Prólogo: Conociendo a Alexandro

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Que tal?, bueno todo va empezar con su debida calma...Agradecería que me comenten que tal les parece, por lo pronto me surgió esta idea y quería expresarla. Solo si son unos freaks van a notar ciertos detalles que nombra mi protagonista. Gracias por pensar en leer. Los aprecio.

Nota: Aquí tenemos la canción que suena en medio del aula: Blue Stahli - Ultranumb, y la imagen de quien es Alexandro. Créditos a quienes correspondan por los medios.

Saludos.

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30 de Septiembre del año 2015, Milán.

Suena ese aparato del infierno. Y suena, y suena ¡Sigue!

¿Quien rayos inventó el reloj?

Me levanto, tiro esa cosa a la mierda y veo mi extenso cuarto. Parece mas chico pues está abarrotado de cosas al mejor estilo tetris.

Camino sin nada que aprese mi pecho y en boxers frente al espejo. Freno, hago un intento y me veo en él.

Este esta algo sucio, así que la imagen se distorsiona un poco.

¿Hoy estoy mas guapo?

No, cierto que el espejo...

No me importa, me refriego los ojos con mi puño y bajo las escaleras de mi enorme mansión como si fuese un zombie.

Aclaración, la enorme mansión de mis padres.

Pero ellos no están, es como en Mirai Nikki cuando ves en el primer capítulo a Amano Yukiteru al igual que el meme de forever alone personificado en su propia casa.

Y ya que estamos en eso de describirme, otro similar con ese personaje es mi monótona vida. Digamos que si ponemos una hilera de todos los colores existentes, yo me sitúo entre el blanco de vez en cuando y luego el negro y grises con sus respectivos matices.

Monocromático.

Pero por el amor a todos los santos, religiones o lo que sea, no crean que soy igual a ese ser insípido protegido por una adolescente de casi su edad.

Mientras divago sobre comparaciones un tanto absurdas, creo notar que la escalera esta excesivamente mas larga hoy. Pero esto se que se debe a que solo dormí unas tres horas y así todo me vuelve mas estúpido.

Logro bajar con gran pesar como si me hallara en la Iliada y me encamino a la cocina. Mis pies descalzos sienten inmediatamente el frío contraste de la madera a los pisos de cerámica.

Ignoro las leyes de seguridad personal que tanto te enseñan y abro la heladera así. Allá ellos, no me importa si comen mi cadáver frito por electricidad.

Veo un tetra de leche y lo tomo, lo llevo a la mesada y ya hay un tazón esperándome. Me cercioro de que este limpio y sirvo. Luego, voy hacia las despensa y cojo un paquete de cereales.

Los tiro como si no hubiese un mañana dentro de la leche, como si me hubiese muerto de hambre desde hace ya tres semanas mas o menos.

Con satisfacción tomo mi cuchara enorme como arma y aniquilo a la población mundial de aros de cereal en sus distintos y llamativos colores. Me sacio y dejo el plato en el fregadero. Me he convertido en un genocida de la comida.

¡Hora de vestirnos!

Veo tirada una camisa a cuadros color negro y gris al lado de un paquete de galletas ya abierto. La tomo y verifico por vista y olfato que se halla totalmente limpia a pesar de no estar donde debería (el armario).

Álter EgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora