Littera In Flammas

Andrés

De camino a casa me ocurrió lo más peculiar. Iba en el tren como de costumbre, caminé par de cuadras hasta llegar a mi edificio. Justo aquí una muchacha entraba con mucha prisa, recogí mi correspondencia, al llegar el elevador la misma muchacha cerraba la puerta para no dejarme entrar. –Espera– le dije pero me ignoró.

Quién sabe quien será, pero al parecer no le caigo muy bien. No pasaron diez segundos y el otro elevador llega. Me monto, piso 6, y me dirijo a mi apartamento. Veo a la misma muchacha, parece que está nerviosa hasta se le cayeron las llaves. Pienso si hablarle o no pero su cara me dice que la conversación no durará mucho.

Mientras me acerco a mi puerta veo que ahora golpea su puerta, es mi vecina después de todo. Debería ofrecerle ayuda. –Disculpa, ¿Necesitas ayuda?– No había bien terminado la frase cuando me grita – ¡Aléjate de mi estúpido!– patea su puerta, entra y la cierra con más fuerza de la que creía poder tener una persona tan pequeña. Y todo en menos de dos segundos.

Mientras abro mi puerta, trato de asimilar todo lo ocurrido y llego a la conclusión de que no se que hice, pero aparentemente fue mi culpa. Entro a mi habitación, con televisor al fin.

Las noticias no me dan muchas esperanzas pero no debo estar más aislado de lo que ya estoy. Reviso mi correo, promociones, promociones, promociones, una tarjeta de crédito "gratis", y más promociones. Llegué a la última carta, una carta personal, mi nombre y dirección a la derecha pero sin remitente. Abrí el sobre no esperando mucho, que tan equivocado estaba:

Buenos días Andrés, tienes el honor de ser el más reciente integrante de mi juego. Seguro te preguntarás que clase de juego es o quién soy.

Ahora, no te asustes, al menos todavía no. Ten esto claro, vas a morir a menos que seas capaz de seguir instrucciones. Para ser justos, debe de haber reglas. Si hablas con la policía, morirás de inmediato, si le cuentas a algún amigo o familiar, morirás, si no descubres nada en veinticinco días, morirás. Creo que ya vas entendiendo tu situación. Busca tus próximas instrucciones en el parque Almiar, cuando hayas entendido todo esto, por favor quema esta carta, no quisiera tener que matarte hoy mismo. Feliz resto del día.

– E. García

Puse la carta en la mesa. La leí, la leí otra vez, tantas preguntas surgían al mismo tiempo, pero ni una respuesta. Esto no podía ser posible. Cerré los ojos tratando de convencerme de que esto era una pesadilla o quizás una broma de mal gusto.

No lo era, el destino jugaba a las cartas con mi vida, y al parecer hacia trampa. Quemar la carta o no quemarla, no sé si correr el riesgo de ir a la policía ayudará, seguro creerán que es una broma. En lo que investigan, ya apareceré muerto en algún callejón.

Pero lo más extraño es que quiere que lo encuentre sin embargo firma con apellido e inicial. Una rápida búsqueda en el Internet me revela que E. García, es Ernesto García, un hombre de treinta años al que encontraron muerto hoy en la mañana. Su causa de muerte, degollamiento.

No estoy seguro pero creo que acabo de ver lo que quiere decir con no seguir instrucciones. Tremenda suerte la tuya Andrés, de todos los psicópatas que pudiste haber atraído, te buscaste al degollador que le gusta jugar.

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