Capítulo 10

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"Señor"

Mientras caminaba por la soledad de la casa, con el olor a encierro, sin vida, me siento un muerto. Miro cada pequeña cosa que no se ve con facilidad en la oscuridad y trato de ponerle un nombre, eso me mantiene ocupado. Me mantiene lejos de los sentimientos de culpa por todas las vidas que se han ido de aquí y jamás han vuelto. Todos esos pensamientos suicidas que me atormentan cada vez que me voy a la cama, preguntándome cuando carajos fue que llegué aquí, lo único que recuerdo es que estaba comprando una soda y de un momento a otro, estaba en un cuarto con cuatro hombres de traje negro rodeándome y haciéndome preguntas.

Me siento en un rincón solitario que guardé exclusivamente para mi cerebro psicótico.

Me siento hueco, como una marioneta. Órdenes por aquí, órdenes por allá. Jamás había pensado en siquiera adentrarme a este jodido mundo de abismos, drogas, sexo, muerte, sida, prostitutas y sida.

—Ya es tarde—Me dijo Tedd en tono de susurro.

—Vete tú—Se fue de ahí y volví a quedar en un silencio ensordecedor. No quería dormir, no quería estar en esa habitación solo. No quería estar solo. Ese es el enigma. Alejo a todos, cuando lo que quiero es tenerlos adheridos como goma de mascar.

Fui a revisar las cámaras de seguridad. Hasta ahora todo estaba en orden, todos estaban apaciblemente dormidos.

Pongo las grabaciones anteriores solo para asegurarme de que todo estuvo bien durante el día.

Pongo la cámara de la sala de estar, nada se movió, excepto una silueta pequeña como un duende explorando todo, subiéndose a la silla intentando alcanzar algo.

Los baños estaban bien. Excepto el de la chica, sus muecas eran en cierto modo... ¿Aceptables?

Se movía de aquí para allá, siempre, a veces me llegaba a preguntar si en algún momento del día deja de moverse. Me causa tremendo dolor de cabeza su escurridizo sonido al caminar sin zapatos. Nunca sé con exactitud si está allá o acá, pero por alguna razón, siempre sé que está en su habitación, aunque casi siempre antes de darme cuenta reviso cada rincón y ratonera de la casa para asegurarme de que no está haciendo nada que empiece a irritarme. Aunque no hay necesidad de que rompa alguna reliquia, ella ya es molesta.

Pero no "Molesta" en el sentido de que te hace llorar de coraje y te hace querer darle un tiro solo para callarla. Y un tiro más, solo para estar seguros.
Es "Molesta" como un bebé, que siempre pide, pero no exige demasiado. Ese tipo de molestia que termina no molestándote.

Con otra chicas no he tenido tanta acción, casi siempre lloraban y se quedaban en un solo lugar hasta que se las llevaban. Siempre aguanto el salvarlas, el cargarlas y llevarlas a sus hogares, pero siempre opto por aferrarme a algo y mirar hacia otro lado.

Mientras pongo su grabación actual, la miro dormir, es la más joven que hemos cogido hasta ahora. Estoy seguro que a los compradores no les atraería en lo absoluto por su pequeñez y fragilidad. Pero le harían daño de tantas formas solo por la misma razón.
Intento no imaginarla, intento aceptar que es mi trabajo y que ya debería estar acostumbrado a ganar dinero en base a la desgracia de otras personas. Pero nunca te acostumbras, he visto tantos ojos llenos de lágrimas, tantos rostros suplicando libertad, y falta más aún.
Noto que se levanta «Parece una ardilla» y empieza a caminar por la habitación en círculos.

Mi vista me duele y me separo de las pantallas. Me voy de ahí y me vuelvo a topar a Tedd en la puerta, con esos músculos mi mente hace que se convierta en un gorila.

—Creí que estabas dormido.

—No puedo dormir si tú no lo haces, es una maña—Por las noches dejábamos de ser "Jefe" y "Tedd—Guardaespaldas", ahora solo éramos "Tedd" y "Simple y corrientemente yo".

Somos amigos desde que éramos niños, o bebés. Nos recuerdo siempre juntos jugando con pelotas y crayones.
Siempre me siento en deuda con él, porque en primer lugar se metió en este embrollo por mí, aunque su trabajo de guardaespaldas no lo incluye en matar personas, se metió porque creyó que estaría muerto y necesitaría quien me cuidara. Y en segundo lugar, durante el día lo trato como un guardaespaldas, no como mi amigo. Intento espantarlo, le seguiría pagando aunque ya no trabajara para mí, pero insiste en quedarse, y eso me causa estrés.

—Deberías dormir—Le digo y sonrío—Tenemos que cuidar al dolor de cabeza mañana—Porque eso es, un dolor de cabeza que se puede tocar. Esa chica es muy buena sacando de quicio a las personas. Suelta una carcajada silenciosa.

—Nunca me había topado con alguien tan jodidamente difícil.

—El momento tenía que llegar—Se despide y se va. Aseguro la puerta con llave y reviso nuevamente cada rincón.

Tomo un poco de whisky y me recuesto unos momentos en el sofá. Era mucho más cálido que mi cama.

Escucho pasos sordos y me pongo alerta de inmediato.

—Tedd, con un carajo...—Cuando miro que no es Tedd, me siento algo extraño. La chica estaba en pijama, a oscuras, con el cabello alborotado. Cuando ella me mira con esos ojos entre redondo—rasgados azules, siento que me atraviesa como si tuviera visión de rayos X. Usualmente las madrugadas sacan la cara que quiero ocultar—¿Qué haces aquí?

—¿Yo?—La miro con desdén y ella entiende que no soy un retrasado—¿Voy al baño?

—Tienes tu propio baño—Le espeto.

—El inodoro no funciona.

—Mentira—Me levantó de un salto y dejo el whisky en la mesa de cristal del centro—Revisamos las instalaciones todas las mañanas.

—Supongo que no han hecho un buen trabajo—Sus altanerías y respingos aceleraban mi ritmo cardiaco. Era una niña, pero peculiarmente medio bonita.

No en el sentido de: "No quiero hacerla sentir mal, pero tampoco quiero subir sus expectativas".

No tiene un rostro delicado, más bien, sus facciones son algo desiguales, tiene ojos grandes, pero también una nariz prominente e infantil, es muy linda, pero de una forma poco convencional, no hace que todos volteen a verla pero llama la atención. Es solo un poco más linda que el promedio de las mujeres. Pero es estúpidamente molesta. Como un chihuahua que se cree un gran Danés.

—Deberías mentir menos—Le digo y me acercó a un metro de ella, está temblando, hace algo de frío.

—Estaba aburrida—Me confiesa y salta sobre el sofá para caer con las piernas cruzadas. Palmea el sofá en señal de que me siente y lo hago, de cualquier modo a mi tampoco me apetece dormir.

El secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora