Las joyas de la corona no son nada a comparacion de lo que yo puedo ofrecerte

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-espero que no le moleste que haya venido

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-espero que no le moleste que haya venido... pero su hija me prometió poder conocer su canal exclusivo que conecta con la ciudad-dice de la manera más encantadora.

Por la reacción de Camila y mi padre, al parecer no soy la única que se deslumbra frecuentemente con este hombre. Papá mueve la cabeza como tratando de recuperar los pensamientos y Camila se recarga más en el respaldo del sofá.

-por supuesto que no me molesta. Sabe usted que siempre será bienvenido en esta casa-responde papá, todavía algo aturdido.
-gracias.
Justin hace una pequeña reverencia de nuevo.
-entonces... ¡no hay tiempo que perder!
Salto de mi silla y de un segundo a otro estoy junto a él.
-sí, tienes razón, si quieren regresar antes del anochecer deben irse ya. ¿tu también irás Camila?

Le lanzo a mi amiga una mirada furtiva, que ni se le ocurra.
Ella se hunde más en el asiento.
-no, la verdad no me siento del todo bien. Además con los mareos y todo eso... no creo que sea buena idea andar por ahí en una góndola.
-está bien, entonces que los acompañe tu nana-dice papá.
Pongo mala cara.
-no está, acuérdate que fue a comprar las cosas para mi infusión.
-ah, cierto... que los acompañe alguien más del servicio. Ordenaré que abran la puerta del canal.
Da media vuelta y se dirige a hacer lo que dijo...

Una de las desventajas de ser una "señorita decente" es que prácticamente nunca puedes estar sola. Siempre, aunque solo saques un pie afuera de tu casa, siempre hay alguien que tiene que acompañarte a todos lados. A veces necesito algo de privacidad.

En el jardín trasero ya han abierto la puerta de rejas, por donde pasa el agua que conecta mi casa a las calles de Venecia. Una góndola (una especie de lancha de madera, en forma de barco pequeño con la punta trasera y delantera en pico, donde se pasea hasta la actualidad en las calles de Venecia) nos espera ya en la orilla.
Llevo mi paraguas de sol y sombrero a juego con mi vestido.

-primero la damas-sonríe Justin, extendiendo la mano para ayudarme a subir.
Es la segunda vez que toco su mano, y cosquillas me recorren todo el brazo. Me doy cuenta de que hoy tiene la piel fría, muy fría.
Estoy acomodándome en la silla mientras el sube y se sienta junto a mí.

El encargado de manejar esta cosa está ya en su lugar. Una muchacha del servicio nos acompaña, pero está en la parte de atrás. Al menos está mejor que si hubiese sido mi nana.
Justin está tan cerca de mi que nuestros brazos se tocan. Claro, como muchas de estas cosas las utilizan los recién casados...
La lancha comienza a moverse y no puedo evitar sentir emoción. No por el paseo, pues lo he dado cientos de veces, sino por la compañía que tengo esta vez.
Pronto salimos de los terrenos de la casa y nos dirigimos directamente al corazón de la ciudad. a las orillas del río hay plantas y flores.

-¿entonces nadie puede usar este canal?-pregunta Justin, con curiosidad.
-sí, si lo utilizan. Pero solo para llevar cosas a la casa, como comida y todo lo demás. Eso sí, nadie puede pasear por el sin mi permiso.
-¿eres del tipo de persona que dice: mío, mío y solo mío?

No sé que contestarle. Si le digo que sí... (lo cual es verdad) pensará que soy una caprichosa egoísta (que es cierto) pero si le digo que no... estaría tratando de fingir ser alguien que no soy. Hm...

-si te digo que sí... ¿estaría mal?
Frunce el ceño, pensativo.
-tal vez... en otras circunstancias. Pero como resulta que yo soy el peor egoísta del mundo y no comparto lo que es mío con nadie... entendería.
Oh... vaya, eso sí es una revelación.
-entonces soy igual que tú. Estoy acostumbrada a que lo mío sea solo mío.
Sonríe sarcásticamente. Su sonrisa sarcástica es tan... sexy.
-hermosa ciudad. Una de las más bellas que he conocido hasta ahora.

Sus dorados ojos vagan por la inmensidad de la ciudad, que se extiende frente a nosotros. Los primeros e imponentes edificios de piedra aparecen poco a poco. Los demás canales se juntan, haciendo que las calles de Venecia estén completamente bañadas de agua. Otras góndolas pasan cerca de la mía. Saludo a algunas personas que conozco, con la mano.
Por las noches, suelen encender faroles en las góndolas, haciendo que el paseo sea más... romántico. Sin embargo, este paseo no es nada romántico en absoluto. Oh bueno... al menos eso creo.

-seguramente Londres es mucho mejor.
-hm-tuerce la boca-no creas, suele ser demasiado... aburrida. Además de que casi nunca sale el sol. Aunque ese es un punto a mi favor.
-¿un punto a tu favor? ¿Qué no salga el sol?
-sí-ríe, como si disfrutara de una broma privada-no me gusta el sol. Entonces, ¿nunca has ido a Londres?
-nunca. He tratado de que papá me lleve, pero por aluna extraña razón.. no lo hace. Creo que le recuerda a mamá. Ahí fueron a su viaje de bodas.
-oh... ¿hace mucho que murió tu madre?
-murió exactamente el día en que nací. Muchos celebran su cumpleaños. Para mi no es algo que quiera celebrar mucho.

Nos adentramos cada vez más a la ciudad y le doy una explicación como guía de turista de cada construcción, cada edificio, cada monumento.
-conoces muy bien todo.
-he tenido tiempo de sobra para conocerlo.

Pronto empieza a oscurecer y es hora de regresar a la casa. El crepúsculo se acerca. Justin empieza con una extraña ronda de preguntas y respuestas. Al parecer quiere saberlo todo, desde mi color favorito hasta el número de mis zapatos.
-entonces, ¿cuál es tu piedra favorita?
-eh...-estoy algo enfadada- indudablemente el diamante. Los zafiros también me gustan, pero es mejor el diamante.
-¿Por qué?
-porque es la piedra más valiosa. La que todos quieren y pocos tienen.
-tu tienes el lujo de tener por montón.
-cierto. Pero eso no le quita lo valioso. Además de que se forma con una extraña combinación.
-ahh y...
-oye, ¿no crees que ya fueron muchas preguntas?

Veo a lo lejos mi casa. Estamos casi llegando.
-tienes razón. Muchas preguntas y no me has respondido la más importante.
-¿Qué? he respondido todas y cada una de ellas.
-no. La que más me interesa no lo has hecho. Te dije que una de las formas para deshacernos de tus admiradores era que te casaras conmigo. Y no respondiste
Siento un nudo en el estómago. ¿sigue con eso?
-no me gustan las bromas, señor BIeber-me pongo seria y recorro lo más que puedo en mi asiento, lejos de él.
-a mi tampoco me gustan las bromas. Y no estoy bromeando. Cásate conmigo.
Dios... ¿esto es real?
-te acabo de conocer.
-créeme, el tiempo no será un pretexto. Si aceptas, tendremos tiempo de sobra para que me conozcas todo lo que tu quieras.
Respiro profundamente.
-en estos tiempos, no es lo tradicional pedirle a una señorita decente que se casen con ella sin antes no tener la aprobación de su padre.
-por favor... tu padre hará lo que tu digas. Siempre es así. Dirá que no, si tu no quieres, dirá que sí si aceptas, de eso no tengo ninguna duda. Además de que no eres nada tradicional. Por eso me gustas. No eres como todas esas encopetadas de la fiesta, que solo hablan de sus obras de caridad y lo católicas y decentes que son.

Me quedo sin palabras. A penas si me doy cuenta de que estamos entrando a mi casa.
Para aumentar más mi sorpresa. Pronto, el paseo ha terminado y la góndola se inmoviliza en el mismo jardín donde nos recogió. Justin es el primero en bajar. Cuando está con los pies en la tierra, extiende su mano para ayudarme.
Tambaleante y un poco dudosa, acepto. Casi instantáneamente quiero soltar su tacto frío, pero el levanta mi mano con delicadeza y la acerca a su boca. La besa con delicadeza. Me estremezco. Sus labios también están fríos.

-dí que sí. Las joyas de la corona no son nada a comparación de todo lo que puedo ofrecerte.

Sus ojos me atrapan, me hipnotizan, como un mar en el atardecer dorado al que no puedes dejar de ver por el paisaje que te proyecta. Sin saber cómo, las palabras salen de mi boca, a penas con un susurro.
-sí.

SPOILER:
"-ven.
-¿Qué es eso?-dice con ojos como platos.
-el secreto de la familia Salvatore. Ahora también tu secreto. ¿quieres venir o tienes miedo?"

Memorias de un Vampiro I *Despertar* •|Justin Bieber y Tu|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora