Tus ojitos me vuelven loco (Vegetta777 y Tú)

EPÍLOGO (II)

                   

Las indicaciones sobre las precauciones a tomar son específicas, afuera hay demasiada nieve, algo poco usual. En las noticias  sugieren evitar el uso de coches, el pavimento se encuentra congelado y si sales hace un frío que te cagas, las recomendaciones son las típicas: abrigarse bien y evitar salir de casa. Siendo sincero me encuentro muy desesperado, quedé con mi chica, bueno con la que me gustaría que fuera mi chica y con este frío del séptimo infierno no creo que ella se presente. El reloj apenas marcaba las dos de la tarde y yo ya me encontraba sumamente impaciente.

Estaba dejando todo organizado por si acaso, ¿pero qué digo? Con este frío no habrá ni una sola alma. De pronto el vibrar de mi teléfono me sobresaltó, era un mensaje de Willy.

Willy: No quiero ser el pesimista pero creo que su quedada con este frío se arruinó.

Para variar la mejor amiga de Aileen: Guillermina está al tanto de todo.

(...)

Sin pensarlo dos veces ya estaba de camino al hotel donde se hospeda mi princesa. El frío está de cagarse, las orejas duelen apenas bajas del auto o te expones un poco a la helada intemperie. Willy se portó increíble al darme la dirección del hotel y número de habitación. Charlé un rato con él y me contó que ella por ahora no usa teléfono celular, pienso que es una locura, en estos tiempos el uso de un artefacto para comunicarte lo considero indispensable.

Eran apenas las cuatro de la tarde. Estaba nervioso, no sabía si ella se encontraría o no en el hotel aunque con este frío no me imagino otro lugar en el que pueda estar.

Llamé a la puerta y en un principio no recibí contestación y entonces apareció ella abriendo apresuradamente, llevaba el cabello mojado, un pantalón de pijama azul a cuadros y una remera blanca con escote en v. Su gesto me dio mucha risa. Abrió los ojos demasiado y cerró la puerta inmediatamente en mi nariz.

–Ouch. –Murmuré para mí mismo.

– ¿Qué haces aquí? –Me gritó del otro lado de la puerta. Me parece gracioso, no es para tanto, se ve adorable en pijama.

– Vine a verte ¿Puedes abrir por favor? Esto es raro.

–Claro que no ¡Qué vergüenza! –No pude evitar soltar una risilla ante su respuesta que a mi parecer no tiene lugar.

–Aileen, te he visto otras veces en pijama, por favor abre. –Abrió un poco la puerta, solo lo suficiente para alcanzar a ver la mitad de su rostro. Le ofrecí la mejor sonrisa que tenía y noté como se le subieron los colores hasta las orejas.

– ¿Puedo pasar bella dama? –Volví a preguntar. No contestó nada y me cedió el pase, la habitación era muy amplia y estaba completamente en orden, sobre las cobijas marrones de la cama había unos jeans negros y una blusa de manga larga color salmón, me imagino que era su atuendo para hoy.

– ¿Como supiste? –Escuché su voz que me llamaba desde atrás.

–Willy –Le dije simple. Rodó los ojos y suspiró pesadamente.

–  ¿No va a guardarme un solo secreto nunca verdad?

–      Si lo hace, pero... Creo que me vio muy desesperado. –¿Eso lo dije o lo pensé?

-¿Te ofrezco algo? Lo que sea, tu solo pide y llamamos al servicio a la habitación. -Me quedé en silencio y me acerqué a la ventana, tenía una vista increíble, la nieve cayendo y las calles casi solas.

–Estoy bien así por ahora. –Voltee a verla y estaba colocándose un abrigo con capucha de color gris.

–O bueno, entonces ¿Qué... quieres hacer? Afuera hace...