Querido diario:
Esta mañana, o más bien tarde, desperté en una cama desconocida. Al mirar a mi alrededor casi pego un grito al recordar todo. X no estaba a mi lado. Tras darme una buena ducha fría y arreglarme un poco bajé a la cocina donde X estaba concentrado untando mermelada en su tostada.
-Hey-dije sonriendo.
-Hey, ¿qué tal estás?
-Aparte del dolor de cabeza, bien.-dije absorta en su mirada. ¿Cómo podía hechizarme de tal manera si apenas estaba despierta?
-Toma-me tendió una pastilla.-¿Cómo averiguaste mi dirección?
-Ni idea, realmente no me acuerdo de mucho sobre anoche. Aparte de la borrachera que me pillé...-dije con vergüenza mientras miraba hacia el suelo.
-Jane, no importa, no tienes por qué avergonzarte de nada. Todo el mundo ha tenido una noche así.
-Mierda... se supone que anoche tenía que llegar a las una de la noche.Joder, me van a matar.
-Siempre puedes inventarte algo.
-Supongo...oye, mucha gracias por dejarme quedarme en tu casa.
-No fue nada, pequeña.-dijo poniendo esa maldita sonrisa de lado.
-X...
-¿Sí?
-¿Cuando me dirás tu verdadero nombre?
-Oh vamos Jane, sabes que amas el misterio de mi nombre. Si te lo dijera no tendría gracia.
-¿Tan horroroso es tu nombre? Además, ¿ por qué X?¿Acaso eres un fanático del álgebra?-pregunté mientras disfrutaba del fantástico desayuno que me había preparado. Desde luego ese chico era un crack.
-¿Y qué pasaría si realmente mi nombre es X?-dijo alzando las cejas.
-No...-dije confusa-no tiene sentido.
-No hay ninguna norma a la hora de poner nombres, Jane-dijo guiñándome un ojo mientras bebía café.-Te quedarás con esa duda por siempre,pequeña. Bueno, ¿quieres que te acerque a tu casa?
-No importa, es mejor si me ven andando que si un coche desconocido aparca en frente de mi casa.
-Llevas razón.
-Oye, tengo que devolverte la ropa...
-No importa, quédatela-dijo sonriendo.
Asentí intentando parecer normal mientras por dentro bailaba y gritaba porque iba a tener su ropa.
-Nos vemos luego-dije sonriendo.X se acercó con una sonrisa en los labios y depositó un suave beso en mis labios.
-Nos vemos, preciosa.
Cerré la puerta de su casa ensimismada. Por el trayecto comencé a pensar en excusas, excusas y más excusas.
Cuando llegué a casa se oían sirenas de la policía que venían justo hacia mi vivienda.¿Qué narices pasaba?Intenté abrir la puerta con las llaves, pero no había manera. Mi cabeza empezó a dar vertiginosas vueltas cuando vi cómo se colaba un charco de sangre por la rendija de la puerta.Conseguí abrir la puerta lentamente. Oí un grito tremendamente desgarrador antes de caer desmayada sobre otro charco de negruzca sangre.

ESTÁS LEYENDO
X
Короткий рассказJane tiene que desahogarse de alguna manera, y no encuentra ninguna que no sea escribir un pequeño diario. ¿Cómo reaccionará cuando un misterioso acosador empiece a mandarle estremecedoras notas? ¿Descubrirá quién es la persona que parece estar tan...