En tu ausencia

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A eso de las 5 volví a casa, después de tomar algo con Lara. Entré y vi que no había nadie, por lo que me dirigí al baño directamente para darme una ducha. Siempre que me sentía mal o que algo me preocupaba el agua me daba cierta tranquilidad.

Una vez en el baño, me deshice de mi ropa y abrí el grifo dejando que la calidez del agua recorriera todo mi cuerpo. Me tome mi tiempo para salir, aprovechando que no había nadie dándome prisa. Me rodee el cuerpo con una toalla y fui hasta a mi cuarto.

Me disponía a vestirme cuando alguien abrió la puerta y entro después de mi. Me sorprendió mucho girarme y darme cuenta de quien se trataba. Bianca cerró la puerta y se apoyó de espaldas en ella. Ahí se quedó un instante en silencio, mirándome fijamente, con una media sonrisa.

-Me has asustado, ¿qué haces aquí?-. Conseguí decir cuando me recobre del susto.

-Nada... Tan solo quería hablar contigo de algo de lo que me he enterado hoy-. Su sonrisa se agrando mostrando sus blancos y perfectos dientes.

-¿Y no puede ser en otro momento?, por si no lo has notado acabo de salir de la ducha y me gustaría vestirme-. Le dije bastante molesta. Odiaba que siempre hiciera lo que le daba la gana sin importarle lo que los demás querían. A lo que ella respondió riéndose levemente.

-Cómo no iba a notarlo...-. Me miró de arriba a bajo y su expresión se tornó algo más sería a medida que lo hacia. Se humedeció rápidamente los labios para luego morderse el inferior.

Me sentí realmente desnuda ante su mirada que me inspeccionaba, a pesar de la toalla que llevaba. Hecho que me incómodo en gran medida. No soportaba que me mirara de ese modo, como si yo fuera de su propiedad, como si fuera suya.

Debió ver algo en mi expresión que le gustó porque volvió a sonreír al fijar su vista de nuevo en mis ojos.

-No te preocupes Alex, no me incómoda que hablemos así. De hecho, hasta me gusta...-. Dejó de apoyarse en la puerta para acercarse lentamente a mi mientras lo decía. -Aunque he de admitir, que así va a costarme más concentrarme en lo que quiero que hablemos.

-¿Y qué es eso de lo que quieres hablar?-. Pregunté acercándome más a mi cama, poniendo más distancia entre nosotras.

Ella, por su parte, se limitó a quedarse quieta de pie, a medio camino entre la puerta y yo.

-Me he enterado de que has estado pasándotelo bien con una amiguita mientras vivías con tu madre-. Al ver mi expresión de sorpresa se explicó. -Hay gente que no sabe discutir en voz baja y nuestros padres son de esa clase-. Mostró una sonrisa pícara.

-¿Y eso te alegra tanto?-. Pregunté algo fastidiada. No se si más por que ya lo supiera o por el tono en que lo decía.

-Pues por un lado si... Por otro no-. Su expresión cambió, parecía pensativa. -Por un lado me alegra ver que contemplas la posibilidad de pasarlo bien con una chica, pero...-. Comenzó de nuevo a acercarse a mi, esta vez decidida.

Se quedó de pie delante de mi, sin decir nada, cuando ya no pude seguir retrocediendo por culpa de la cama. Se acercó tanto que nuestros cuerpos quedaron unidos. Me tomó de la barbilla para que la mirara y prosiguió.

-Por otro lado, me molesta que tus atenciones, tus caricias, tus besos... Hayan sido para ella. En realidad no para ella, sino para cualquier otra que no fuera yo-. Sin que pudiera si quiera verlo venir, estampó sus labios contra los míos.

No respondí a su beso pero tampoco la aparte. Me había quedado tan sorprendida que me costo un poco reaccionar. Transcurridos unos segundos, cuando logré salir de mi asombro, la empuje consiguiendo separar nuestros labios, aunque no su cuerpo del mío.

Irresistible... tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora