El Accidente

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Sam

Desperté sin saber si quiera si era de día o de noche. Me levanté y corrí la cortina para asomarme a la ventana. Estaba amaneciendo. Lo cierto es que sabía muy pocas cosas en estos días. Tampoco tenía muy claro cuanto tiempo había estado encerrada en mi cuarto desde lo de... El parque. Sentía un nudo en la garganta siempre que lo recordaba. Todo lo sucedido aquel día me condujo hasta aquel momento, y todo tuvo su comienzo con la llamada de Sarah...

Después del insti, transcurridas dos horas desde que había llegado a casa, recibí la llamada de Sarah. En resumidas cuentas, me dijo que lo de Erick era un mal entendido, que él nunca había hecho nada con la chica que yo había visto, que tan solo era una amiga de la infancia y que por eso tenían mucha confianza, pero nada más. Todo eso se lo había contado Steve, por lo que yo tenía cierto recelo. Erick era su amigo, él podía perfectamente mentir para cubrirle.

Pero lo que ella no sabía es que, por la descripción que me había hecho, yo sabía de quien se trataba.

Un día que estábamos Erick y yo viendo fotos antiguas en su casa, apareció de imprevisto Steve. La verdad es que no era alguien que a mi me cayera especialmente bien, pero siendo tan amigo de Erick, pues intentaba aguantarle de la mejor manera posible. Entre tantas fotos, apareció una en la que estaban ellos dos y una niña. Steve, en ese momento, se dedicó a hacerle bromas a Erick, se burlaba de lo tan enamorado que estaba de ella y que esta nunca le hizo caso y de lo mal que lo paso cuando ella se fue a otra ciudad.

En aquel instante no me importó, más bien hasta me pareció tierno, un amor de la infancia. Ahora lo recordaba y me daba rabia. Nunca imaginé, ni se me paso por la mente la posibilidad de que ella volviera. Pero, ¿Y si era cierto que ellos no tenían nada?.

Después saber todo aquello, en mi se generó la duda. Nada perdía por averiguar bien lo sucedido. Fui hasta casa de Erick y, tras recibirme con mucho afecto, su madre me dijo que no estaba, que había ido a ver a una amiga al parque. Aquella afirmación logró que se me revolviera el estómago pero, intenté mantener la calma. Llegué lo más rápido que pude al parque, deseando acabar con todo aquello y aclararlo de una vez por todas. Entonces les vi... Pero si ya creía que no podía haber visto nada peor, cuando ella levantó la vista y me miró. Realmente sentí que se me estaba desgarrando el corazón. Alex, no puede ser...

El mismo dolor de ese instante regresó a mi pecho ahora. Volví a meterme en la cama y las lágrimas brotaron de mis ojos humedeciendo la almohada. Que idiota había sido, cómo no me había dado cuenta de quien era ella... Con estos pensamientos volví a quedarme dormida, estaba agotada llevaba demasiado tiempo llorando.

Sentí como me sacudían levemente por el hombro para despertarme. Y sin querer pensé en Alex, en aquella mañana en su casa. Abrí los ojos, pero no era ella. Sarah mostró una sonrisa cuando la miré.

-Buenos días dormilona... ¿O quizá debería decir buenas tardes?-. Me dijo mientras se levantaba y abría la ventana.

Vi la hora en el reloj de mi mesita de noche. Eran las dos de la tarde.

-Había decidido dejarte un tiempo para pensar las cosas... pensé que ya me llamarías tu cuando te sintieras mejor-. Volvió a sentarse en el borde de la cama. -Pero como ya han pasado tres días y no me llamabas creí que ya era hora de venir-. La verdad es que me sorprendí un poco.

-Ohm, tres días... Ni siquiera me había dado cuenta-. Respondí con un hilo de voz.

-Ya veo...-. Suspiró. -No te voy a preguntar cómo estás, ya que es evidente. En realidad vine a disculparme, si yo no te hubiera llamado tu no habrías...

-No es culpa tuya Sarah-. La interrumpí. Ella bajó la mirada.

-Me duele verte así...-. La agarré suavemente por la barbilla y le levanté la cara para que me mirara.

-Te repito que no es culpa tuya-. Respiró profundamente para recomponerse. Se levantó y empezó deambular de manera nerviosa por la habitación.

-Sarah, que ya nos conocemos. Suelta de una vez lo que quieres decir-. De repente paró y, con los brazos en jarra, me miró directamente a los ojos.

-Okey. Se que te vas a enfadar, pero he hablado con Alex...-. Esperó en silencio mi reacción. Sentí como si su nombre me quemara y me limité a bajar la mirada. - Sam... está muy preocupada, no has ido a clase, mejor dicho no has salido de casa en tres días...

-¿A caso tiene derecho a preocuparse?-. Le dije elevando la voz. -Que lo hubiera pensado antes de hacerme esto.

-¿De hacerte qué Sam? No te ha hecho nada, ya te dije que ellos no....

-¡Oh por favor Sarah, les vi abrazados. ¿A caso crees que soy tonta?!-. Retiré bruscamente la sábana y me levanté.

-¡No, La verdad es que no, y por eso es que me cuesta creer que no veas lo que realmente pasa!-. Ambas habíamos comenzado a elevar la voz y ya casi hablábamos a gritos.

-¡Bueno entonces si tu eres tan lista dime cual es la realidad Sarah!

-¡Ella es tu amiga y no te ha hecho nada!

-¿A eso le llamas nada, a liarse con mi novio?

-¡Por Dios Samantha sabes que eso no es así! Y aunque si así fuera, creí que tu eras de las que culpaban al infiel no a la otra-. Intenté replicar pero ella no me dejo. -Además dime algo Sam, ¿Qué es lo que te ha hecho Alex exactamente que te ha molestado, estar supuestamente con tu novio o simplemente estar con alguien?

Me quedé paralizada ante aquella pregunta.

-No sé a que viene eso...

-¿A no?, no te vi enfadarte de esta manera cuando solo pensabas que él estaba con otra, ¿y ahora que sabes que es ella te la pasas encerrada en tu cuarto llorando?

No pude decir nada, tragué saliva con dificultad por el nudo que tenia en la garganta y me di la vuelta para no mirarla a la cara, asimilando lo que acababa de decirme. Entonces, la escuche hablar detrás de mi.

-Hazte un favor Sam, recuerda el momento en que los viste y averigua quien fue de los dos el que realmente te dolió-. Dicho esto sentí como salía de la habitación dando un portazo.

Miré la calle por la ventana y la vi salir de casa, alejándose a paso rápido. Sin querer, dejé de prestar atención al paisaje y el recuerdo de aquel abrazo apareció frente a mi. Las lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos y le di un fuerte golpe a la pared con el puño.

-Te equivocas...-. Dije entre sollozos, apoyándome en la pared de espaldas y dejándome caer hasta quedar hecha un ovillo en el suelo.

No se exactamente cuanto tiempo pasó. Solo sé que era de madrugada cuando mi madre entro de pronto a mi cuarto para decirme que Erick había tenido un accidente. El corazón me subió hasta la garganta.

-¡¿Pero esta bien?!-. Pregunté asustada...

Irresistible... tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora