Ya había oscurecido cuando llegué a su casa. Apagué el coche y me quede un instante sentada intentando tranquilizarme y pensar. Necesitaba pensar qué le diría, qué haría. Mi mente daba vueltas en círculos sin lograr encontrar una solución. Solo sabía que deseaba verla, me moría por verla, era lo único que necesitaba en ese momento. Tomé una profunda bocanada de aire y salí del coche sin pensarlo más. Recorrí el camino del jardín hasta la puerta de su casa. Solo tenía que tocar el timbre, solo eso y ya no habría vuelta atrás. Era lo que quería y aún así me costo enormemente armarme de valor, después de todo no sabía como iba a reaccionar ella al verme allí. Levanté la mano dispuesta a tocar cuando, antes de poder hacerlo, se abrió la puerta de repente y apareció delante de mi un hombre alto, de pelo oscuro y unos ojos de un azul intenso. Aquel hombre no podía ser otro que el padre de Alex, habría apostado la vida en ello.
Me miró sorprendido con una chaqueta en la mano, debía de estar saliendo de casa. Se quedó ahí de pie observándome, hasta que finalmente esbozó un amplia sonrisa. Demonios, ya sabía de quien había heredado Alex esa sonrisa maravillosa que me derretía.
-Si no me equivoco tu eres Samantha, ¿cierto?-. Me dijo por fin.
-Si señor-. Respondí tímidamente. Me sorprendió que supiera quien era. El río levemente.
-Vaya yo que estaba disgustado porque Alex no quería venir a cenar y ahora me alegro-. Escuchar su nombre hacía que mi corazón pegara un brinco.
-¿A-Alex esta aquí?-. Pregunté con dificultad por la ansiedad.
-Sí, esta en su habitación. Seguro que se alegrará mucho de verte, hasta yo me alegro y no te conozco-. Le miré extrañada sin comprender por qué decía eso. -No me gusta ver a mi hija triste... Y se de sobra por qué lo esta ahora-. Respondió a mi pregunta sin formular con expresión apenada.
Yo desvíe la mirada, odiaba saber que Alex lo estaba pasando mal pero, por otro lado, me hacia bien saber que aún le hacía falta tanto como ella a mi. Pasamos un instante ahí, los dos en silencio.
-Bueno pero no te quedes ahí, adelante pasa-. Me dijo abriendo la puerta del todo y haciéndose a un lado para que yo pudiera entrar. -Yo tengo que irme ya que sino no llego al restaurante. Su cuarto es el último del pasillo subiendo las escaleras, espero que te vaya bien-. Terminó la frase guiñándome un ojo y haciendo un gesto con la mano para despedirse, mientras cerraba la puerta después de salir aún con una sonrisa. Era increíble lo mucho que se parecían, incluso en sus gestos.
Al cerrar la puerta se llevo consigo la poca luz que entraba de la calle a la casa, procedente de una farola. Me quedé ahí de pie, en medio del recibidor, a oscuras y en un silencio total. Me giré hacia las escaleras y comencé a subirlas sintiendo como con cada escalón incrementaban mis nervios. Terminé de subir el último y miré aquel pasillo largo. Al final del mismo había una puerta entreabierta, de la que salía una luz muy tenue. Tomé aire, casi me costaba respirar. Di un paso hacia la puerta, despacio.
Uno tras otro, me fui acercando hasta llegar. Cogí el pomo con una mano, mientras mantenía apoyada la otra en la puerta. Sentí la misma sensación que cuando fui a tocar el timbre, solo que multiplicada por diez. Y no era por otra cosa que por el hecho de saber, con total certeza, que detrás de esta puerta estaba ella. No lo pensé más y di unos leves golpecitos en la superficie de madera.
-Adelante-. La voz de Alex al otro lado hizo que un escalofrío recorriera por completo mi espalda.
Suspiré, intentando que los nervios salieran con el aire y abrí la puerta. Ahí estaba ella, de pie de espaldas a mi, mirando por la ventana.
-Papá, pensé que ya te habías...-. Decía mientras se giraba, hasta que paró en seco al verme. -...ido-. Terminó la frase mirándome con una sorpresa total en su cara.
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Irresistible... tú y yo
RomanceTodo parecía perfecto para Samantha. Tenía a Erick, el novio ideal y era muy feliz. Sin embargo, un día reaparece el amor platónico de la infancia de Erick y su mundo se tambalea. La llegada de Alexandra lo cambia todo, comienza odiándola por miedo...