Andrés

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Anoche no dormí nada, iba a morir. Bueno eso ya lo sabía, mejor dicho me van a matar y no sé qué hacer. Suena el teléfono, es Emanuel. –Saludos Andrés, ¿Te llego la carta?– tragué en seco, mi corazón quería salirse de mi pecho. – ¿Qué carta?– pregunté. –La de la beca, ya te debió de haber llegado– Fue un alivio, revisé el correo y efectivamente ahí estaba. Ya oficialmente podía entrar a la universidad, aunque ya esto no era mi mayor preocupación ahora. –Gracias por toda su ayuda, de verdad le agradezco–hubiese querido decirlo con más genuinidad pero no estaba de ánimos. –no hay de qué. Bueno no te demoro más, yo también estoy un poco ocupado. Tenga un buen día. – y colgó. La carta decía que debía estar en el parque Almiar a las 2:30 pm. Tenía tiempo pero no sabía que esperarme. Al salir del apartamento me encontré con mi vecina, la del ataque de pánico. –Hola– le dije con miedo a lo que podría responder. –Hola vecino– me respondió, sin un rastro de animosidad. Parecía una persona totalmente distinta. –Una pregunta, ayer estabas, como te digo, ¿tensa o asustada? – pregunté con miedo. – ¿Tensa yo? ¿Cuándo me viste?– al parecer no me reconocía. –Querías abrir tu puerta a golpes y cuando te ofrecí ayuda enloqueciste, creo que eso es estar tensa– abrió los ojos con esa cara de "ahh ya recuerdo" – ¿Entonces eras TU el que me acosaba ayer?– ahora su cara era de rabia, sus ojos se encendieron. Quería ver sangre, mi sangre. –Yo no te seguí a ningún lugar. Sólo salí del trabajo y llegué a mi casa que como veras esta justo al lado de la tuya– traté de explicarle, con un tono cauteloso. –pero me seguías, y el elevador y la puerta– estaba un poco más calmada ya, pero aún no estaba fuera de peligro. –Yo también tomo el elevador para llegar a mi casa, te dije "espera" y cerraste la puerta, luego te ofrecí ayuda con la puerta y explotaste. – parece que había comprendido. Se había dado cuenta de su error. –bueno, puede que tengas razón, eh, lo siento, y, bueno... Perdón supongo– y se fue. Ni la conozco bien y ya me ha confundido dos veces.

Recordé mi objetivo, ir al parque. Llegué en quince minutos. No estaba tan lejos. La carta decía, primer bote de basura a la derecha. Efectivamente había otra carta dentro.

Buenas tardes Andrés, me alegro que tengas ganas de vivir, eso hace del juego mucho más divertido. Tu misión de hoy es fácil. Sólo debes ir al bote de basura a tu izquierda. Ahí encontraras dos cosas: Una pequeña bolsa negra y un papel con fósforos. La bolsa la guardas para llevarla a tu próxima ubicación, el papel te dirá la dirección a la que irás y los fósforos, bueno, ya debes saber que son para quemar tanto la dirección como esta carta. Feliz resto del día.

–O. González


Un nombre distinto, seguro su víctima más reciente. Hice justo lo que decía la carta, encontré el papel y la bolsa, la guardé y encendí la carta y luego la dirección. Aquí empezó mi desgracia.

Ambos papeles se quemaron más rápido de lo que esperaba, al caer el bote de basura se encendió en cuestión de segundos. Había rociado todo con gasolina. Miré a mi alrededor para ver si alguien me había visto. Hice contacto visual con un policía con cara de "¿En verdad acabas de hacer eso?" Sin poder decirle "No, lo que pasa es que un asesino me mandó una carta y si no hago esto muero" con la mirada, hice lo que cualquier persona en su sano juicio haría: Correr como el viento.

Atravesé el parque para despistarlo pero al no conocer la zona no sirvió de mucho, el oficial me atrapó, me apresó y revisó mis bolsillos. La bolsa negra. La abrió y lo que encontró nos sorprendió a ambos: Las tarjetas de crédito e identificación de Ortiz González, también conocido como el tipo que encontraron muerto ayer, el tipo que ahora parecía que yo había matado.     


Littera In FlammasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora