Giros inesperados

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Sam

Llegué al instituto justo a tiempo para entrar, como siempre. Me encontré con Sarah en la entrada entretenida con el chisme del día. El director no había aparecido y se rumoreaba que le habían despedido. No sabría exactamente que estaba pasando hasta hablar con Alex pero, sinceramente me daba igual de que hablara mientras no quisiera detalles sobre nuestro encuentro. Sin embargo, se acabo mi suerte cuando comenzó a preguntarme sin parar que tal me había ido, ya que mi madre le había contado lo de mi escapadita repentina a casa de Alex.

-Ya te lo he dicho mil veces Sarah. Hablamos, aclaramos todo y se vino conmigo de vuelta a casa de su madre-. Ya estábamos en clase recogiendo para irnos a casa a última hora. Llevaba todo el día contándole lo mismo, sin que ella se cansara de preguntar.

-No no no, me estas resumiendo mucho, a mi me da que pasó algo más que no me quieres contar-. Me decía intentando parecer disgustada. -¿Qué paso cuando se encontraron?.

Al recordarlo bajé la mirada. Mi boca me había traicionado mostrando una sonrisa involuntaria. Hecho que Sarah no paso por alto.

-¡Ajá, Te pille!. Cuéntame ¿qué paso?-. Me preguntó emocionada.

Maldije interiormente mi pésima forma de disimular y volví a levantar la vista preparada para buscar la forma de contarle lo que había sucedido, cuando por la puerta vi pasar a Erick.

Fue un sentimiento contradictorio, por una lado me alegraba ya que tenía que hablar con él y no tendría que contarle nada de momento a Sarah pero, por otro lado debía terminar con nuestra relación, tarea que tampoco sería fácil. Me disculpé con Sarah y cogí mis cosas para seguir los pasos de él.

Al salir del aula le perdí de vista, dado que era la hora de salir y el pasillo estaba abarrotado de gente. Decidí ir hasta la salida para esperarle, puesto que si me había percatado de que no había ido hacia allí aún, llegaría antes que él.

Estuve en la entrada un rato esperando por él, hasta que de pronto me agarraron desde atrás por la cintura y, en un solo movimiento, Erick me hizo girar y estampó sus labios contra los míos. Rápidamente coloqué mis manos en su pecho intentando separarle de mi, sin mucho éxito. Pero lo peor de todo no era que me besara, aunque odiara increíblemente que alguien que no fuera Alex lo hiciera. No, lo peor sin duda fue ver detrás de él, a cierta distancia, a Alex mirándonos. No sabría decir ni con que expresión, hasta que de pronto una multitud de alumnos la hizo desaparecer. Me separé bruscamente de Erick, la rabia me había dado la fuerza suficiente. Me sentía destrozada por dentro, no podía ser que pasara esto, después de haber arreglado las cosas con ella.

-Erick no vuelvas a hacer eso-. Le reproché intentando calmarme para no hacer un espectáculo.

-¿El qué exactamente-. Me interrumpió. -Besar a mi novia?-. Bajé la mirada en silencio tratando de buscar las palabras adecuadas para explicarle.

-¿Qué pasa cielo-. Continuó él, al ver que yo no decía nada-. Te entristece que nos haya visto tu noviesita?-. Levanté la vista rápidamente, sorprendida por sus palabras, y me encontré con una especie de sonrisa perversa que jamás había visto en él.

-Tú.. Tú no habrás sido capaz...

-¿Capaz de qué-. Me interrumpió de nuevo-. De besarte a propósito sabiendo que ella nos vería?-. Escupió las palabras junto con una carcajada, para luego mostrar una expresión de asco. -Es asqueroso ver como te importa lo que ella piense.

-Erick ¿por qué lo haces? tú no eres así-. Conseguí decir cuando la decepción liberó por fin lo suficiente el nudo de mi garganta permitiendome emitir algún sonido.

-Es cierto Samantha, yo no soy así, tú me haces así-. Respondió remarcando el "tú".

-¡No seas ridículo Erick, yo no te obligo a ti a ser de ningún modo, igual que tú no puedes obligarme a mi a amarte!-. Respondí llena de rabia, sin poder casi contenerme.

Erick pareció ofendido por mis palabras y bajó la mirada con dolor, todo su odio parecía haberse esfumado cuando volvió a levantar la vista. Y de pronto, como de la nada, apareció Steve a su lado.

-¡No permitas que se ría de ti de esta manera. ¿A caso vas a quedarte de brazos cruzado mientras se enrollas con Alex por los pasillos?!-. No podía creer lo que acababa de decir aquel idiota.

Alex

Acababa de ver como Erick le plantaba un beso a Sam, cuando una manada de alumnos me arrastró hasta la salida y, de entre toda la multitud, apareció una cara que no esperaba ver en absoluto, al menos no hasta dentro de un tiempo. Pero tan pronto como apareció, desapareció sin dejar rastro. Sacudí la cabeza, no podía ser, era imposible que hubiera visto a Bianca.

Llegué hasta el aparcamiento desorientada aún, por las dos cosas que acababa de ver y de entre el caos y la confusión de mi cabeza, una mano sacudió mi hombro.

-Alex, hija, ¿estas bien?-. Preguntó mi padre notablemente preocupado, trayéndome de golpe de nuevo a la realidad.

-Sí, so-solo estaba un poco... Distraída-. Respondí nerviosa y él pareció relajarse. Sin embargo, en su rostro seguía habiendo ciertos indicios de preocupación.

-Bueno hija, si tu lo dices...-. Mi padre se quedo en silencio y yo estaba demasiado ocupada intentando poner orden en mi cabeza como para empezar una conversación.

Ambos nos dirigimos al coche y nos montamos aún en silencio. Salí de mis pensamientos un instante y miré a mi padre que seguía a mi lado sin decir nada. Ni me había dado cuenta pero, ya habíamos llegado a casa. Paró el coche enfrente de casa y lo apago quedándose aún sentado. Intente abrir la puerta, cuando me interrumpió.

-Espera Alexandra, tengo algo importante que decirte y... Es mejor hacerlo antes de entrar-. Me acomodé en el asiento expectante, debía ser importante como para llamarme por mi nombre completo. -Tengo algo que decirte y se que no te va a gustar pero, quiero que sepas que en absoluto pretendo incomodarte y te juro que intenté evitarlo pero, no pude hacer nada...-. Lo dijo todo de un solo tirón, tan rápido que casi no se le entendía.

-Para, para, para-. Le interrumpí, ya que no estaba comprendiendo nada. -Papá te vas a ahogar, ¿me puedes explicar despacio que pasa?-. Él tan solo suspiró sonoramente y volvió a comenzar.

-Esta bien, iré al grano hija. Convencí a mi mujer de venir a vivir aquí para que pudieras vivir conmigo-. Yo sonreír al instante, por lo que él se apresuró a seguir. - pero, aceptó con una condición...-. Mi sonrisa se esfumó al instante.

-¿Y esa condición es...?-. Pregunté temiendo lo peor.

-Hija el... El internado esta muy lejos de aquí y no hay más cercanos...

-¡No papá, será una broma!-. Respondí alterada, no lo podía creer.

-Alex, ella es su hija.

-¡Pero yo soy la tuya y tu sabes lo que he pasado por ella!

-Hija no pude hacer nada, ella también tiene derecho a estar con Bianca.

-¡Papá para eso prefiero vivir con mamá, no pienso soportar de nuevo a esa acosadora!

-¡Ya basta Alexandra!-. Gritó dejándome en silencio por la sorpresa. -Hija por favor, en el internado dicen que ha cambiado, que ya no es tan caprichosa. Dale una oportunidad, te prometo que esta vez no volverá a pasar lo mismo. Me aseguraré de eso. Pero espera a ver que pasa, necesito que me ayudes, sabes que esto me pone en un apuro-. Dijo con cara de pena.

Me quedé un instante en silencio. Mi padre me había apoyado en todo, no podía devolverle el favor así. Fui incapaz de decir nada, tan solo asentí. Mi padre sonrió y me abrazó notablemente aliviado, susurrando un suave "gracias" en mi oído. Nos bajamos del coche y entramos en casa, yo fui directa a mi habitación. Había mucho en lo que pensar, no habría imaginado esto ni en mis peores pesadillas.

Irresistible... tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora