Al mirarlo comer en silencio, podía notar los pequeños detalles que lo hacían tan diferente a cualquier chico.
En primer lugar, comía y solo masticaba en un solo lado de su boca.
En segundo lugar, sabía manejar los cubiertos, en cambio yo muy apenas utilizaba de manera correcta el tenedor.Me preguntaba qué tantos secretos se guardaba.
¿Por qué no quería que lo llamara por su nombre? ¿Era tan horrible que pensaba que ya no lo tomarían en serio? ¿Por qué Tedd y él se privan de las sonrisas? ¿Querrán prevenir arrugas?
Podía sentir que ambos eran totalmente opuestos. Tedd tiene una mirada tierna y blanda, "Señor" me da frío cada vez que lo veo, pero sin embargo, no sé por qué siento que no es tan malo como intenta simular. Es mandón, su mal humor me causa jaquecas, pero hay algo en él, algo.
En cuestión al físico, Tedd es musculoso, sus ojos verdes resaltan de entre toda esa amargura y es atractivo.
"Señor" es un poco menos corpulento, pero su fuerza no pasa desapercibida, aunque sus ojos no son verdes como los de Tedd o azules como los míos, son diferentes, son peculiares, un marrón rojizo poco común, aunque su mirada siempre era dura y prepotente, tenía la capacidad de emanar calidez.No mostraba nunca una diminuta e insignificante sonrisa, pero sabía que era linda. Es algo irreal pensar eso sobre la persona que me mandará a mi tumba. Pero en forma relativa, no es mi culpa.
—Ya basta—Recordé que no le gusta que lo miren, volví a ver el corazón de oro en los dibujos del techo—Sabes que eso me molesta.
—No puedo evitarlo, estoy aburrida—Bajé la vista y empecé a jugar con mis dedos.
—No entiendo por qué te sorprendes.
—No en todos los secuestros te llevan a mansiones con piscina y te dan un cuarto con bañera—Tomé una uva del centro de mesa y la lancé al aire, cayó en mi boca y me sentí orgullosa.
—¿Cómo sabes que tenemos piscina?—Me atraganté con la semillas y empecé a toser descontroladamente, no debí abrir la boca. Intentaba responder pero el ardor de mi garganta con la innecesaria fuerza que utilicé para sacar al fruto de mi sistema estaba quemando-¿Saliste?
—No puedo quedarme encerrada todo el tiempo—Protesté—Necesito vitamina "D"
—No debiste salir sin mí.
—Te recuerdo que no estabas—Golpeé la mesa con la palma de mis manos. Pude sentir el calor en mis mejillas y no era de rubor.
—¿Qué te dije sobre las altanerías?—Cuando abrí la boca para decirle donde se podía meter sus altanerías, me senté de nuevo, jadeando, echando humo por las orejas.
Ya no podía, la angustia y los nervios, estoy aquí desde hace casi tres días y prefiero matarme yo sola. Ahorrarles el trabajo, que me tiren al río, y dejen que mi cuerpo se desintegre. Pero no, les gusta hacerse los interesantes y juro que eso me mata. Quieren dejarme en un enigma, me hacen tener preguntas capciosas, quiero saber a donde me voy, me da una mansión para instalarme pero no me da su nombre.
—¿Cuando me voy?—Sus ojos se llenaron de sorpresa.
—¿Quieres irte?—Su tono de decepción me hizo pensar si era estúpido ¿Por qué querría quedarme? Pero en todo caso, no me refería a eso.
—No, me refiero a cuando me llevarán, me matarán o me prostituirán—Decir eso me daba un nudo en la garganta, aunque no me había dado cuenta, yo ya había aceptado esto desde antes de llegar aquí. No me respondió y se fue, eso era algo que en serio me molestaba, que evadiera las preguntas cuando yo las respondía todas. Cada una de ellas.
Me fui a mi cuarto y busqué el libro, lo encontré exactamente como lo dejé y empecé a leer.
Un chico, llamado Dreith, que contaba su vida en algún tipo de infierno. No lo describía lleno de fuego y lava ardiendo, más bien creo que se trataba de su vida misma, en un lugar corriente, donde sufría de tan variadas formas que al final, optó por controlarlo.
Mientras pasaba las páginas, me iba enganchando más y más, estaba tan centrada que se me olvidaba donde estaba, que se me olvidaba que moriría. Estaba comenzando a amar cada una de esas palabras, algunas que yo ni siquiera conocía, pero estaba tan bien redactado y con lujo de detalles que las comprendía de inmediato.
Cuando miré por la ventana el cielo estaba tan oscuro ¿Cuánto tiempo he leído?
Bostecé y me fui a lavar los dientes, mientras limpiaba mi bigote hecho de espuma de pasta de dientes hice una mueca más, pero esta vez, sin tapar el lente de la cámara.
Tomé el libro y lo arropé junto conmigo, teniéndolo cómodamente a mi lado. Me decidí por leer solo unas páginas más, que se volvió mitad.
Me recosté cómodamente sobre mi almohada pero no quería dormir todavía.Por mi mente pasó la tarea que debía entregar hace dos días. Ahora estaría reprobada. Pero técnicamente no es mi culpa que me hayan traído al otro lado del mundo. Pero si diera la excusa de que estaba enferma gravemente, hubiera utilizado la típica frase:
"No es mi problema"
Me daba risa al recordar su nariz llena de pecas, esas arrugas y sus camisas cuadradas en colores claros. También recordé a Matt Thompson ¿Cómo se lo habrá tomado el saber que la quizás primera chica que lo rechazó ahora esté en un lugar desconocido con personas extrañas? Seguramente estarán pensando que estoy muerta.
Jessica me debe estar extrañando, aunque nunca nos llevamos bien y un día le puse un ratón en su mochila, debe estar buscando con desesperación a alguien a quien hacer sentir menos.
Aparte de mi padre, mi vecina, su perro y Jessica. Nadie.No tuve muchos amigos, la única se había ido a otro país días antes de que me arrojaran a la camioneta y me golpearan en la cabeza. Ella era la mejor compañera, una hermana.
Seguramente ni siquiera se ha enterado de que estoy desaparecida, de que seguramente mi vecindario ahora estaría lleno de fotografías horrendas mías. Me ruboricé al imaginarme a mi papá imprimiendo cien imágenes mías con un gesto horrible.
«Que vergüenza» me volteé para mirar una última vez el libro y lo abracé como un muñeco de peluche.
Al momento de sentirlo junto a mi pecho me sentía extrañamente completa, como si estuviera abrazando a una persona real. Ignoré el sentimiento de necesitar compañía y lo abracé más fuerte. Penetrando algo en mí que era imposible penetrar. Una sensación liberada que estaba saliendo de mi cuerpo.
En cuanto me aferré a todo ese círculo de emociones, me di cuenta de que algo estaba cambiando. Y ese algo, no era pequeño.
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El secuestro
Teen Fiction-No puedo dejarte ir-Me dijo con la voz entrecortada-Un secuestrador no puede liberar a su víctima. Un secuestrador no puede dejarla ir-Una lágrima corrió por su mejilla, me miró directo a los ojos y tomó mi rostro entre sus manos-Tú secuestraste mí...