Emanuel

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Hoy me toca reunirme con la señorita Hernández. Quedamos en que iba a venir al banco hace doce minutos. No parece una persona muy puntual, tomare eso en cuenta. Al poco rato llega, es joven, de veintitrés años aproximadamente, no muy alta, al principio entró muy calmada, pero al poco rato me miro con cara de sorpresa, y luego de disgusto, parece haberme visto antes.

– ¿Le pasa algo, señorita Hernández?– volvió en sí y me contesto –no, no es nada, Y si quiere me puede llamar Isabella. – Reconocí su voz, era la muchacha de la cafetería, sólo que ahora no estaba gritando. –Está bien señorita Hernández, tome asiento.– se notaba tensa, no sé si era porque el mismo "estúpido" al que le gritaba el otro día ahora era la persona de la que dependía sus fondos, o era inseguridad, el no saber si yo me había dado cuenta.

–Esta es la situación, Burgos tiene su dinero, eso está claro. Lo que todavía no se es donde se está quedando. Pienso que su hijo, Diego Burgos, sabe dónde está, es más, creo que se mantiene comunicado con él. Estoy tratando de obtener una orden para intervenir su teléfono a ver si se comunican pero hasta ahora no lo he logrado– Le seguí el juego, esta es la primera vez que nos encontramos. –Entonces, si consigue el permiso, ¿Puede encontrarlo?– Me preguntó, su cara aliviada. –Es muy probable, a menos que se comuniquen por otro medio ya sea correo electrónico o correspondencia, pero si algún oficial convence al juez de darme la orden de intervención, incluir otros medios de comunicación no estarán tan difíciles de agregar– Yo también quiero atrapar a Burgos, no sólo aseguraría mi posición en el banco, sino que me aligerará el trabajo. –Eso sería perfecto. Y si lo atrapan, ¿Cuándo obtendría mis fondos de nuevo?– preguntó tratando de no sonar muy preocupada. –Asumo que no están en ningún banco y se han quedado como bonos, sólo seria encontrar donde está y transferírselos, lo cual tomaría aproximadamente un día– se le iluminó la cara –Genial, espero que lo atrapen pronto–

Seguimos hablando un poco más, ya había bajado la guardia, su duda había desaparecido. Después de un rato se despidió. –Hasta luego y muchas gracias– me dijo. –Tenga un buen día. – Contesté. Quizás ya era hora de divertirme. –Otra cosa, recuerde que me debe un café– no pude evitar mostrar una ligera sonrisa. Abrió sus ojos y me miro con cara de terror.

– ¿Café? Eh, sí, eso esta... Eso está bien, yo le invito– quería creer que era una coincidencia, que yo no sabía que era ella. –Cerca de donde trabajas hay una cafetería, he ido par de veces y el café no es malo, para la próxima hablamos allá. A menos que le parezca una propuesta algo estúpida– enfatice la palabra "estúpida", ya estaba convencida de que sabía. –Sí, nos vemos allá, tenga mi celular y nos comunicamos, eh, nos comunicamos después– Me entregó un papel con su número y se fue. Quizás me pase de la raya, pero fue bastante divertido.


Hablé con otra de las victimas de Burgos, Kaz Jelinek. Necesitaba saber un poco más acerca de él –Señor Jelinek, ¿Cómo esta? Para agilizar el proceso, necesito un poco de información– Le pregunté. –No hay problema ¿Qué quiere saber?– Me contestó, una voz con un toque alegre, algo raro en una víctima de un robo. –Quisiera que me diga si puede, su edad, lugar de nacimiento, residencia actual, estado civil...ya sabe, cosas básicas– lo dejé hasta ahí para no bombardearlo. –Bueno tengo veinticinco años, nací en Praga de la Republica Checa, mi madre es española por eso me mude para acá a los quince años y me ha ido bien, me mudé a la calle Santa Sabina hace tres años, soy soltero, y vivo con mi mejor amigo, nos conocemos desde que vine a Madrid hace tres años. – más información de la que necesitaba pero está bien.

– ¿Me puede decir el nombre completo de su amigo?– le pregunté. –Gustavo– con una voz casi orgullosa. –Disculpa, ¿Me podría decir su apellido también?– este tipo era imposible.

–Bueno sellama Gustavo Bolívar, es de Inglaterra pero me gusta decirle Gustav, así meimagino que es de Ucrania o de Rusia o...– Lo interrumpí antes de quecontinuara. –Está bien con eso basta, muchas gracias lo mantendré en contacto–me respondió como si nada hubiera ocurrido– Ok, pase buenas– Colgué. Para la próximapondré a Juan a llamarlo.


Littera In FlammasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora