Isabella

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Después de lo que fue una vergonzosa revelación acerca de mi vecino, fui de camino a donde Ignacio, además de contarle las buenas noticias, quería visitarlo. – Hola primo ¿Cómo estás?– Le dije, muy campante. Al parecer ni se había fijado que había entrado. –Isa, ¿Cómo estás? Que sorpresa que estés aquí. Anda siéntate, sólo tengo que arreglar unas cosas, vuelvo en un minuto. – Y se fue a no sé que, arreglar papeles me imagino. Ya era el jefe del taller, no necesitaba ensuciarse las manos (aunque de vez en cuando se le entraba la nostalgia y lo volvía a hacer), para eso estaba el asistente, que por cierto ya iba entrando. –Hola Isa– Me dijo, con el mismo tono de familiaridad que Ignacio. No, lo dijo con más confianza aún, como si fuésemos hermanos. –Eh, hola...eh?– No sabía su nombre. –Eg no es mi nombre, Mi nombre es Kaz pero gracias por intentar– Kaz. Así es que se llama. –Kaz es un nombre fácil de recordar– continuó –Sólo tiene tres letras y no es difícil de pronunciar. Isa también tiene tres letras pero Ignacio no se puede abreviar, es una pena. – No parecía que iba a terminar ahora. –Pero en fin, ¿Has oído sobre el asesino en serie que anda suelto?– me preguntó, cambiando la voz a una ligeramente más seria. –En verdad no– sé que hay mucha delincuencia pero nada de asesinos en serie. –Bueno en verdad es una teoría. Están apareciendo muchos cuerpos, la mayoría por robos o algo así. Pero pienso que son todos por la misma persona y los hace parecer robos que salieron mal. – Aunque tenía la misma cara de perrito perdido que antes, sus ojos me decían que hablaba en serio. – ¿Y por qué haría eso?– pregunté, ya curiosa. –Pues para disimular claro. Veras, si no les hallan conexión, no creerán que fue la misma persona. Pero según he observado todas siguen un patrón. Todas las victimas hasta ahora, han sido adultos, solteros o divorciados, y oyes esto, todos usan el tren para llegar a su trabajo. – Creo que ya era mucha coincidencia. –Dirás que es mucha coincidencia pero además de eso lo más impactante son sus muertes: degollamiento, aparente robo a mano armada, pelea callejera. Todas con cuchillo, todas con una sola herida fatal, un ladrón desesperado apuñalaría hasta estar seguro de que murió, y todos los casos muy diferentes a los otros. El asesino esta variando su Modus Operandi drásticamente para evitar conexión. – No pude evitar sentir escalofríos. –Isa ¿Y esa cara?–

Me pregunto Ignacio que ya había vuelto. –Nada, sólohablando con Kaz, mira, sólo vine a decirte que quizás lo de mi dinero seresuelva pronto y que te agradezco mucho, ahora me voy, tengo que hacer...algo.–En verdad fue la conversación con Kaz que me alteró, tenía que llegar a mi casa,en tren, oh Dios. –Bueno, pues me alegro mucho por ti, cuídate– me dijo Ignacio.–Adiós Isa– Dijo Kaz, con una sonrisa agradable. No se había dado cuenta que lehabía hecho caso a lo que dijo.
El viaje en tren fue aterrador. Nada pasó, y creo que eso fue exactamente elproblema. Siempre esperaba algo pero nada. Llegué al apartamento y otra vez ahíestaba el vecino. Esta vez con un tipo de pelo corto cara de tonto. Quizás me quedémirando mucho tiempo porque le dijo a mi vecino "Oye, parece que tebuscan". –Hola vecina– me dijo. –Hola...eh– Demonios. Segunda vez que mepasa hoy. –Andrés, mucho gusto– Ah, ese era su nombre. –Isabella– le dijemientras le daba la mano. –Diego Burgos– Interrumpió el cara de tonto. Esenombre me sonaba pero no sabía de dónde. –Un placer– le contesté mientrastrataba de recordar. Por fin me llego, ¡Burgoses el apellido del ex gerente del banco! Este debe ser el hijo del que me hablóEmanuel el tarado con cara de idiota. –Bueno yo me voy– dijo Diego. –Nos vemos–le dije, coincidencialmente Andrés también lo dijo, y al mismo tiempo. –Trabajastehoy– le dije para romper el hielo. –No, es que, andaba por el parque y bueno,no sé, me dio por correr. – Me dijo, aunque al parecer faltaron detalles. – ¿YDiego corre en el parque también?– Quería saber más acerca del hijo del ladrón.–No. Trabajamos juntos. – No creo que gané mucho con eso pero era bueno saberque ya sabía donde lo podía encontrar. –Bueno, ahora comeré, hablamos luego Andrés–Le dije con una sonrisa, una forma de pedir perdón por lo de la mañana, pensándolobien, salí corriendo sin decirle nada. Le debo otra. –Hablamos luego pues. – Medijo con una cara que no se definir, estaba entre feliz y triste. ¿Normal? No,no era eso pero bueno. Entré a mi apartamento y luego a la cocina, en verdad teníahambre. Al abrir el refrigerador, salió una cascada alimenticia. La mitad demis compras de la semana decidieron que el piso era más cómodo que su antiguohogar. Genial, no hay nada peor que tener que recoger cuando tienes hambre. Espera,retiro lo dicho.


Littera In FlammasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora