"Eran los mismos ojos de mi sueño"

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Capitulo 3QUERIDO DIARIO: Ayer, Camila me hizo prometer que si algo le llega a pasar cuando dé a luz

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Capitulo 3
QUERIDO DIARIO:
Ayer, Camila me hizo prometer que si algo le llega a pasar cuando dé a luz... yo me haré cargo del bebé como si fuera mi hijo.
¿Qué cómo me sentí con eso?
Me dio terror. No terror a hacerme cargo del bebé, pues lo haría más que encantada. Tengo terror de que le pase lo mismo que a mi madre. Simplemente no lo soportaría. Ella es más que mi hermana... la idea de que muera siendo tan joven... prefiero no pensar en eso.
Después me molesté con ella porque me estaba haciendo insinuaciones con un tipo que ni siquiera conozco. Un tal "Sir Justin Bieber" o algo así... por dios, ahora ella también con eso.
En fin, hoy iremos a comprar algunas cosas para la fiesta, que será en una semana. Será mejor que me dé prisa si queremos regresar antes de que anochezca.

Termino tranquilamente de desayunar. Esa vez sola. Mi papá se fue a quien sabe dónde por la mañana sin despedirse y Camila pidió el desayuno en la habitación.
Se siente horrible estar sola.
De repente, se escuchan las pisadas de los caballos tirando de un carruaje detenerse justo en la entrada de mi casa.
Me levanto rápido y voy a espiar por la ventana.
La mujer siempre elegante, extremadamente pelirroja y con aire autoritario es ayudada a bajar por el cochero. Hago una mueca. Madame Elenor.
Oh, no, oh no.
Empiezo a retroceder, cubriéndome la espalda con las dos manos. Tengo que decirle a alguno de los sirvientes que le digan que no estoy. Que se vaya...

-___________! ___________! ¿Dónde te has metiggo? - dice con su acento francés y entra al salón principal sin anunciarse y yo solo quiero esconderme tras de una de esas enormes cortinas que cuelgan de los ventanales.
Demasiado tarde.
Antes de que pueda hacerlo, me encuentra fácilmente.
-oh! Peggo niña! ¿acaso has subido de peso?
Retrocedo aún más, jugando nerviosa con mis manos.
-hola Madame Eleonor... ¿yo? ¿subir de peso? ¡claro que no!

-ah!! Entonces ya sé que es lo que pasa!! ¡date la vuelta!
-no... no es necesario.
-date la vuelta te diggo
Sin más, con unas manos siniestras y expertas, me gira completamente hasta estar de espaldas a ella. Deshace los botones de mi vestido más rápido de lo que puedo escapar y tira de los cordones del corsé.
-AYYYY!-me quedo, sintiendo como las costillas se me oprimen y la piel que se aprieta ardiendo.
-Listo! Peggfecta.
"Madame Eleonor"
Como mi madre murió, obviamente papá no sabía nada de cómo educar a una niña. Una de las opciones era casarse, pero como él mismo me ha dicho en muchas ocasiones, estaba demasiado devastado para hacerlo. Así que optó por contratar a esta mujer para que me educara como una "señorita decente", básicamente me enseñó modales, a caminar correctamente y claro, lo más importante creo yo... a derrochar dinero a manos llenas.
-¿porque ese escándalo?
Camila sale de una de las esquinas, con la mano en la espalda.
-oh... buenos días Madame Eleonor-hace una reverencia con la cabeza.
-Camila, ¿Qué tal queggida?
Se acerca a mi amiga y la besa en ambas mejillas. Mientras yo trato de calmar un poco mi piel que arde de dolor. A penas si puedo respirar. Esto es taaaan molesto.
-¿y a qué se debe su visita?-voy directamente al grano, haciendo muecas.
Ella me fulmina con la mirada.
-bueno, supe de la fiesta a la que asistiggán. Y obviamente, no quieggo que se pongan cualquier cosa... ¿se imaginan lo que diggia la gente? Oh no! Vámonos ahora...
Pongo los ojos en blanco. Pero bueno, no es tan mala idea después de todo. Hay que admitir que si alguien sabe de comprar cosas, es esta mujer.
-está bien Madame Eleonor, precisamente nos disponíamos a irnos. ¿verdad Camila?
-ahh... sí.
-solo tengo que ir primero por algo de dinero. Vuelvo enseguida.

Camila y Madame Eleonor se quedan platicando en el salón principal mientras yo voy a la oficina de mi padre. Sé perfectamente donde está el dinero. Detrás de un cuadro, hay un agujero en la pared que tiene un baúl. Saco la llave de la bolsa de mi vestido, quito el cuadro y giro la llave hasta que el candado del baúl se abre.
Frente a mis ojos las monedas de oro brillan. ¿para qué la necesidad de casarse si lo tengo todo?
Todo, menos una madre-susurra mi subconsciente y lo corro de una patada.
Lleno 2 bolsas de cuero de monedas de oro, las amarro con un lazo y escondo en mi bolso de mano.

Tiempo después, estamos en la casa de modas de Madame Eleonor, eligiendo algunos vestidos.
-me veo tan gorda con esto!-Camila pone cara de puchero y no puedo evitar reírme.
Lleva puesto un hermoso vestido color palo de rosa, que hace que sus mejillas parezcan sonrojadas y le da un aire muy tierno a su maternidad.
-te ves hermosa-repongo.
-ah si, claro!-expresa irónicamente.
Contengo la risa, apretando el respaldo de mi silla. Las modistas acomodan y cortan algunos trozos de tela, para que el vestido sea del tamaño adecuado. No hemos estado ni un momento a solas desde que Madame Eleonor llegó, así que cuando van por mi vestido, Camila aprovecha para preguntar.
-¿te molestaste conmigo ayer por lo que te dije?
Niego con la cabeza.
-si... pero sabes perfectamente que no puedo estar molesta contigo mucho tiempo.
Sonríe de oreja a oreja.
-no quiero meterme en tu vida... pero sabes que te quiero como si fueras mi hermana y solo espero que seas feliz.
Suspiro y la tomo de las manos.
-lo seré, te aseguro que lo seré algún día. Pero para ello tengo que pensar muy bien las cosas y no dejarme con el primero que me pase enfrente. Quiero sentir... algo especial con quien comparta mi vida.
-tienes unos pensamientos demasiado liberales para nuestra época...
-sí... tal vez no debí de haber nacido en esta época... quien sabe, en algunos años... lástima que no estaré ahí para verlo.
Camila se encoje de hombros, es ahí cuando regresa Madame Eleonor con toda su comitiva, cargada de cosas.
-ahogga quítate eso... les presentagge a mi obra maestra.

Las modistas rápidamente me paran de la silla y comienzan a quitarme la ropa con agilidad. Me siento un poco... invadida? Si, tal vez esa es la pregunta. No descansan hasta dejarme solo con el corsé y la camisola. Me froto mis brazos desnudos.
La mujer francesa abre los ojos como platos mientras saca con verdadera idolatría un vestido color azul turquesa. No lo observo bien hasta que lo tengo puesto.
Vaya... es HERMOSO. Digno de la realeza.
Cubierto de la parte de arriba y el final con pedrería, los hombros descubiertos dándole un toque algo atrevido y varios pliegues que caen sedosamente en la falda. Lo más increíble para un vestido del siglo XVII.
-wow... -exclama Camila-la presumida esa no tendrá oportunidad con eso.
-ahora-repongo alzando una ceja-hay que encontrar una joya digna que haga juego.
-estoy de acuerdo.

-entonces lo espero mañana en mi casa-me despido del joyero.
-si señorita Salvatore, ahí estaré sin falta.
-eso espero ah...-me detengo en la puerta antes de salir y levanto el dedo índice-espero contar con su discreción. No quiero que nadie vea esas joyas hasta el día de la fiesta, ¿entendió?
-sabe que puede confiar en mí.
-gracias entonces.
-saludos a su señor padre.
-de mi parte.

Giro rápidamente para salir a la calle e ir al carruaje, donde Camila debe de estar desesperada. Al girar, choco con alguien que se disponía a entrar, haciendo que se me resbale la caja que tengo en las manos.
Cae ruidosamente al piso. Alcanzo a ver un saco negro mientras se inclina a recoger la caja.
-disculpe usted señorita.
El hombre se incorpora y me mira directamente a los ojos. Unos ojos color miel, que ante mi asombro, se van oscureciendo poco a poco, volviéndose penetrantes, fríos... hipnotizadores. Los mismos ojos de mi sueño... Me pierdo en ellos hasta que logro mover la cabeza, escapándome del hechizo.
Me entrega la caja.
-no, fue mi culpa-repongo, todavía mareada.
-bueno, tal vez creo que fue descuido de ambos.-repone con voz seductora, noto inmediatamente su acento extranjero.
Me dedica una amplia sonrisa que.... Oh mi dios...nunca había visto un hombre así.
Es alto, de tez completamente blanca, cejas algo pobladas, rasgos faciales simplemente perfectos en todos sentidos (la nariz angular, los ojos grandes), unos delgados labios formando la boca perfecta. Muy joven también. Vestido elegante y completamente de negro, lo que hacía resaltar su piel, así como unas ligeras ojeras debajo de sus perfectos ojos. Un pequeño defecto tal vez.
-sí, tal vez-agacho la cabeza, sonrojada.-¿es usted extranjero verdad?
-además de bonita, inteligente.-repone y tengo que controlarme para no saltarle encima-así es, soy extranjero.
-entonces espero que disfrute su estancia en Venecia.
-créame, que ya comencé a disfrutarla.
Sigue observándome detenidamente y sus cejas se arquean mientras siento que el corazón se me infarta. Ok, respira, no se te olvide respirar.
Tomando una gran bocanada de aire, dejo salir lo único que se me ocurre.
-am... que tenga buen día.
-igualmente señorita, y de nuevo, disculpe la molestia.

Memorias de un Vampiro I *Despertar* •|Justin Bieber y Tu|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora