Sus ojos extremadamente dorados como la miel atrapan mi mirada

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Capitulo 4-¡¿PERO QUIEN ERA EL?!-pregunta, no esperen, grita Camila cuando el coche camina y nos alejamos de la joyería

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Capitulo 4
-¡¿PERO QUIEN ERA EL?!-pregunta, no esperen, grita Camila cuando el coche camina y nos alejamos de la joyería.
Yo aún sigo hiperventilando y no sé ni cómo me subí. Obviamente ella estuvo observando toda la escena desde la ventana.
-¡NO sé!-le contesto de igual manera.
-¡Pero como no vas a saber! ¡si hablaste con él!
-pues si pero... se me cayó la caja de los guantes y la recogió... yo solo voltee y ahí estaba... tan perfectamente guapo...
Mi mirada se pierde ante el recuerdo.
Camila estalla en risa.
-¿¡QUE!?-le digo enojada.
-¿Qué? ¿te diste cuenta la cara que pusiste cuando lo viste? ¿y la cara que estás poniendo ahora que seguramente lo estás recordando?
Abro la boca para decir algo, sin embargo luego la cierro. Es cierto.
Nunca en mis 18 años me había puesto así al ver a un hombre. ¿Cuántos no habían desfilado por mi casa sobre todo en los últimos meses, esperando convertirse en condes? Ni siquiera los volteaba a ver. Y ahora llega este completo desconocido y hace que me ponga como adolescente enamorada.
-es guapo-contesto con seriedad.
-ohhh si... mucho más que guapo.

Llegamos a la mansión Salvatore después del crepúsculo. Mi padre está en el comedor, ya cenando.
-hola niñas, ¿cómo les fue?
-bien...-contesto sin interés, dándole mis cosas a una de las sirvientas para que las lleve a la recámara.
-¿encontraron todo lo que buscaban?
Camila suelta una risita y contesta de manera irónica:
-sí, encontramos más de lo que esperábamos.
Pongo los ojos en blanco. Mi padre parece demasiado entretenido en su cena como para ponernos atención.
-me voy a la cama-anuncio.
-¿no cenarás?
-no. Estoy muy cansada. El joyero vendrá mañana a traer lo que faltó.
-está bien. Tal vez saldré por la mañana, pero regresaré para la comida.
-bien.
-buenas noches.
-buenas noches.

Y así es de fácil convivir con mi padre. No me meto en sus asuntos, él no se mete en los míos. Una combinación perfecta. A penas si logro escapar de Camila antes de que siga con sus cosas.
Me meto debajo de las cobijas... hoy tengo... frío... sí, es una sensación extraña. Como si alguien me observara. Antes de apagar la última vela encendida doy un vistazo a la ventana. Obviamente no hay nada. Yo y mis imaginaciones.
Esa noche... esa noche estoy muy inquieta.
Me muevo en la cama, revolviendo las cobijas (cosa que nunca que pasa) y cuando logro conciliar el sueño...
Unos hipnotizantes ojos color miel aparecen por todos lados . Observándome. Vigilándome.

Querido diario:
Anoche fue una noche horrible. Casi no pude dormir y tuve pesadillas todo el tiempo. Tal vez es porque no he ido a misa en más de tres días. Los sacerdotes dicen que el demonio se mete en tu vida si no vas a misa.
Pero eso no es lo más importante. Lo más importante es que conocí... ahh yo creo que al hombre más guapo del mundo.
¿Qué quien es? ¿Cómo se llama? Quien sabe. Es un perfecto desconocido con el que tuve la suerte de toparme afuera de la joyería. Lástima que lo más seguro es que no lo volveré a ver. De todos modos... no me interesa.
¿no? Bueno... eso no podría asegurarlo. Ni siquiera lo conozco. Seguramente es que esté casado o comprometido. Un hombre de esos no está solo por el mundo. En fin. Ya casi es el día de la fiesta. Mi vestido está precioso y el joyero debe de llegar en cualquier momento. Ja, quiero ver la cara de mi padre cuando le diga todo lo que me gaste'...
Aunque lo más seguro es que no me diga nada. Como siempre.

-el joyero está aquí, mi niña-repone mi nana, interrumpiendo mis anotaciones.
-ah, gracias. Llévalo a la sala, en un momento estaré con él.
La nana asiente y sale de mi habitación.
Guardo el diario debajo de la cama. He escrito esto desde que tengo memoria. En una sociedad en la que las mujeres solo servimos de adorno, es muy raro que alguna sepa leer y escribir, aunque sean de la alta sociedad. A la mayoría solo les enseñan como ser una buena esposa, madre, a tejer y pintar. Ah, y a no aburrirse mientras estás sentada en una silla, sin nada que hacer. Para eso servimos. Como adorno.
Y me hace rabiar. ¿llegará el día en que podamos hacer todo lo que hacen los hombres, demostrándoles que incluso podemos hacerlo mejor?
Ojalá así sea. Lástima que para entonces no quedarán de mi ni los huesos.

Suspiro, alejando mis pensamientos y me dirijo a la sala. Camila ya está ahí fisgoneando.
-señorita Salvatore. -saluda el joyero mientras se pone de pie.
-qué tal-respondo sin interés-¿trajo lo que le pedí?
-oh sí, sí, y tenga por seguro que quedará complacida.
-eso espero-entrecierro los ojos.
El hombre se apresura a desenvolver una tela de terciopelo que ha dejado en la mesa de centro. Extiende la mano orgulloso.
Me acerco para ver mejor.
Un exquisito juego de diamantes y zafiros, convertidos en un collar y un brazalete.
Sonrío con insuficiencia, dando mi aprobación.
-¿Qué le parece?-pregunta el joyero, emocionado.
-no está mal.
Parece un poco decepcionado de mi respuesta. Pero no estoy acostumbrada a exagerar las cosas. Prefiero mantener mis pensamientos y sentimientos solo para mi sola.
-me alegro que le gusten-refunfuña.
Tomo las piezas entre mis manos y las deslizo por las palmas. Vaya, hay que admitir que esto está bonito.
-ahí está su dinero.

Una de las sirvientas le entrega una bolsita de cuero cerrada con un lazo.
-hay una gratificación extra por su discreción.
-gracias señorita. Siempre es un placer atenderle-hace una pequeña reverencia, quitándose el sombrero de copa.
-gracias a usted.
-bueno, entonces, ahora me retiro. Que tenga buen día.
Asiento, todavía observando las joyas con los ojos muy abiertos.

El tipo camina hacia la salida. Unos segundos después, lo escucho saludar a alguien más.
¿pero a quién?
-un caballero busca a su señor padre-repone la sirvienta que acompañó al joyero a la salida.
-¿sabes quién es?
-no, no dijo su nombre.

Una extraña curiosidad me invade. Sin decir más camino hasta el salón principal, por donde pasan todas las personas que llegan a esta casa. Camila va detrás de mí, expectante.
Hay un hombre, alto, vestido de negro de espaldas a nosotros, viendo por la ventana.
-señor, mi padre no se encuentra en este momento, pero si quiere, puede dejarle algún recado conmigo
Él gira lentamente.
Casi me voy de espaldas cuando sus ojos extrañamente dorados como la miel atrapan mi mirada.
-así que volvemos a vernos señorita. Una verdadera fortuna.

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