Pasaron los días y Erick, gracias a su buena condición física, se recuperó enseguida. Todos íbamos a verle bastante seguido al hospital, de hecho, yo fui todos los días de la semana que le ingresaron.
Alex y yo coincidíamos a menudo en las visitas. Lo cierto es que nuestra relación se había relajado bastante. Ya volvíamos a comportarnos más como antes, aunque había alguna situación en la que no sabíamos muy bien si teníamos un exceso de contacto o las amigas hacían esas cosas normalmente. Y no es que ambas no hubiéramos tenido una amiga nunca, de hecho yo sabía muy bien que relación tenía con Sarah. Sin embargo, por lo menos para mi, el problema estaba en que básicamente, cualquier roce con ella me hacía sentir algo tan maravilloso que me hacia creer que era mucho más de lo que era en realidad.
Y mientras más comenzaba a sentir por ella, cada vez me costaba más ser cariñosa con Erick. Él era un chico fantástico, lo que yo siempre había querido, o al menos lo que yo creía que quería. Creí que acertaba cuando comencé a salir con él, después de mucha insistencia por su parte. Y hubo un tiempo en que realmente pensé que había hecho bien, empecé a sentir afecto por él, bien dicen que el roce hace el cariño. Sin embargo, ella lo cambió todo.
Lo que ella me hacia sentir me había enseñado que uno no tiene que obligarse a sentir nada o esperar que ocurra. Cuando va a pasar simplemente te llega. Y mis ganas de ella eran irresistibles, por más que intentara mantenerlas a raya. Verla un instante me bastaba para que mis más íntimos deseos de tenerla a mi lado, que por momentos creía guardados y contenidos, se reavivaran con incluso más fuerza que antes.
Obviamente, él intentaba acercarse a mi, como cualquier otro chico normal querría hacer con su novia. Yo lo había estado llevando de la mejor manera posible y, de momento tenía la situación controlada.
Un viernes por la tarde estábamos Erick y yo solos en mi cuarto. Habíamos quedado con Alex y Matthew, un chico de su clase. Estábamos conversando, escuchando música, pasando el rato básicamente, hasta que llegaran los demás. Él estaba sentado en la cama, leyendo algo en una revista y yo en el ordenador viendo unos vídeoclips de música en el momento en que sentí como, por detrás, me daba un rápido beso en el cuello.
-¿Estas ocupada preciosa?-. Me dijo en tono seductor. Yo tomé aire para tranquilizarme e intente buscar la manera más amable de salir de la situación.
-Depende de para qué-. Respondí con una risa nerviosa, levantándome de la silla para escapar de su contacto.
-Ven, que te digo para qué...-. Me hizo un gesto con la mano para que me acercara mientras venía hacia mi.
Di un paso indeciso hacia él, que sonreía. De repente, con un rápido movimiento me agarró por la cintura y me atrajo hacia él. Acabé apoyando las manos en su pecho por el impulso. Sujetó mi barbilla y me dio un suave beso en los labios.
¡Maldita sea!, como podían haber cambiado tanto las cosas en tan poco tiempo. Antes no es que me derritiera con sus besos, pero si que me gustaban y cualquier excusa era buena para besarnos. Ahora, sentir sus labios y sus brazos alrededor de mi cuerpo parecía, incluso, incomodarme. Comencé a pensar en una manera de pararle hasta que, sin separar nuestros labios, habló.
-No sabes cuanto deseaba volver a estar así contigo-. Volvió a besarme y habló de nuevo. -con nuestra discusión y el accidente... Te echaba tanto de menos, te quiero Sam.
Fue una puñalada directa al corazón, no era justo que le hiciera esto, no a él. Buscó mi boca más profundamente, y tuve que responder. No podía negarme más o se daría cuenta de que pasaba algo. Me atormentaba pensar que fuera a sufrir por mi culpa.
Me fue guiando, entre besos, hasta la cama y me tumbó en ella delicadamente. Me sujetó, a ambos lados de la cabeza, las muñecas y comenzó a darme besos en el cuello. Yo cerré los ojos con fuerza. Pero de pronto paró, y se alejó un poco para mirarme. En ese instante la vi. Abrí los ojos y era ella... Alex. Estábamos igual que aquella mañana en su casa. Eran sus ojos azules los que me miraban y era su sonrisa la que veía. Sin pensarlo, me deshice de su agarre y me incorporé, tomando su cara con las manos, para besarla.
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Irresistible... tú y yo
RomanceTodo parecía perfecto para Samantha. Tenía a Erick, el novio ideal y era muy feliz. Sin embargo, un día reaparece el amor platónico de la infancia de Erick y su mundo se tambalea. La llegada de Alexandra lo cambia todo, comienza odiándola por miedo...