Isabella

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Han pasado cuatro días desde la muerte de Ignacio. No importa con qué punto de vista lo vea, sigue siendo mi culpa, metí la pata y él pagó con su vida. Hablé con Kaz hace par de días, al parecer la muerte de su jefe y amigo también le afectó bastante, aunque hace un buen trabajo de no demostrarlo. Siempre ha sido así, no importa de lo que estemos hablando siempre conversa con una naturalidad que en ocasiones hasta miedo da. – ¿Has tenido inconvenientes con un juego recientemente?– me preguntó ese día. ¿Será que sabe acerca de las cartas? O más bien, puede ser él quien manda las cartas, tendría sentido. Hablar de asesinatos no le afecta en lo más mínimo, hasta he llegado a pensar que le gusta. –Isabella, según lo que me has dicho creo que debemos hablar en persona ya que hay cosas que deben saber. – ¿Deben? ¿No será debo? Todo esto me está costando entender. Y así es como estoy aquí, en un café. Efectivamente a las tres y media llega Kaz, lo extraño es que llegó con Andrés. Los últimos días Andrés ha estado actuando extraño, se está preocupando por mi más de lo normal, en verdad, que se preocupe por mi es extraño en sí. Ambos hemos perdido a alguien recientemente, quizás por eso es que actúa así, es un buen gesto de su parte. Volviendo al presente, por alguna razón estaba aquí. –Buenos días Isa, supongo que ya deberás tener sospechas sobre lo que está pasando– más o menos, en verdad me perdí en pensamiento y no tuve tiempo para especular. –Creo que una simple acción puede aclarar todas tus dudas– Me dijo mientras colocaba una carta sobre la mesa. Abrí los ojos, era el momento en que menos iba a esperar ver una de esas. –No te preocupes, no es de quien crees, sólo es para que nos vayamos entendiendo sin meter la pata– Andrés no parecía sorprendido, ni si quiera confundido, parece que su momento de confusión había sido otro día. Por fin habló Andrés. –Ya deberás estar entendiendo que los tres somos parte de una situación muy complicada. Ahora, la única manera de salir de esto es "ganando". Si queremos lograr esto necesitamos saber qué tipo de persona es y luego poder atraparla. – Definitivamente hablábamos del mismo asesino. –Según he recopilado en esta libreta. –Continúa Kaz, sacando una pequeña libreta negra del bolsillo izquierdo de su chaqueta. –Sus víctimas siempre han usado el tren y viven solas. Verán, se los digo porque son los dos factores más importantes en cuanto a sus muertes. Viajar en tren implica deber caminar hasta su casa o trabajo al menos un poco, también implica paradas de estación fijas, son más fáciles de seguir. Lo de vivir sólo no hay que explicarlo, es más fácil no tener testigos. Si quieren vivir, les sugiero cambiar su medio de transporte y mudarse con alguien. Mi sugerencia sería que fuesen ustedes dos. – Espera, ¿Había sugerido que nos mudáramos juntos?– ¿Que quieres decir con eso?– Le pregunté para ver si había entendido bien. –Que te mudes donde Andrés, un cuchillo es un instrumento muy personal, muy físico. Bastante difícil enfrentarse a dos personas a la vez de esa manera, seguro por eso lo evita. Ya hablé con Andrés y por su parte no le molesta, depende de ti Isa. – Entiendo que sea por el bien de ambos pero me lo encuentro algo radical. – ¿No crees que es medio exagerado?– Le pregunté a Andrés, para ver si conseguía su apoyo. Kaz me puso la carta en la mano, había dibujado una caricatura de un hombre enmascarado con un cuchillo. Diablos, no puedo creer que un dibujo mal hecho me haya convencido. –Tienes razón, empezaré hoy mismo a llevar algunas cosas. – La situación no podía ser más rara. –En verdad sería mejor si sólo llevas lo esencial, si dicha persona llega a entrar a tu apartamento no querrás dejarle saber que te has mudado, sólo vuelve a buscar lo que sea que te falte de vez en cuando. – Me dijo Andrés, tenía razón, aunque me daba escalofríos saber que el asesino podría pasar más tiempo en mi hogar que yo misma. Hoy en la noche oí el teléfono de mi apartamento sonar. Al rato es mi celular el que me avisa que tengo una llamada. Dice número desconocido y para la situación de ahora, mejor no contesto, quizás meta la pata otra vez y alguien más muera por mi culpa. –La habitación está a la derecha para cuando tengas sueño. – Me dijo Andrés. –No voy a quitarte tu habitación, dormiré en el sofá– No iba a desistir. –Mira Isa, hoy me dieron ganas de dormir en el sofá, no es cortesía, si no quieres dormir en la habitación está bien, pero como ya tengo el sofá, deberás dormir en la cocina o algo. – Para ser alguien tan tonto sabía como ganar un argumento. Después de ver televisión por un rato, caminé hacia la habitación y me dormí.


Littera In FlammasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora