Capítulo 40

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Mientras yo repiqueteaba el pie, estaba pensando en Ephraim ¿A qué se habrá referido con "Librarse? ¿No será un riesgo para Tedd y Tamara que él se retire? Las preguntas bombardeaban mi cabeza, necesitaba respuestas y él no me había dado ninguna.

-Y bien, Lexa ¿Qué tal la escuela?-Carraspeó mi papá, con el fin de bajarme de mi nube, lo cual me molestó un poco. No había pregunta más molesta en el mundo que la típica "¿Qué tal la escuela?", aún sabiendo que tu hija convive diariamente con gente idiota por 7 horas diarias.

-Bien-Le dedico una mirada rápida y la vuelvo hacia mi postre, intentando sumergirme en mis pensamientos y dudas.

-¿Bien?-Me mira escéptico-¿Qué tal tu novio?-Finalmente solté el tenedor.

-Bien-Trago un trozo de pie-Él está bien, supongo.

-¿Supones?

-No quiero hablar de eso.

-Solo digo, que tal vez lo debas invitar a cenar, ya sabes.

-Papá...-Cerré los ojos con fuerza-Él terminó conmigo hace días...

-¿Y crees que no lo sé?-Me miró severo-Espero a que me sueltes quien es el tipo con el que has estado saliendo últimamente-Guardo silencio por unos segundos.

-No es asunto tuyo.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-Porque no te interesa.

-Eres mi hija.

-¿Y? No lo tienes que saber todo... Han pasado años desde que estuviste en una relación, y fue la única ¿Qué sabes de chicos de todos modos? ¿Quieres aconsejarme? No gracias, porque hasta ahora no ha servido de mucho-Cerré mi boca, la cubrí con ambas manos, avergonzada de tal atrevimiento. Nunca le había hablado así, nunca, en mi vida. Pero el que Ephraim se vaya de mi lado de nuevo en serio me da terror, es seguro que mi papá lo reconocería, y no quiero eso, es demasiado que procesar-Lo siento-Articulo.

Levanta su plato y sé que la platica ha terminado, se aleja en silencio. Alejo el pie de mí y frustrada me estiro el cabello, veo mi teléfono, intentando mandar un mensaje a mi novio, hasta que me doy cuenta de que ni siquiera tengo su número de teléfono y me enfurezco mucho más. Veo el contacto de Iker y vacilo con llamarlo, una milésima de segundo más tarde ya lo estoy llamando.

«Maldito teléfono tan sensible»

Cuando intento retirar la llamada él ya ha contestado, puedo escuchar su dulce voz al otro lado de la línea, pongo mi celular en mi oreja.

-¿Hola?

-¿Lexa?

-Sí-Se queda en silencio, puedo escuchar su respiración, con sorprendentes jadeos.

-¿Necesitas algo?

-Necesito a alguien...-La voz me tiembla-A alguien con quien hablar.

-¿Por qué no le dices a tu novio?-Su voz sonaba resentida, me dolía su frialdad, era algo que yo no toleraba, una palabra cortante más y me soltaba en llanto.

-Bueno, él ahora no está disponible...

-¿Y?-Golpeo con mis dedos la mesa, nerviosa.

-¿Puedes venir?-No me podía creer las semejantes agallas que tenía al atreverme invitarlo a mi casa, sabiendo que Ephraim puede estar por ahí afuera aún, luciendo tan hermoso aún en las penumbras...

-¿Qué?-Su voz resonó en mi cabeza, sacándome de mi trance.

-¿Puedes venir?-Colgó.

Bueno, no esperaba nada de cualquier forma. Eché una miradita a la sala, mi padre se encontraba totalmente inmóvil en el sofá, una lucha interna estaba iniciando, no era el momento para disculparme con papá, fui dura, sí, pero en mi caso es entendible, es mi novio, se supone que también lo debo proteger como el a mí.

Ignoré el sentimiento de culpa y seguí viendo la pantalla iluminada de mi teléfono, hasta que alguien tocó la puerta. Mi teléfono vibra de repente:

"Que sea rápido"

Eso me dolió, y por esa misma razón supe de quién se trataba. Salí, ignorando completamente la presencia de mi papá. Iker estaba fuera, con sus labios ya azules por el frío y un pantalón holgado gris, zapatos deportivos y una camisa que se ajustaba a su cuerpo de manga larga, su cabello bailaba con el viento y sus ojos ahora eran solo un poco más oscuros.

-Hola-Dijo con voz temblorosa.

-Hola-Me abrazo a mí misma.

-Habla.

-Hola-Me mira incrédulo.

-¿Eso es todo?

-Supongo que sí...

-¿Me muero de neumonía, solo por esto?-Puedo notar un poco de molestia en su voz-¿Qué no podía venir tu novio? Se supone que hacer estas cosas son su responsabilidad, no las mías. Al menos, ya no.

-Lo sé, es que...-Tomo una larga respiración-Necesitaba a un amigo-Me mira de nuevo y suspira, está dolido, y eso me afecta de una manera terrible.

-Bien-Extiende los brazos y sonríe-Aquí estoy-Me lanzo hacia él y lo abrazo, la calidez de su cuerpo es muy diferente a la frialdad de su rostro, pero al escuchar los latidos de su corazón y su perfecta temperatura, me hace recordar la dulzura que emana de él.

-Es bueno que estés aquí.

-Lo sé-Me separa de él y nos sentamos en la entrada, obstruyendo el paso hacia afuera.

Hablamos, de todo lo que teníamos que hablar, de todo lo que no pudimos decirnos, átomos, aliens, de todo. Esos son los pequeños detalles que lo hacían único, el poder tener un nuevo nivel de profundidad en nuestras conversaciones, que cada fragmento que sale de nuestras bocas adquiera más de un significado, y la relatividad parezca no tener fin. Esos eran mis momentos, las ondas en donde yo me conectaba, en donde yo me sentía bien, son esas pequeñas cosas las que me hacen sentirme un poco más viva.

Cuando nos levantamos para entrar de nuevo, la sensación de ser vigilada volvió, bufé.

-¿Está aquí, no es cierto?

-Sí.

-Supongo que me tendré que ir.

-Cuídate-Me sonrió y se fue a pasos rítmicos de ahí, era la primera vez en días que no lo sentía como realmente era-¡Sal de ahí!-Grité, todo quedó en silencio, hasta que mi amado novio nada protector salió de su escondite-¡Te amo!-Grité, sonrió, y termino por irse.

El secuestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora