30.-NO ME DIGAS ADIOS...

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No me digas adiós, no me digas que te vas, me niego a aceptar que éste sea nuestro final- Pensamientos de la escritora

Después de pensarlo tanto no podía dejar que se me fuera de las manos así nada más, sin hacer un último intento por que me perdonase. Me encontraba fuera de su departamento, era noche y aun no regresaba de su trabajo, una tormenta azotaba con gran fuerza pero yo no estaba dispuesto a irme sin hablar con ella, sabía que si me permitía solo una charla yo iba a poder aclararme y saber qué es esto que hay en mi pecho que la llama a cada instante, tendría la certeza de que es amor. Me encontraba completamente empapado pero realmente no importaba, mi necesidad por hablar con ella era aún más grande, el último encuentro que tuvimos no fue muy agradable y tengo que reivindicarme con ella. Y mientras más pensaba más crecía en mí la necesidad por hablarle, cada vez caía más la noche y los minutos se me hacían eternos. Vi como una figura descendía de un taxi y se dirigía hasta conmigo, venía un poco de prisa a casa.

-¿Aileen?- Pregunte esperando una respuesta afirmativa, la figura se detuvo unos segundos observándome fijamente y vi como una linda sonrisa se producía de esos labios que había besado tantas veces.-Por favor sé que no quieres verme ni hablar conmigo pero solo dame la oportunidad de conversar un poco, te prometo que no te quitare mucho tiempo-

-¿Samuel?, pasa niño puedes atrapar un resfriado aquí afuera- Su calidez de siempre me sorprendía, no entiendo cómo es que podía ser tan dulce y tan distante al mismo tiempo.

- Estás completamente empapado, deja que te traiga algunas toallas y un short de deporte que me quedan enormes. Si te quedas así te vas a enfermar- ¿Es que acaso no estaba molesta conmigo? Es tan hospitalaria, no se me confundo aún más, es diferente a la última vez. Me ayudó a secarme trajo toallas y puso mi ropa a la secadora, pareciera que era como en el tiempo cuando aún estábamos juntos, parecía que nada había cambiado, excepto sus ojos, no brillaban con la misma intensidad que antes, reflejaban tristeza y me sentía culpable de ello.

- Aileen... ¿Cómo has estado?- Pregunté. No estaba muy seguro de cómo comenzar a hablar con ella. Traía puesto un blazer negro que me encantaba como se le veía con unos jeans algo rotos y zapatos de tacón, me parecía hermosa, se retiró el blazer quedando con una delgada blusa de tirantes y se quitó los tacones quedando descalza, las ganas de abrazarla y hacerle mimos a esa pequeña dulzura empezaron a apoderarse de mí pero tenía que controlarme, no quería que me echase de casa sin siquiera haber hablado.

- Un poco resfriada es todo, ¿y tú?-

-Bien- Era la mentira más grande, no estaba bien, la echaba de menos, quizá ahora lo comprendía todo, en verdad sentía algo por ella.

-¿Gustas un café?- Me pregunto a lo cual asentí, quería pasar el mayor tiempo posible a su lado.

Narra Aileen

Volvía del trabajo, cuando justo al lado de la puerta de mi casa se encontraba una silueta conocida, parecía un cachorrito sin dueño completamente empapado, al pedirme el hablar conmigo no podía negarme y no es que quisiera hablar con él, me dolía tenerlo tan cerca y tan lejos a la vez pero no podía dejarlo aquí afuera con esta lluvia. Todo era un poco extraño trataba de portarme gentil con él pero el solo verlo me daban ganas de llorar, yo no tengo derecho de portarme así con él después de todo nunca fuimos nada, no entiendo porque si conocía los riesgos del juego decidí jugarlo, el haberme enamorado de él no había sido una de mis mejores decisiones, pues su corazón ya estaba ocupado.

Serví café para ambos y comenzamos a charlar tuvimos una plática muy amena sin recordar situaciones pasadas hasta que se le ocurrió mencionar algo que me recordó el comienzo de todo.

Tus ojitos me vuelven loco (Vegetta777 y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora