Isabella

8 0 0
                                    

Diez minutos, sólo diez minutos para llegar, ya podía escuchar el –Tarde de nuevo Isabella– y todo por nada.

Pateé una lata con enojo contra la pared, sólo recordarlo me enerva la sangre.

Todo pasó hace media hora.

Esta mañana me levante determinada a una cosa y sólo una cosa: conseguir aplazar el pago del alquiler. Sí...no me fue tan bien como esperaba. El dueño del edificio, un hombre en sus ya pasados 40, gordo, soltero y para nada simpático. El tiempo no lo había tratado muy bien que digamos. No era que me cayera mal, pero su mirada lasciva de vez en cuando me ponía los pelos de punta.

–Disculpe señor Arturo, dígame se le ve más joven hoy, ¿Se ha estado ejercitando o algo así?– Le dije regalándole la mejor de mis sonrisas, todo con el fin de conseguir mi propósito. – ¿Qué se te ofrece Isabella?– Preguntó, sin despegar los ojos de unas cartas, tenía esa cara de "me molesta estar aquí" al igual que todos los días. – Bueno señor yo me preguntaba si usted podría hacerme el enorme favor de cambiar la fecha del pago de mi renta del trece al veintisiete, sólo por este mes. – Le dije esforzándome aún más, la voz suave y tierna, sin dejar de sonreír como pequeña niña inocente en busca de protección, en este caso, de tener un techo sobre su cabeza.

–Lo siento, pero no. – Respondió cortante, sin caer en mi encanto.

–Pero usted no entiende señor. – Insistí haciendo un esfuerzo en contener mi enojo. – Yo he tenido problemas, yo...perdí mi cuenta de ahorros y ahora no puedo, no podré pagarle hasta dentro de dos semanas. –

–No hay nada que pueda hacer. – Por alguna razón, no le creí del todo.

–Pero yo, al menos usted podría... ¿Quizás una semana?– Persistía, conteniendo las lágrimas de enojo.

–No. Adiós Isabella, nos vemos el trece. – Dijo y se fue sin voltear.

Y ahora aquí estoy, tarde para mi trabajo, por ese maldito viejo verde– Arrrgg– Gruñí, pateando la lata aún más fuerte. Debería recogerla en verdad.

– ¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?– Grité. Entonces me fijé a mi alrededor y me di cuenta de que las personas me miraban pensando que estaba loca. – ¿Que miran estúpidos? ¿Nunca habían visto a una chica enojada?– Les grité frustrada y continúe mi camino.

U000U000U?Cf


Littera In FlammasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora