo hacía. Mientras menos distancia había entre nosotras, más ganas sentía de correr a abrazarla pero tendría que ser fuerte.

Llegó hasta mi, con un ligero temblor en su labio inferior. Se que aguantaba como podía una lágrima, lo vi cuando levanto la cara y me miró. Abrió la boca para hablar, lo hizo muy deprisa, creo que no entendí ni la mitad. Pero escuché lo unicó que quería oír. "Te juro que yo no quería, no le bese. Yo te amo...". Y, a pesar de que dijo mucho más, a mi no me importaba. Vi una lágrima deslizarse por fin por su mejilla y la conversación dejó de tener sentido. algo hizo "clic" dentro de mi, y como si de un movimiento automático se tratara, antes de haberlo pensado, ya la había tomado del brazo atrayéndola con rapidez hacia mi.

Sin más, sellé sus palabras con un beso. Un beso que me moría por darle desde que la vi con él. Un beso que borrara todo su rastro y su sabor. Nunca me gustó ser posesiva, pero ella era mía, como yo era suya. Supongo que estaba sorprendida, ya que tardó unos segundo en reaccionar, después simplemente me correspondió. Sentí sus labios moverse desesperadamente sobre los mios y como me iba guiando hacia atrás, hasta que mi espalda quedó apoyada sobre la pared de su casa. Sus manos tomando mis mejillas mientras profundizaba el beso, pidiendo paso para adentrarse en mi boca con su lengua. Escuché un gemido cuando nuestras lenguas se rozaron, no se exactamente si mio o suyo, y me aferré a su cintura atreyéndola todo lo posible a mi para sentir todo su cuerpo.

Poco a poco, fuimos disminuyendo la intensidad y cortamos el beso lentamente, con nuestras respiraciones aceleradas. Su frente reposaba en la mía. Abrí los ojos y vi como ella aún los mantenía cerrados y como una sonrisa se formaba en su boca. Esa boca que me estaba volviendo loca por volver a besar. Y justo eso hice, la besé de nuevo suavemente. Ella se separó despacio de mi y abrí los ojos para encontrarme con su maravilloso verde.

-Alex, de verdad yo no quería que eso pasara. Me pilló de imprevisto y cuando te vi detrás de nosotros me quise morir-. Se quedó en silencio, aún temorosa de mi reacción a pesar del beso. -Lo peor es que lo hizo a propósito, el sabía que estabas ahí, que nos verías...-. Comenzaba a costarle hablar de nuevo y sus ojos se llenaban otra vez de lágrimas mientras bajaba su mirada.

-Ey, preciosa, tranquila-. Le dije, tomando su mentón y haciendo que me mirara. -Yo te creo, si estoy aquí es porque una parte de mi ya sabía que tu no serías capaz de esto, aunque viera lo que vi-. Ella no dijo nada, se limitó a abrazarme con fuerza.

-Fuí a tu casa a buscarte y no encontré a nadie-. Susurro en mi oído sin apartarse de mi.

-Es que ahora vivo con mi padre, vino de nuevo a vivir aquí por mi-. Sam se separó de mi y me miró con una sonrisa maravillosa que no pude aguantar las ganas de besar.

-Quédate conmigo esta noche.

-Esta y todas las que me dejes, mi amor.

Irresistible... tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora