Andrés

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Sentí que algo andaba mal cuando Diego faltó al trabajo. Sé que no es la primera vez, pero por lo general me dice a mí. Mi mente hoy no estuvo en el trabajo, andaba tratando de hallar una razón por la cual Diego faltaría. Justo antes del almuerzo, me llamaron. –Andrés, tienes una llamada. – Me dijo Martin, el supervisor. Tenía una cara menos amigable de lo normal. Entro a la oficina y está el mismo agente de la policía que me interrogó tras mi problema con los botes de basura. –Buenos días, Andrés. – Me dijo con una mirada de "te me escapaste". –No vengo con buenas noticias. – Me viene a apresar de nuevo. – ¿Y de que se trata?– Le pregunté con todo el miedo que pueden contener cinco palabras. –Lamento informarle que su amigo Diego Burgos fue encontrado muerto hoy por la madrugada. Mejor dicho, fue asesinado. – La piel se me erizó, mi corazón tenía intenciones de salirse, no podía creer lo que oía, ¿Mataron a Diego?, ¿Habrá sido mi culpa por llamarlo? Quizás le habré contado algo sin darme cuenta. Después de esas palabras no volví a prestarle atención al detective, sólo cuando mencionó que fue con un cuchillo. Definitivamente era mi culpa. – ¿Se siente bien?– me preguntó el detective. Me había ido lejos en pensamiento. –Estoy bien, creo. Sólo tengo que pensar un poco, ¿Le molesta si me voy?– Creo que aunque me dijera que sí, me hubiera ido como quiera. –No hay problema, estoy seguro de que es demasiado para unos minutos, vaya a su casa a descansar. – Así mismo hice, tomé el tren y llegué a mi casa, y para confirmar mis sospechas, ahí mismo había otra carta. Buenos días Andrés, has estado jugando muy bien, de verdad que disfruto que seas parte de esto. Has llegado bastante lejos y ahora necesito que vayas a la calle Gutenberg, en el tercer edificio ya sabrás que encontrar. No te demoro más ya que ambos sabemos que no dispones de mucho tiempo para pensar. Feliz resto del día.–D. Burgos Efectivamente había sido él, y lo peor de todo es que estaba en lo cierto. No me quedaba mucho tiempo y no había averiguado nada, sólo que era un desgraciado. Fui a la dirección, tal como me pedía, tercer edificio, pero no encontré la carta. Lo que si encontré fue un tipo bastante pálido con el cabello negro. Me miró y me dijo –Hola, ¿Se supone que eres Andrés?– Me sorprendí, era extraño, no entendí eso del "se supone"– ¿De qué hablas?–le pregunté, tratando de evitar confirmar su pregunta antes de saber de qué se trataba. –Esta carta se dirige a un tal Andrés, está firmada por un D. Burgos y pide que la queme. Sólo pregunto si es para ti. – Había encontrado la carta, Necesito que me la devuelva. – ¿Dónde encontraste eso?–Sonrió ligeramente. –Entonces sí eres Andrés, estaba detrás de la puerta. No es un lugar para poner cartas, no la encontrarías a menos que la busques específicamente ahí. – Podría ser el asesino tendiéndome una trampa a ver si hablo acerca de la carta o no. –Si me permites la carta por favor– le dije, extendiendo mi mano hacia la carta. Sorprendentemente, me dio la carta sin mucho pensarlo. –Como quieras, aunque debes saber que la información importante no está en la carta, si no en el lugar. ¿Sabes qué paso aquí?– En verdad no sabía. – ¿Qué paso?– apuntó al segundo piso del edificio–Aquí murió Mariana Montero, era veterinaria, reparé su auto unos días antes de su muerte. Lo peor de todo es que parece un accidente, sin embargo hay una patrulla vigilando las veinticuatro horas. –Me guió con sus ojos a al auto en la esquina, no lo había notado. También paso lo mismo con la carta anterior. –Según veo, quien sea que lo hizo se está aprovechando de ti para hacerte el sospechoso, y quizás no seas el único. Mariana pudo ser una de esas. He investigado varias muertes "al azar" y creo que todas encajan en un patrón. ¿Por casualidad eres soltero, vives sólo, usas el tren para ir al trabajo, y has desarrollado un miedo repentino a los cuchillos?– Era impactante la forma en que lo preguntaba, sin embargo estaba en lo cierto. Continuó hablando sin esperar mi respuesta. –No tienes que responder, tu cara lo dice todo, al igual que la carta. Parece que la carta es un método de chantaje para obligar a las víctimas a actuar en su voluntad. No te preocupes, según tengo entendido, no vas a morir a menos que me hables de la carta o el asesino, sólo me tienes que decir que estoy loco y que mis ideas son absurdas.– No había otra cosa que hacer que no era la de seguirle el juego. –Oye estás loco, en serio, deberías buscar ayuda.

– Sonrió y me dijo. –Kaz Jelinek, espero que nos mantengamos en contacto, ya sabes para hablar de deportes y otras cosas. – Claro, si "deportes" significa "asesinos en serie" y "otras cosas" significa "como evitar que te maten". Me dio su número y se fue, por lo que veo a la parada del tren.


Littera In FlammasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora