¿Tendre que dormir en un ataud?

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 Todo esto es tan

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Todo esto es tan... raro.
Un día me voy a dormir como una chica normal, y cuando despierto... soy alguien completamente diferente. Alguien que ni en mis más oscuras pesadillas habría imaginado ser.
Regresamos a la casa de Justin (a penas si me doy cuenta de dónde está, solo lo voy siguiendo) y de inmediato quiero deshacerme de esas ropa sucia y manchada. Manchada de sangre.

Más raro aún, es que mientras me baño no esté mi nana ayudándome a tallar la espalda o no me pase la toalla para secarme o no tenga lista el agua caliente. Solo estoy yo... ahí sola, en esa enorme tina, tratando de aclarar un poco mi cabeza que para este entonces, ya es un completo lío. Ha pasado tanto en tan poco tiempo. Se me hace un nudo en la garganta al recordarme a mí misma, que no solo estoy sola aquí, sino que tampoco tengo a nadie más. A nadie más que a... a Justin.
Frustrada y nostálgica, llena de remordimientos, salgo de la tina y encuentro que en una de las sillas hay ropa para mí. Un poco más sencilla de lo que estoy acostumbrada, menos ostentosa pero se ve muy fina. Totalmente negra.
Bastante buena para la ocasión.
Aún con el cabello algo mojado, ando por algunos de los pasillos de la casa. Aún no me acostumbro a que mis sentidos estén más allá de un 100%.
Es una casa grande, hasta cierto punto fría y oscura, de las paredes cuelgan algunos cuadros con pinturas extrañas. Algunos parecen ángeles, otros demonios. Además de armaduras viejas y algunas esculturas extrañas. Me estremezco con algunas de ellas.
Encuentro a Justin en la sala, leyendo interesadamente un libro que sostiene entre sus manos. Al escucharme llegar, alza una ceja.

-¿Dónde conseguiste la ropa?-pregunto.
-no eres la única que puede disponer de todos los sirvientes que quiera.-responde, sin quitarle la vista al libro.
-hay... ¿humanos aquí?
La palabra humanos se me antoja diferente. Yo ya no soy humana.
-claro que no. Sería una estupidez de mi parte tener a alguien aquí ahora que no tienes ningún control. Solo matarías sin pensarlo dos veces y así... así no se aprende. Hay que tener límites.
-oh. ¿dónde está esta casa exactamente?
-en las afueras de Venecia, lo más alejado que pude conseguirla. Imagínate lo que dirían los vecinos si te hubiesen escuchado gritar como lo hacías.
Me da escalofrío.
-supongo que tienes muchas preguntas.
-a decir verdad... sí.
-pues será mejor que me las digas todas de una sola vez, aprovechando que estoy de buenas y que ese color te queda de maravilla.
No sé si ahora puedo sonrojarme... supongo que no. Pero si pudiera, lo haría.
-hm... ¿qué se dice del incendio en la mansión?
-bueno...
Por primera vez aparta la vista del libro y me mira con interés.
-la gente piensa que fue un accidente. Que dejaron una vela encendida y que así fue como ocurrió el incendio. O eso es lo que dicen para no meterse en problemas.
-dijiste que nadie sobrevivió.
-no.
-¿y yo?
-se supone que estás muerta. Soy un pobre viudo antes de casarme. Muchas chicas se han acercado a darme el pésame. ¿gracioso, no?
Pongo los ojos en blanco.
-entonces ya no puedo quedarme aquí. No creo que a la gente le guste ver a un muerto caminando como sin nada por las calles a plena luz del día.
-exactamente. Además que la mayoría ahora no cree en cuentos de miedo... como tú no lo hacías antes. Así que, a penas si puedas soportar un viaje en barco hasta Inglaterra sin hacer una carnicería... nos iremos. Creo que será pronto. La mayoría de los vampiros recién convertidos pierden su humanidad durante meses.
-¿humanidad? ¿tenemos humanidad?
Suspira.
-hay muchas cosas que tendré que explicarte poco a poco. Sí, es nuestra manera de confundirnos con los humanos. Nuestra piel es demasiado fría, usamos café para regular la temperatura y que parezca normal. Los movimientos tienen que ser demasiado lentos... pero eso será algo que entenderás cuando lleguemos a Inglaterra.
-¿qué hay en Inglaterra? ¿tú familia está ahí?

Frunce el ceño, molesto al escuchar la palabra "familia"
-no, no tengo "familia" en Inglaterra ni en ninguna otra parte.
-lo siento... es que pensé que también podían ser vampiros.
Cambiando un poco el tema, sigue:
-en Inglaterra está mi grupo. También tu grupo ahora. Somos el clan de vampiros más importante que existe. Todos los que saben de nosotros nos tratan con respeto.. y así debe de ser. Estamos perfectamente organizados y creo que te adaptarás bien.
-¿ellos saben que iré contigo?
-no. Será una gran sorpresa...
Ríe como recordando algo.
-¿alguna otra pregunta, señorita?
-el anillo.

Levanto la mano para que lo observe.
-¿Qué tiene de especial?
-tiene el conjuro de una bruja, lapislázuli, plata pura, arce blanco y verbena. Te protege del sol, la plata hace que tu olor se pierda para los hombres lobo y el arce blanco y la verbena para los vampiros.
-¿hombres lobo?-siento como los ojos se me salen de las cuencas.
-por dios ________, creí que ya habíamos pasado el tema de no creer en los cuentos de miedo.
-¿quieres decir que sí existen de verdad?
-ohh sí... y son nuestro principal enemigo. Una mordida... y fue lo último que viste.
-entonces... crucifijos y agua bendita?
-tonterías. Lo único que puede dañarnos es las verbena y el arce blanco.
-¿espejos?
-¿y tú en qué crees que puedes verte ese lindo rostro?
-¿mis ojos cambiarán de color como los tuyos?
-ya te dije que cambiarán del rojo a tu tono habitual en un poco de tiempo.
-no me refiero a eso. Antes de que esto pasara... vi varias veces tus ojos pasar del dorado al negro.
Hace una mueca.
-nuestros ojos comúnmente cambian de color sobre todo cuando tenemos hambre. Pero, al parecer soy el que tiene el pequeño defecto de que mis ojos cambien de mi color normal (el dorado) al negro, según mi estado de ánimo.
-¿Tendré que dormir en un ataúd?
Ríe con ganas.
-¿qué?-pregunto algo molesta.
-¿en serio quieres dormir en un ataúd?
-no. Pero tu me estás diciendo que debo creer en cuentos de miedo.
Sigue riendo.
-no, a decir verdad... ni siquiera necesitas dormir.
-¿Qué no necesito dormir? ¿nada?
-solo si así lo quieres. Pero no es una necesidad. Como no lo es respirar. Comúnmente lo utilizamos algunas veces para que nuestros sentidos estén mejor. Sin embargo, no es conveniente hacerlo, si no hay nadie que te esté vigilando.
-¿por qué?
Pone los ojos en blanco.
-eres un vampiro. Y lo más importante: estás conmigo ahora. Eso hace que la mayoría quiera matarte.

Empiezo a ponerme nerviosa. ¿quiere decir, que el mundo en que creía vivir hasta ahora (un mundo de humanos perfectamente normales) no existía y todos esos seres mitológicos en realidad existen? Esto es una locura. No me sorprendería para nada que en este momento despertara de un extraño sueño. Pero lo peor es que sé perfectamente que no lo es.
Camino hacia la puerta, consternada.
-¿a dónde vas?
De un momento a otro, está bloqueándola puerta.
-necesito ver dónde está mi padre. Si dices que pronto nos iremos, al menos quiero despedirme.
-está bien.

La elegante cripta de los Salvatore está perfectamente limpia, con el piso muy blanco. La tumba de mi padre está junto a la de mamá y la que se supone que es la mía. Es raro ver una lápida con tu nombre, estando tú viva. O si se puede decir viva.
Paso ahí algún tiempo, sin decir nada, solo observando. Justin está un poco lejos, dándome mi espacio.
Unos hermosos ángeles regordetes la adornan. Reconozco los trazos del amigo de papá. Estoy tan inmersa en mis propios pensamientos, que me sorprende escuchar una voz.
-sabía que no estabas muerta. No podías estarlo.
Volteo rápidamente. Leonardo Da Vinci está parado justo detrás de mí. No está asustado, ni extrañado ni nada de eso.

Ahogo un grito y Justin acude a mi lado inmediatamente. Tiene mirada amenazadora.
-¿cómo sabías que yo....?-logro decir.
Leonardo sonríe.
-estuve ahí el día de tu nacimiento. Estuve ahí en el momento en que tu padre, desesperado, acudió a la sangre de vampiro para que pudieras vivir.
-¿qué?
-la sangre de vampiro hasta cierto punto es curativa. Al parecer, cuando vieron que estabas a punto de morir tu papá le compró a un vampiro su sangre, para salvarte la vida-susurra Justin a mi oído.
Yo simplemente no puedo creerlo.
-¿Cuándo me lo ibas a decir?
-no preguntaste-se encoge de hombros.
-Leonardo, entonces, tu sabías...?
-que no habías muerto, no exactamente. Pero acerté en mis suposiciones. Tenía tiempo esperando, sabía que si no habías muerto vendrías aquí. Ninguno de los dos me tonó porque tengo suficiente verbena en la sangre como para que no puedan reconocer mi olor.
-¿dirás algo?
-descuida. Sé guardar un secreto. Solo pensé, que te gustaría saber que hay alguien que te necesita.
-¿a mí? ¿quién?

Se queda un momento serio.
-tu amiga Camila. La noticia de tu muerte le impactó demasiado y el parto se adelantó. No creen que viva mucho.

SPOILER:
"-te dije que pensaría qué me darías a cambio por salvarle la vida a tu amiga. Y ya lo decidí. Te quiero a ti"

Memorias de un Vampiro I *Despertar* •|Justin Bieber y Tu|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora