Admitelo

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Llegué al instituto con la esperanza de encontrarme a Sam por fuera, pero no había ni rastro de ella. Entré y tuve las tres primeras clases de la mañana. Obviamente, no atendí nada. Matt hablaba a mi lado de no se qué de unas vacaciones de sus padres mientras yo, que no podía dejar de pensar en ella, asentía de vez en cuando para que no notara mi falta de atención.

Al fin sonó la campaña del recreo, con la mala suerte de que al profesor, justamente hoy, le dio por alargar un par de minutos más la clase. Cuando por fin se harto de retenernos, salí como un tiro del aula, en dirección a la de al lado, la de ella.

Como era normal, ya no estaban, ellos si que habían salido a su hora. No se cómo lo hizo, pero logró que no la encontrara por ninguna parte y se, claramente, que lo hacía a propósito, porque al entrar al instituto esta mañana si que vi a Sarah y ahora tampoco la encontraba por ningún lado, debían de estar juntas.

Terminó el descanso y volvimos a nuestras aulas. Las tres horas siguientes fueron eternas, pero algo tenía muy claro: hoy no me iba sin hablar con Sam. Con el sonar de la campana, nos dispusimos a salir todos de clase, yo la primera, y la esperé por fuera de la suya.

Sarah me miró sorprendida, supongo que entre los planes de Sam estaba lograr irse a casa sin cruzarse conmigo. Le hice señas de que no dijera nada y que la entretuviera dentro, hasta que salieran sus compañeros. No se por qué, pero me ayudo. Tardó más de la cuenta en recoger sus cosas y Sam, como buena amiga, la esperó.

Entré cuando ya solo quedaban ellas en el aula. Sarah terminó de recoger deprisa y cerró la puerta al salir sin decir nada. Sam la miró extrañada hasta que me vio y comprendió todo. Puso mala cara y se dispuso a seguir el camino de su amiga. Me puse delante de ella, impidiéndole el paso.

-¿Vas a pasar así de largo, sin más?-. Miraba a todos lados menos a mi.

-Tengo prisa...

-Tenemos que hablar-. La interrumpí.

-No sé de qué, la verdad.

-Ya, y tu cabreo es casual entonces ¿no?-. Respondí con una sonrisa irónica.

-Yo no estoy enfadada, así que si es eso lo que te preocupa puedes irte tranquila con Derek-. Solté una carcajada ante su comentario. -No se qué te hace tanta gracia.

-La estupidez que has dicho, ¿enserio Derek y yo?.

-No veo cual es el problema, con lo que te gusta besarle-. Volví a reírme, pero esta vez, por lo evidentes que eran sus celos.

-No seas ridícula...-. Tome su barbilla para obligarla a mirarme a los ojos. -tu sabes de primera mano a quien me gusta besar.

Puso una expresión avergonzada e intento pasar por mi lado para irse. En ese instante me moví yo también para impedir que se fuera, apoyando una mano en la mesa del profesor, cortándole el paso con el brazo. Me acerqué más a ella, que quedo atrapada entre mi cuerpo y la mesa. Intentó mantenerse firme, con una expresión sería, sin decir nada.

-Por eso es que no entiendo por qué te molesta...

-¡Y no me molesta!-. Me interrumpió. -Puedes besarte con quien te de la gana, a mi me da igual.

-Que mal mientes-. Me acerqué más y ella, para evitar mi contacto, retrocedió, tropezando con la mesa. Perdió el equilibrio y quedó apoyada en ella.

Apoyé ambas manos en la mesa, una a cada lado de su cuerpo y me acerqué aún más, quedando a escasos centímetro de su boca. Sentí el roce de su aliento en mis labios. Me moría por besarla, pero más quería provocarla. Deseaba que lo admitiera, que dijera la verdad.

-Repítelo Sam-. Aparté un mechón de pelo de su cara, rozando suavemente la piel de su frente, cien y mejilla hasta llegar a su cuello. Dibujé un camino, con la punta de mis dedos, hasta rozar la piel que se escondía bajo el cuello de su camisa sin apartar mis ojos de los suyos. Noté como contenía el aliento. -Dime ahora que te da igual a quien bese...-. Acerqué aún más nuestros labios hasta el punto de que se rozaban levemente al hablar. El recuerdo de su sabor acudió a mi boca.

Ella dejó caer, lentamente, su mochila al suelo, mientras sus ojos vagaban entre los míos y mi boca. Se acercó más a mi juntando nuestros labios, pero el contacto duró a penas un segundo. Me separé un poco, al instante, y ella me miró con expresión confusa. Tenía que evitar que me besara, si comenzaba no podría negarme a un beso suyo y entonces estaría perdida, no podría pensar en nada más y antes de eso deseaba oír una confesión de su boca.

-Admite que estas celosa-. Se mordió el labio inferior y dejo de mirarme un instante la boca para clavar sus ojos en los míos.

-Ni te imaginas cuanto...

No había ni terminado de hablar cuando me acerqué a ella para besarla. Sus besos siempre me habían sabido a gloria pero ahora parecían más dulces, ahora tenían el matiz de la victoria. Entre beso y beso no pude evitar reír.

-Idiota..-. Susurró, al percatarse de mi gesto, con sus labios aún en los míos y sentí como una sonrisa se formaba también en su boca.

Irresistible... tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora