Es una promesa de sangre y esas......no se rompen

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  *FLASHBACK* *19 AñOS ATRÁS*

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*FLASHBACK*
*19 AñOS ATRÁS*

El conde Salvatore se pasea inquieto por su despacho. Ha caminado en círculos quien sabe cuánto tiempo y su preocupación es más grande conforme avanzan los minutos.
Prefirió encerrarse ahí, con paz y tranquilidad a estar escuchando los gritos de dolor de su esposa.
Su esposa, que en estos momentos está dando a luz a su primer hijo.

Ha sido un embarazo difícil desde los primeros días. Hubo el riesgo de que perdiera al bebé en dos ocasiones, aunque gracias a dios, eso no pasó. Ella tuvo que permanecer en cama la mayor parte del tiempo y aún así... sabrían que el parto sería complicado.
Lo peor del caso, es que su esposa le hizo jurar que si le daban a elegir entre ella y el bebé no lo dudara ni un instante. No sabía si podría soportar una vida sin ella.
Todavía recordaba la primera vez que la vio en el muelle. Tenía como 16 o 17 años. Se veía hermosa, con un vestido color azul turquesa que resaltaba sus ojos y hacía que sus mejillas se vieran sonrojadas. Tuvo que esperar el tiempo suficiente para que sus padres le dieran permiso para cortejarla, pero esperó pacientemente y antes de que ella cumpliera 20 años ya estaban comprometidos.
Tardaron algunos años tratando de tener un hijo, por eso, cuando supieron que estaba embarazada ambos estallaron en felicidad y comenzaron a preparar todo. Las mejores ropas, telas, pañales... todo.
Luego empezaron los problemas, pero su esposa los enfrentó con valentía. La admiraba y la amaba como el primer día.

¿Cuándo tiempo más?
Está desesperado. Por fin ha llegado el gran día y no sabe si estar feliz o angustiado, porque sabe perfectamente la posibilidad que hay de perderla.
Leonardo entra inesperadamente al despacho.

Leonardo DA Vinci ha sido su amigo por varios años ya. Ha estudiado botánica y el cuerpo humano. Lo llamó con la esperanza de que encontrara algo que ayudara.

-tu hija ya nació-repone, pero nota el tono en su voz.
-¿Qué pasó? ¡LEONARDO POR DIOS, DIME QUE PASÓ!
Sacude a su amigo por los hombros.
-al parecer... tu esposa no soportó el parto y murió al dar a luz.

Un escalofrío le recorre todo el cuerpo y siente desfallecer.
-y... ¿la niña?
-está muy delicada. Demasiado pequeña y débil. Mandé que le dieran algunas infusiones, pero... Amigo, debo serte franco. No creo que pase la noche.
La última puñalada, una estaca en el corazón.

Casi inconscientemente, sale del despacho como caminando entre nubes y entra a la habitación. lo primero que ve, es a su esposa, a su amada esposa recostada en la cama. Las criadas la han vestido y lavado ya. Parece estar durmiendo.
Haciéndose el fuerte, se acerca al pequeño moisés cubierto de las más exquisitas y finas telas blancas, a un lado de la cama. Hace a un lado el velo, para observar detenidamente al pequeño bulto que está dentro, cubierto con cobijas.
Apenas si se puede distinguir entre tantas cobijas, es tan pequeña, tan delicada tan... parecida a su madre. Parece estar durmiendo. Tal vez un sueño del que tampoco despierte.
¿y así se acaba todo? ¿así se queda solo? ¿no valió la pena el sacrificio de la persona que más amaba en este mundo?

Se deja caer de rodillas, sintiendo como el mundo se le viene encima, se derrumba a su lado. Comienza a llorar desconsoladamente, con la cara pegada a la cama. Llora tanto, que se queda medio dormido.
Unos tímidos golpes en la puerta lo despiertan. no quiere ser molestado y hace caso omiso. Pasados unos minutos, vuelven a insistir. Se limpia las lágrimas de la cara y trata de aclarar su voz.

-adelante- dice con irritación, mientras se sienta en la cama.

La puerta se abre lentamente y una mujer bajita, delgada y de piel negra entra con timidez. Parece que es una de las esclavas que compró hace un año... ¿Cómo se llamaba? Ah, quien sabe, qué importa.

-¿Qué pasa?-pregunta el conde.
-señor yo...
La mujer agacha la cabeza.
-¿Qué quieres?
-yo creo que puedo ayudarlo.

El conde se echa a reír con ironía.
-¿ayudarme tú? ¡Mi esposa murió y mi hija lo hará en cualquier momento? ¡¿Cómo ES QUE PUEDES AYUDARME TU?!
-hay una forma de que su hija no muera.
-¿ah sí? ¿cuál según tú?
-sangre de vampiro.

-sabes que estás cometiendo una locura. Eso es jugar con fuego...
-y tu crees que no lo sé, Leonardo? ¡Pero ya perdí a mi esposa, la mujer que más amaba en este mundo! ¡no puedo permitir que su sacrificio sea en balde! ¡quiero que mi hija viva! Sería capaz de venderle mi alma al mismísimo diablo si fuera necesario.

Leonardo Da Vinci sacude la cabeza, inconforme. Pero por una parte, entiende perfectamente a su amigo. Ha visto su sufrimiento.
-bueno, ¿y cuando regresará la mujer esa?
-me dijo que lo haría pronto.
-¿y traerá al... vampiro?
-eso supongo.
-¿Qué le darás a cambio?
-lo que quiera-responde el conde, sin vacilar.
-incluso sí... ¿te pidiera la daga del cazador?

El conde lo piensa unos segundos. La más valiosa joya que su familia ha cuidado por años. ¿Quién lo diría? Su abuelo la compró para protegerse de los vampiros y los hombres lobo y ahora... el tendría que negociar con uno.
-lo haría-responde firmemente.

Leonardo se encoge de hombros. En ese momento, llaman a la puerta del despacho y los dos hombres brincan de sus asientos.
-adelante.

La sirvienta entra, con la cabeza gacha.
-¿lo conseguiste?-pregunta rápidamente el conde.
-sí. viene conmigo.

Un escalofrío recorre su cuerpo. Después de tantos años de escuchar historias de seres sobrenaturales (sobre todo vampiros) por fin podría tener frente a frente a uno.
-que pase.
Un hombre alto, completamente vestido de negro y con una capucha del mismo color que prácticamente cubre todo su rostro, (salvo por una boca perfectamente delineada) esboza una gran sonrisa.
-a sus órdenes, señor. Por razones obvias, me ahorro mi identidad. -dice educadamente.
-ya sabes lo que quiero. Tu sangre, para que mi hija viva.

La sonrisa del vampiro se hace más ancha.
-veo que va directamente al grano. La tendrá. Pero lo justo es que yo reciba algo a cambio.
-lo que quieras. Todo el dinero que quieras.
-no quiero dinero. No hace falta. Lo haré sin cobro por ahora. Después, sabré cobrar mi favor. No le será complicado dármelo a cambio de la vida de su hija.
-la niña está muy débil, necesitará más de una toma-interviene Leonardo, que hasta el momento había permanecido callado.
-toda la que quieran. Me lo cobraré tarde o temprano.
El conde le extiende una bolsa de cuero, repleta de monedas de oro.
-el doble de esto te daré cada mes, si mantienes a mi hija viva.
-Ya le dije que no quiero su dinero. Tengo más del que usted piensa. Cobraré mi favor llegado el momento y usted recibirá señales de ello. Aquí está. Me encargaré de mandarla cada semana. Tres gotas todos los días, en una infusión de verbena y arce blanco para evitar tentaciones, la mantendrán viva todo el tiempo que quiera. Claro, no eternamente.
Le entrega un frasquito pequeño de cristal, que contiene un líquido rojo.

-no quiero que nadie más se entere de esto. Será un secreto solo entre nosotros-advierte el conde, observando el frasco.
-Es una promesa de sangre, señor Salvatore. Y esas... no se rompen.

SPOILER:
"-yo... yo tengo que irme-repongo, casi sollozando.
-¿irte? ¿tú? Ah, mi querida ________, tu no puedes irte. Tú, te quedarás conmigo. Para siempre. "

Memorias de un Vampiro I *Despertar* •|Justin Bieber y Tu|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora